crítica de 'metro manila'

Surcos filipinos

'Surcos' y 'Rocco y sus hermanos' son dos obras que retumban sobre la base de esta película del británico Sean Ellis

El abandono del campo, miserable y corrompido por señoritos y mafiosos, por el hambre y la desesperanza, para realizar ese trayecto físico, moral, social y casi espiritual hacia la ciudad, donde se supone que aguarda el trabajo y la vida soñada, pero también otra suerte de señoritos y mafiosos, casi más peligrosos, está en la base de dos obras maestras tan incuestionables como la española Surcos y la italiana Rocco y sus hermanos. Dos obras que retumban sobre la base de Metro Manila, película del británico Sean Ellis rodada en Filipinas, en la que una familia masacra...

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El abandono del campo, miserable y corrompido por señoritos y mafiosos, por el hambre y la desesperanza, para realizar ese trayecto físico, moral, social y casi espiritual hacia la ciudad, donde se supone que aguarda el trabajo y la vida soñada, pero también otra suerte de señoritos y mafiosos, casi más peligrosos, está en la base de dos obras maestras tan incuestionables como la española Surcos y la italiana Rocco y sus hermanos. Dos obras que retumban sobre la base de Metro Manila, película del británico Sean Ellis rodada en Filipinas, en la que una familia masacrada por la dura existencia rural decide dar el salto mortal hacia la masacre de la urbe. La miseria, siempre vigente.

METRO MANILA

Dirección: Sean Ellis.

Intérpretes: Jake Macapagal, Althea Vega, John Arcilla, Miles Canapi, Ana Abad-Santos.

Género: drama. Reino Unido, Filipinas, 2013.

Duración: 116 minutos.

Ellis logra retratar el pulso de la ciudad, que se palpa, se oye, se huele y se sufre, y aborda con franqueza cuestionamientos morales a la orden del día: ¿robar a los delincuentes es robar?; ¿zambullirse en la corrupción cuando todo el sistema está corrupto es inevitable, consecuente o una forma de autoengaño? La Manila de hoy es seguramente un infierno aún más gangrenado que aquel Madrid de Nieves Conde o aquella Milán de Visconti, lo que lleva a su creador a practicar un género que, partiendo del drama social, desemboca en el thriller criminal, algo nada incoherente si no fuera porque no acaba de engarzarlos en secuencias comunes sino en escenas alternativas. Así, ciertas formas establecidas por Ellis (efectos con el sonido y las músicas, ralentís) quizá jueguen a favor de su comercialidad pero no siempre de su autenticidad, lo que conduce a Metro Manila hacia un extraño lugar a medio camino entre la rabia y la caricia, entre la conmoción y la emoción.

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