Análisis

Tribulaciones del ciudadano Pérez

Calladamente florentino, elegantemente maquiavélico, urdidor como pocos y bien plantado en la batalla dialéctica, Pedro Pérez siempre se movió en las aguas de la gestión y de la política —a no confundir con la gestión política— como pez en el agua. En las aguas de todos los colores. Y no como un pez cualquiera. Como uno bien gordo (Telefónica, Vía Digital, Antena 3...). Los directores generales le temían, los ministros le respetaban y los cineastas, en general, le creían. Parece ser que, al final, el que no se ha creído del todo la situación ha sido él, así que ha decidido irse y participar as...

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Calladamente florentino, elegantemente maquiavélico, urdidor como pocos y bien plantado en la batalla dialéctica, Pedro Pérez siempre se movió en las aguas de la gestión y de la política —a no confundir con la gestión política— como pez en el agua. En las aguas de todos los colores. Y no como un pez cualquiera. Como uno bien gordo (Telefónica, Vía Digital, Antena 3...). Los directores generales le temían, los ministros le respetaban y los cineastas, en general, le creían. Parece ser que, al final, el que no se ha creído del todo la situación ha sido él, así que ha decidido irse y participar así en el preocupante fundido en negro en que se está convirtiendo el cine español, cuya cuenta de resultados vive de las migajas supersónicas de uno o dos pelotazos al año, y eso cuando los hay.

Siempre se podrá sospechar de las sanas intenciones de un gestor a medio camino entre la política y la producción, y eso era Pedro Pérez como presidente de la Federación de Asociaciones de Productores Audiovisuales de España (FAPAE). Pero nunca se podrá dudar del entusiasmo de su impronta, de una simpatía que parece siempre sincera, de la disponibilidad sin límite y de la habilidad natural para establecer las atmósferas relacionales o dialécticas que conducen a los consensos. El ciudadano Pérez es, en este sentido, hay que admitirlo, un fiera.

El medio plazo —o el corto, ay— demostrará si hay razones personales en la gama de motivos que le han llevado a dimitir como conducator de los productores. En otras palabras: si la publicación de su nombre como hipotético cotitular de una cuenta en Suiza compartida con algún que otro lobo estepario del dinero fácil ha jugado un papel relevante en su precipitado adiós. Pedro Pérez dijo que estaba cansado de hacer lo que hacía, y que además era su segundo mandato al frente de la FAPAE. Y sí que debía de estar cansado, sí. Lidiar con los dos ministros con los que básicamente le ha tocado lidiar en su empeño personal de conseguir mejores cosas para el sector del cine debe de dejar a cualquiera para el arrastre. Pedro Pérez pidió para los inversores en cine un 40% de exención fiscal y el Gobierno no le hizo ni caso: 18% y no molestes más, Pérez. Se escandalizó de la subida del IVA del 8% al 21% sobre las entradas de cine: “Esto supone el entierro del cine en España”, dijo, y se mostró preocupado como ciudadano “por tener un presidente del Gobierno sin palabra”. Palabra de Pérez.

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