Un coleccionista muy listo

Denis Mahon, aristócrata e historiador, atesoró obras barrocas que ahora ha legado a museos

Denis Mahon.National Gallery

Cualquier polémica que pudiera atenazar en vida a sir Denis Mahon (1910-2011), defensor de la autoría de varios caravaggiosde complicada atribución, se ha visto pulverizada con la reciente difusión de su testamento que lega al público británico una de las mejores colecciones extranjeras de pintura barroca italiana.

El aristócrata, historiador del arte y heredero de una fortuna labrada en el sector de la banca (Guinness Mahon) atesoró a lo largo de las décadas obras de Guercino, Guido Reni, Pellegrini o ...

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Cualquier polémica que pudiera atenazar en vida a sir Denis Mahon (1910-2011), defensor de la autoría de varios caravaggiosde complicada atribución, se ha visto pulverizada con la reciente difusión de su testamento que lega al público británico una de las mejores colecciones extranjeras de pintura barroca italiana.

El aristócrata, historiador del arte y heredero de una fortuna labrada en el sector de la banca (Guinness Mahon) atesoró a lo largo de las décadas obras de Guercino, Guido Reni, Pellegrini o Luca Giordano pujando siempre muy a la baja: se vanagloriaba de no haber pagado más de 2.000 libras por una pieza. El objetivo final de esa compilación era la revalorización de su exquisitez y, sobre todo, su exhibición pública. Mahon llegó a ser condecorado por el presidente de Italia con la medalla del Benemeriti della Cultura, en reconocimiento por los servicios prestados al arte italiano.

Cotizadas en su conjunto en unos 100 millones de libras, las 57 obras maestras de su legado han sido donadas a diversos museos del Reino Unido, entre ellos el Ashmolean de Oxford, el Fitzwilliam de Cambridge y la Galería Nacional de Escocia, de cuyas paredes ya colgaban hacía tiempo en calidad de préstamo. Veinticinco de los cuadros han pasado a ser propiedad de la National Gallery de Londres, un centro muy querido por Mahon y que eligió para celebrar su centenario. La última voluntad de sir Denis establece una única pero férrea condición: que las instituciones receptoras nunca cobren la entrada a los visitantes que quieran admirarlas. En época de recortes para la cultura, todo un regalo para el público.

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