Cuando la política envuelve al cine

Las críticas de algunos congresistas y senadores han perjudicado a películas como 'Lincoln' o 'La noche más oscura'

Preparativos de los Osca en la puerta del Dolby Theatre.lucas jackson (reuters)

El cine y la política son extraños compañeros de viaje. Siempre lo han sido, pero este año se ha exacerbado cuando los políticos —no los críticos, ni el público ni los encargados de las campañas publicitarias, no, los políticos—, han sido capaces de influir en el voto de los académicos. La noche más oscura pasó de ser una de las películas más premiadas del año a la más improbable ganadora del Oscar gracias a los ataques recibidos desde Washington “por perpetuar el mito de que la tortura es efectiva”. ...

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El cine y la política son extraños compañeros de viaje. Siempre lo han sido, pero este año se ha exacerbado cuando los políticos —no los críticos, ni el público ni los encargados de las campañas publicitarias, no, los políticos—, han sido capaces de influir en el voto de los académicos. La noche más oscura pasó de ser una de las películas más premiadas del año a la más improbable ganadora del Oscar gracias a los ataques recibidos desde Washington “por perpetuar el mito de que la tortura es efectiva”. De Django desencadenado ya ni se habla, porque es una película violenta estrenada en medio de una de las peores masacres en EE UU. Y hasta Lincoln puede perder el Oscar, que hasta hace un mes parecía suyo, por culpa de la historia de la que se vanagloriaba: este retrato histórico tan perfecto, que a petición de Steven Spielberg se repartirá gratuitamente en las escuelas estadounidenses que lo reclamen, al final no es tan perfecto, y tuvo que ser un congresista, Joe Courtney, encima demócrata, el que levantó la liebre para decir que Lincoln es el mayor impostor de los Oscar.

Nunca había sido así. La opinión de la clase política escasamente interesó durante ochenta años a los miembros de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood a la hora de emitir su voto. Hubo películas políticas y polémicas pero nunca con la repercusión de 2013. Tampoco Hollywod buscó tanto el apoyo de su clase política como en esta edición. La primera dama Michelle Obama es la fan número uno de Q, como llama a la candidata Quvenzhané Wallis, y por ella hizo una proyección de Bestias del sur salvaje en el 1.600 de la Avenida Pensilvania. El vicepresidente Joe Biden departió con David O. Russell y Bradley Cooper sobre enfermedades mentales tras mostrar en la Casa Blanca El lado bueno de las cosas.

En la Casa Blanca se han proyectado tres de los nueve filmes candidatos

Y antes de llegar al público y a la crítica los productores de Lincoln organizaron proyecciones en el Congreso, para ambas cámaras, y en la Casa Blanca, en una recepción que incluyó la presencia no solo de Barack Obama sino de Spielberg y Daniel Day-Lewis, quien además tuvo derecho a una visita privada por el que fue el dormitorio de Abraham Lincoln. Otro presidente fue reclutado para la promoción del drama de Spielberg: Bill Clinton fue el encargado de presentar el filme en la pasada entrega de los Globos de Oro. Sin embargo ese mismo día Lincoln perdió el preciado galardón y desde entonces todo ha ido cuesta abajo. “Son meticulosos hasta en el tic tac del reloj, por eso no entiendo por qué no lo son en el punto álgido del largometraje”, insistió indignado el congresista Joe Courtney sobre el hecho que dos conocidos abolicionistas de Connecticut salgan en la película votando en contra de la abolición de la esclavitud. Spielberg no ha entrado en la refriega, y varios políticos han solicitado una nueva versión antes de que el DVD se reparta en las escuelas como si fuera Historia. Su guionista y también candidato al Oscar, Tony Kushner, no mejoró la situación cuando dijo: “Es aceptable manipular pequeños detalles” en aras de mejorar el dramatismo.

A los académicos no les gusta que les den gato por liebre. Argo también recibió sus críticas, especialmente del embajador canadiense, Ken Taylor, que dio refugio a los trabajadores estadounidenses que escaparon de la crisis de los rehenes en Irán que muestra la película. Pero Ben Affleck fue rápido en responder y desde su primera entrevista habló de licencias dramáticas en lugar de defender las verdades históricas de Argo. Eso sí, añadió la voz del entonces presidente Jimmy Carter a sus títulos de crédito para sellar la obra con el testimonio de alguien que no pudo hablar en su momento de esta operación que le habría asegurado un segundo mandato. Carter fue derrotado por Ronald  Reagan.

La noche más oscura ya recibió críticas antes de su estreno, cuando la película de Kathryn Bigelow sobre la caza, captura y asesinato de Osama Bin Laden era tachada de propaganda de Obama en año electoral. Se habló de trato de favor pero nadie esperaba una carta abierta de políticos de ambos partidos criticando la forma en la que se muestra la tortura, porque perpetua la idea de que fue necesaria para localizar al terrorista más buscado de la historia. “Tienen la obligación moral y social de contar las cosas como fueron", dijeron al alimón los senadores demócratas Dianne Feinstein y Carl Levin y el republicano y aspirante a la presidencia John McCain en esa misiva. Otros, como el jefe en funciones de la CIA, Michael Morell, refrendaron la protesta y el efecto entre unos académicos mayormente demócratas fue fulminante. Irónicamente, La noche más oscura lleva ya 64,5 millones de euros en Estados Unidos, mucho más de lo esperado, poniendo de manifiesto que cuando se trata de cine el público no escucha a sus políticos.

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