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La consagración de Valli

El diseñador italiano Giambattista Valli presenta su segunda colección de alta costura, de inspiración floral, en la semana de alta costura en París

Para esta segunda incursión, Valli eligió un territorio mítico. Los salones del Hôtel de Crillon abiertos a la Place Concorde son un símbolo de París. Es el mismo lugar, por ejemplo, en el que presenta Nicolas Ghesquière las colecciones de Balenciaga. Para la temporada primavera/verano 2012, el italiano apostó por un tema tan habitual en él como para la estación: las flores. Si Valli ha conseguido su reconocimiento con tanta rapidez se debe a que, desde su creación en 2005, su marca cuenta con la fidelidad de las nuevas generaciones de potenciales clientes de alta costura. De Carlota Casiraghi a Jessica Biel, pasando por Olivia Palermo.BENOIT TESSIER (REUTERS)
Valli trabajó el manido recurso floral, ante todo, como una excusa para investigar las técnicas que hacen grande el oficio de la alta costura. Las flores aparecieron desde el principio. Por ejemplo, en guirnaldas bordadas que querían emular la porcelana de Sevres sobre delicado encaje. O como una marea negra que avanzaba sobre un vestido camisero de muselina a topos. Los cinturones con lazos de metal y otras soluciones escultóricas servían para equilibrar el romanticismo.BENOIT TESSIER (REUTERS)
El desfile de Valli tuvo lugar poco después de que Dior mostrara su segunda colección de alta costura sin John Galliano. Por casualidad o no, se oían en el trabajo de Valli algunos ecos la silueta Bar que tantas veces ha declinado la casa. El perfil del símbolo del New Look se reconocía en chaquetas sin mangas de ajustada cintura y exageradas caderas. La silueta, eso sí, se compensaba con una falda lápiz en lugar del modelo voluminoso con el que Dior revolucionó la historia de la moda en 1947.BENOIT TESSIER (REUTERS)
La primera jornada de la semana de la alta costura estuvo protagonizada por los voluminosos vestidos de Dior y también de Valli. La secuencia de trajes largos del italiano empieza con modelos más flexibles. Por ejemplo, los de muselina drapeada color berenjena o frambuesa. O en vestidos negros completamente cubiertos de cuentas. Pero la intensidad va creciendo y termina estallando en unas grandilocuentes piezas de organza estampada con ramos de hortensias. “Hay un nuevo consumidor de alta costura, más joven”, afirmaba satisfecho tras el desfile.BENOIT TESSIER (REUTERS)