El Reino Unido y Argentina, cara y cruz de la lucha contra el calentamiento
El Gobierno británico busca recuperar el liderazgo internacional en la diplomacia climática mientras Milei da un paso atrás en la cumbre de Bakú
El Reino Unido y Argentina son la cara y la cruz en la cumbre del clima de la ONU que se está celebrando en Bakú (Azerbaiyán), la COP29. Mientras que en la primera semana de la conferencia el presidente Javier Milei ordenó regresar a su país a la delegación argentina, el Gobierno britán...
El Reino Unido y Argentina son la cara y la cruz en la cumbre del clima de la ONU que se está celebrando en Bakú (Azerbaiyán), la COP29. Mientras que en la primera semana de la conferencia el presidente Javier Milei ordenó regresar a su país a la delegación argentina, el Gobierno británico lleva desde el principio multiplicando los gestos y anuncios para “restaurar el papel del Reino Unido como líder climático”, como dijo el martes el primer ministro laborista Keir Starmer desde Río de Janeiro, Brasil, en el cierre de la cumbre de líderes del G-20.
“Indudablemente, la política climática ha cambiado si se compara con el Gobierno conservador anterior”, afirma Rebecca Newsom, analista de la delegación británica de Greenpeace que está en Bakú. “Incluso en los primeros cien días del nuevo Gobierno laborista, se tuvo la confirmación del compromiso para poner fin a las nuevas licencias de petróleo y gas”, añade esta especialista en política de la ONG ecologista. Newsom cita también otras medidas adoptadas ya: como una nueva subasta de renovables para incrementar la eólica marina. “Fue un comienzo sólido y definitivamente señaló un cambio de dirección”, añade.
En el plano internacional, justo al inicio de la COP29, el Reino Unido anunció la actualización de su plan climático —unos programas nacionales que en el marco de la ONU se conocen por las siglas NDC— en el que se compromete a reducir las emisiones de efecto invernadero de la economía británica un 81% en 2035 en comparación con los niveles de 1990, situándose a la cabeza de los países desarrollados. “Creo que en esta conferencia también ha ayudado mucho que el Reino Unido haya presentado una NDC a 2035 relativamente ambiciosa”, añade Newsom. “Relativamente ambiciosa”, recalca intentando bajar algo el entusiasmo.
Pero lo importante no es solo el plan, que lo es y mucho, sino que haya sido de los primeros países en hacerlo. 2025 está marcado en el calendario de las negociaciones climáticas como el año en el que las casi 200 naciones que participan en este proceso deben actualizar sus NDC y fijarse nuevos objetivos para 2035 de recorte de las emisiones que ayuden a cumplir el Acuerdo de París, que persigue que el calentamiento se quede dentro de los límites lo menos catastróficos posibles.
“Hasta donde podemos juzgar, nos parece una NDC ambiciosa, aunque nos falta más información”, sostiene por su parte Niklas Höhne, del NewClimate Institute. “Pero el Reino Unido es realmente un muy buen ejemplo de cómo un país establece políticas climáticas durante un largo período de tiempo”, añade en referencia a la pionera ley climática que otro gobierno laborista aprobó en 2008 y que, aunque con vaivenes en su aplicación, se ha mantenido. Esa política de largo recorrido ha permitido, por ejemplo, que el Reino Unido se haya desenganchado del carbón y este año haya cerrado en octubre su última central eléctrica que se alimentaba con ese combustible, apunta Thea Uhlich, de la organización Germanwatch.
Estas dos organizaciones han presentado este miércoles en Bakú su Índice de Desempeño del Cambio Climático, que analiza desde hace dos décadas las políticas contra el calentamiento de los países que más contribuyen al problema. En esta edición se han escudriñado las medidas de 63 países además de la Unión Europea; este conjunto de naciones son responsables del 90% de las emisiones de efecto invernadero globales. El Reino Unido escala 14 puestos en una clasificación que está encabezada por Dinamarca y Países Bajos. Los británicos están justo a continuación.
España ocupa el puesto 19, con un rendimiento calificado de “medio” partiendo de los criterios que se utilizan en este índice. El componente que más cuenta, con un peso del 40%, son las reducciones de las emisiones, y las políticas climáticas, el impulso a las renovables y el uso de la energía tienen un peso del 20% cada uno.
Por contra, Argentina ocupa el puesto 59 de la clasificación, cae seis puntos respecto al año anterior. Jan Burck, también de Germanwatch, ha recordado que el presidente Milei “es un negacionista” del cambio climático causado por ser humano. Además, su Gobierno “ha borrado todas las referencias de todos los documentos oficiales al cambio climático y la crisis climática”, ha advertido Burck. “Este estado de negación conduce al estancamiento y la regresión de la acción climática”, advierte el informe presentado este miércoles, en el que sin embargo los expertos apuntan a que “gobiernos locales y ciudades han implementado políticas respetuosas con el clima” al mismo tiempo dentro del país latinoamericano.
Tras la retirada de la delegación argentina de la COP29, el temor a que Argentina diera el paso de salir del Acuerdo de París, como hizo Donald Trump en su anterior mandato, se había acrecentado. Sin embargo, el canciller argentino, Gerardo Werthein, ha asegurado al periódico uruguayo El Observador que Argentina no abandonará el Acuerdo de París. “Estamos simplemente reevaluando nuestras posiciones”, ha sostenido Werthein. Esta situación recuerda a lo que ocurrió con Brasil en 2018 y 2019, cuando Jail Bolsonaro prometió sacar a su país del Acuerdo de París, aunque luego reculó ante el temor a que ese paso pudiera afectar a sus exportaciones.
En estos momentos, Brasil se puede considerar que está en las antípodas de Bolsonaro. De hecho, el Gobierno brasileño también ha traído a la cumbre un nuevo objetivo para 2035: reducir sus emisiones entre un 59% y un 67% en comparación con las de 2005. Ese país acogerá la cumbre del próximo año en la que se pondrán sobre la mesa todas las NDC y el presidente Lula da Silva se ha esforzado en la reunión del G-20 de esta semana en incluir en la declaración final de la cita importantes mensajes de defensa de la lucha contra el cambio climático ante el nuevo panorama que se abre con la llegada en enero de Trump.
En esa labor también ha vuelto a jugar un papel importante el Reino Unido. Starmer, uno de los pocos líderes de las principales naciones del mundo que acudió a la apertura de la COP29, viajó luego a Río y el martes presentó una alianza global de energía limpia que pretende impulsar la financiación climática internacional. En esa alianza están también países como Brasil, Australia, Canadá y Francia.