Guterres advierte de que ningún gobierno detendrá la “revolución de las energías limpias” tras la victoria de Trump

La ausencia de los líderes de las naciones más emisoras y la defensa de los combustibles fósiles como un “regalo de Dios” por parte del presidente de Azerbaiyán marcan el inicio de la cumbre del clima de Bakú

António Guterres, secretario general de la ONU, durante su intervención en la cumbre del clima de Bakú, capital de Azerbaiyán.Maxim Shemetov (REUTERS)

La baja participación de los mandatarios de las naciones que más gases de efecto invernadero emiten a la atmósfera ha marcado el tramo inicial de la cumbre del clima, la COP29, que este año se celebra en la capital de Azerbaiyán y que durante el martes y miércoles acoge las declaraciones de aproximadamente 80 jefes de Estado y de Gobierno. Además, el temor a que la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca suponga un freno a la lucha contra el cambio climático también está muy presente. António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, ha abierto el segmento de alto nivel de la cumbre este martes. No ha mencionado al republicano en su discurso ante el plenario, pero ha dejado un recado que bien podría entenderse como un mensaje para Trump: “La revolución de las energías limpias ya está aquí. Ningún grupo, ninguna empresa ni ningún gobierno pueden detenerla”.

También ha defendido lo baratas que son ya las energías solar y eólica y ha criticado que se siga apostando por invertir en los combustibles fósiles, un discurso que contrasta con el pronunciado por Ilham Aliyev, presidente de Azerbaiyán desde 2003. Su país preside la COP29 y tiene una responsabilidad clave en las negociaciones, en las que participan alrededor de dos centenares de países, que se centrarán en gran medida en la financiación climática. En el discurso inaugural, Aliyev ha cargado contra los medios de comunicación occidentales a los que ha acusado de desinformar por criticar sus palabras y calificar a su país como un petroestado. Ha lanzado un alegato de defensa de los combustibles fósiles, principal motor económico de su país, a los que ha equiparado con las fuentes de energía limpia. En su opinión, los combustibles fósiles son un “regalo de Dios”, como lo son todos los “recursos naturales” con los que cuenta una nación, y ha citado “el petróleo, el gas, el viento, el sol, el oro, la plata, el cobre”. “No se debe culpar a los países por tenerlos”, ha añadido, porque los “mercados” y las “personas” los necesitan.

Aunque ha dicho sentirse comprometido con la transición energética, ha abogado por ser “realistas”, enlazando así con las narrativas empleadas por los sectores más retardistas en la lucha contra el cambio climático. Hace unos días Aliyev ya fue criticado por unas declaraciones similares en las que también llamaba “regalo de Dios” a los combustibles. Este martes, desafiante, lo ha vuelto a repetir. “Cítenme”. La sede de cada cumbre del clima, que se celebran desde los años noventa, rota por regiones y este 2024 tocaba en el área de Europa del Este. Varios países presentaron candidaturas, pero Rusia los fue vetando porque formaban parte de la UE. Finalmente, se presentó Azerbaiyán, que logró no ser vetada por ninguna nación del bloque de Europa del Este. El año pasado ya fue polémica la sede al recaer en otro país petrolero, Emiratos Árabes Unidos.

El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, habla este martes ante el plenario de la COP29. Maxim Shemetov (REUTERS)

Guterres y Aliyev han sido los encargados de abrir este martes el segmento de la cumbre en el que intervienen los mandatarios de los países. Alrededor de 80 líderes asistirán a Bakú y hablarán durante el martes y el miércoles. Pero el bloque de los seis grandes emisores del planeta (por este orden China, Estados Unidos, India, la UE, Rusia y Brasil) prácticamente no estará representado. Sí acude el presidente español Pedro Sánchez, y sus homólogos de Italia y Reino Unido, Giorgia Meloni y Keir Starmer, respectivamente. Además, también intervendrán el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, pero no la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, cuyo nuevo equipo afronta desde este martes su examen ante el Parlamento Europeo. En el bloque europeo, destacan las ausencias de los mandatarios de las dos mayores potencias de la UE: Alemania y Francia. De fuera de la UE son significativas las bajas de los mandatarios de China (aunque Xi Jinping enviará un mensaje), Estados Unidos, India, Rusia y Brasil. En el caso de estos dos últimos países está prevista la asistencia de su primer ministro y el vicepresidente, pero no de Vladímir Putin y Lula a Silva.

Que no acudan sus líderes a estas cumbres no significa que no vayan a ser activos en las negociaciones estos Estados. De hecho, estos países envían grandes delegaciones que suelen estar encabezadas por ministros o enviados especiales para el clima. Pero el bajo perfil de los mandatarios de primer nivel sí da una idea de la pérdida de foco que está sufriendo la lucha contra el cambio climático en un convulso panorama internacional.

Guterres, que ha hablado después de Alíyev, ha entrado de lleno este martes en el debate central de la COP29. En esta conferencia se debe acordar un nuevo objetivo de financiación climática, es decir, los fondos que deben fluir desde los países con más recursos hacia las naciones con menos ingresos para que ellas también puedan limpiar su sistemas energéticos de gases de efecto invernadero y protegerse ante los impactos crecientes del calentamiento global. Y ante el multimillonario reto que supone esto, la búsqueda de nuevas vías de financiación más allá de los gobiernos cobra cada vez más fuerza. Guterres ha abogado por “aprovechar las fuentes innovadoras” y ha puesto como ejemplo “los gravámenes sobre el transporte marítimo, la aviación y la extracción de combustibles fósiles”. “Los contaminadores deben pagar”, ha reclamado.

Si la financiación y ese nuevo objetivo a aplicar a partir de 2025 es el gran tema de las negociaciones más técnicas de la COP29, el asunto más político es sin duda la victoria de Donald Trump y cómo puede afectar a la lucha internacional contra el cambio climático. El equipo negociador de EE UU que está presente en esta cumbre es todavía el de la saliente administración demócrata, pero a nadie se le escapa que Trump ya sacó a su país del Acuerdo de París en su anterior mandato y que los compromisos que se adquieran en Bakú pueden ser papel mojado para la nueva Casa Blanca.

Pero Guterres ha insistido este martes en la necesidad de combatir un calentamiento global causado por el ser humano que sobrealimenta los desastres naturales. “Ningún país se libra”, ha advertido. El secretario general de la ONU ha recordado que está crisis es desigual tanto cuando se busca a los causantes como cuando se rastrea en busca de los que más la sufren. “Los ricos causan el problema, los pobres pagan el precio más alto”. Ha aludido a un reciente informe de Oxfam que señalaba que “los multimillonarios más ricos emiten más dióxido carbono en una hora y media que una persona media en toda su vida”.

Financiación climática

Guterres, además, ha denunciado este martes los problemas que sufren los países en desarrollo que quieren adaptarse y luchar contra el calentamiento, como la escasa financiación y una deuda asfixiante. “El año pasado, los mercados en desarrollo y emergentes fuera de China recibieron solo 15 céntimos de cada dólar invertido en energía limpia a nivel mundial”, ha explicado.

Por eso la COP29 debe “derribar los muros a la financiación climática”. “Necesitamos un nuevo objetivo financiero que esté a la altura del momento”, ha recalcado. El vigente objetivo de financiación climática se estableció en otra cumbre, en 2009. Se acordó que a partir de 2020 se movilizarían (con ayudas directas, créditos y otro tipo de herramientas) 100.000 millones de dólares anuales desde los países desarrollados a los considerados en desarrollo. Ahora Guterres, como muchas de las naciones en desarrollo, habla de la necesidad de que “las finanzas públicas” movilicen “los billones de dólares que necesitan los países en desarrollo”.

En ese contexto es en el que Guterres ha apostado por la fijación de nuevas tasas a la aviación y el transporte marítimos internacionales y a la extracción de combustibles fósiles. También ha hablado de la necesidad de establecer mayor “transparencia y rendición de cuentas” para que los países en desarrollo tengan “la confianza de que el dinero se materializará”. Por último, ha reclamado que los bancos multilaterales sean recapitalizados para que puedan aportar más financiación. “La financiación climática no es caridad, es una inversión”.

Aunque el secretario general ha dibujado un panorama en el que el avance del calentamiento se traduce en huracanes, inundaciones y cosechas perdidas que causan hambruna, también ha hablado de algunos motivos para la esperanza. Por ejemplo, el avance en las renovables, llamadas a desplazar a los principales causantes del problema: los combustibles fósiles. “En casi todas partes, la energía solar y eólica son las fuentes más baratas” a la hora de instalar nuevas fuentes de electricidad.

Nuevo objetivo del Reino

Entre las buenas noticias que se esperan para el arranque de la cumbre está el nuevo plan climático que se prevé que anuncie el primer ministro del Reino Unido, el laborista Keir Starmer, que ha dado un giro verde a su país tras los convulsos años de gobiernos conservadores. Según ha adelantado The Guardian, el Reino Unido se comprometerá a reducir las emisiones un 81% en 2035 en comparación con los niveles de 1990. En la cumbre del próximo año, que se celebrará en Brasil, todas las naciones deberán oficializar sus planes climáticos actualizados con metas para 2035 de recorte de sus emisiones. Pero se espera que durante los primeros meses de 2025 se anuncien ya esos programas. El Reino Unido es una de las primeras potencias internacionales en hacerlo. Brasil también ha llevado a la cumbre un nuevo objetivo para 2035: reducir sus emisiones en entre un 59% y un 67% en comparación con los datos de 2005.

La cumbre empezó también el lunes con un acuerdo entre todos los negociadores sobre un aspecto técnico que llevaba casi una década atascado: las reglas de un futuro mercado de emisiones de dióxido de carbono liderado por la ONU, lo que se conoce en la jerga de la diplomacia climática como el artículo 6,4. Aunque todavía quedan algunos flecos por desarrollar, los países han acordado ya las normas de funcionamiento de estos mercados, que permitirán compensar las emisiones más difíciles de eliminar. “Cuando estén en funcionamiento, estos mercados de carbono ayudarán a los países a implementar sus planes climáticos de manera más rápida y económica, reduciendo las emisiones”, ha explicado Simon Stiell, secretario ejecutivo del área de cambio climático de la ONU, este martes.

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