Cómo explicar la crisis climática a los hijos: rigor científico sin alentar la ecoansiedad
El meteorólogo Martín Barreiro y la productora Ana Mariño publican un libro de divulgación sobre el calentamiento global y los eventos extremos para el público infantil: “creemos en su capacidad y su curiosidad”
“El cambio climático no es un problema para la Tierra, sino para nosotros, los seres humanos”. Así comienza El extraordinario planeta A (Ideaka, Edelvives), el libro que el meteorólogo Martín Barreiro y su pareja, la productora audiovisual Ana Mariño, han escrito pensando principalmente en sus hijos —de 12 y 10 años— y en llenar un vacío que han detectado en la comunicación de la crisis climática. “Se han...
“El cambio climático no es un problema para la Tierra, sino para nosotros, los seres humanos”. Así comienza El extraordinario planeta A (Ideaka, Edelvives), el libro que el meteorólogo Martín Barreiro y su pareja, la productora audiovisual Ana Mariño, han escrito pensando principalmente en sus hijos —de 12 y 10 años— y en llenar un vacío que han detectado en la comunicación de la crisis climática. “Se han contado muchas cosas, pero creíamos que quedaban muchas más por contar y, sobre todo, que no se estaban contando a todo el mundo”, explica Barreiro.
Esa primera frase del libro, centrando esta crisis como un problema para el ser humano fundamentalmente, es toda una declaración de intenciones de cómo ambos han abordado las explicaciones sobre el calentamiento global y los impactos que genera: con respeto intelectual hacia los lectores a los que se dirigen. “Los niños se cuestionan muchas cosas y tienen mucho interés, y dar por hecho que no van a entender algo es presuponer demasiado; creemos en su capacidad y su curiosidad”, resume Barreiro, que presenta la información del tiempo los fines de semana en TVE.
El libro, que acaba de publicarse y cuenta con las ilustraciones de Daniel Montero y Ángel Svoboda, está destinado en principio a menores a partir de los 10 años, aunque Mariño aclara que las figuras “aportan un campo visual como para que un niño o una niña de menos edad pueda disfrutar igualmente”. Aún así, que la frontera se haya situado en los 10 años no es algo arbitrario, explica Mariño: “es el momento a partir del que un niño explora su entorno, en el que empieza a reconocer que efectivamente el mundo no solo es él y su familia, sino que hay más y forma parte de un todo”.
Ese todo que les rodea está marcado a fuego por el calentamiento global, que va bastante más allá del aumento de las temperaturas que hace que se sucedan los récords de calor día sí y día también. Porque esta crisis está impulsando también los fenómenos meteorológicos extremos, que se están volviendo cada vez más frecuentes y duros. A lo largo de El extraordinario planeta A se explican episodios de lluvias torrenciales, sequías extremas, ciclones, olas de calor... Y, de nuevo, con una vocación de rigor científico. “El grueso del libro pivota sobre unos fenómenos meteorológicos extremos concretos que hemos elegido a partir de noticias reales”, detalla Barreiro. Todos cuentan con “un estudio de atribución”.
La atribución es, seguramente, uno de los grandes saltos que ha dado recientemente la ciencia climática. Porque de hablar de lo que podría ocurrir se ha pasado a lo que ya ocurre debido al cambio climático. Los estudios de atribución se centran en analizar el papel que ha jugado el calentamiento global en un episodio concreto, como una ola de calor o unas inundaciones. Lo que se determina es la probabilidad de que ese fenómeno hubiera ocurrido o no y con qué intensidad en un mundo no sometido a esta crisis climática, que está provocada por los gases de efecto invernadero que expulsa el ser humano.
“Llevo 20 años trabajando en esto”, explica Barreiro, “y antes hablábamos de cambio climático, pero siempre con cierto pudor porque no se podía ser tajante, hasta que de repente tenemos una herramienta que atribuye directamente, o con una probabilidad muy alta, al calentamiento global que una tormenta concreta haya sido mucho más grande o que una ola de calor haya sido tan larga e intensa”. Y añade: “muchos de los mensajes sobre cambio climático que llegaban antes eran lejanos, muy genéricos”.
Al tratarse de eventos reales, tienen consecuencias muy duras para la población, como las inundaciones de Pakistán de 2022 que causaron una crisis humanitaria. “Hemos tratado de limarlas para que no sean demasiado dolorosas, pero son eventos que ocurren”, explica Mariño. Barreiro reconoce que se han planteado en muchas ocasiones cómo acercarse a estos episodios para evitar “trasladar a los niños la ecoansiedad”. Porque aspiraban a lo contrario: “buscamos no generar ansiedad sino acción; la ansiedad es una respuesta natural para un miedo, que es algo necesario que tengamos, pero lo que puede generar es inacción”.
La forma de evitarlo es planteando alternativas, como explica Mariño. “Mostramos cómo en distintas partes del mundo se están promoviendo diversos caminos (...) Cada día desde que te levantas puedes tomar ciertas decisiones que, aunque puedan parecer nimias, no lo son y cambian el transcurso del día, de la semana, del año... Y eso ampliado a tu barrio, a la sociedad que te rodea, puede resultar determinante”.
¿Nos fumigan?
El libro aborda y desmiente además algunos bulos medioambientales muy extendidos, como el de las estelas de los aviones y la falsa manipulación del clima. “Este tipo de noticias falsas pueden formar parte de la conversación de una cena en una familia, así que creo que es importante que el niño tenga espíritu crítico y que sepa que tras estas afirmaciones hay un teléfono escacharrado que hace que lo que en un principio era noticia vaya creciendo y convirtiéndose en una mentira”, apunta Mariño. Barreiro advierte además de que los bulos medioambientales se han colado “en la conversación diaria”. “Hay un auge del negacionismo y del disparate”.
Este meteorólogo sostiene que su libro tiene “bastantes capas o niveles de comprensión“. “Lo puede leer una persona adulta perfectamente, porque hay contenidos que son complejos o lo suficientemente densos que incitan a buscar más sobre los temas de los que se habla”. Y zanja: “nuestra intención era dejar una semilla para que luego crezcan más cosas y surja la curiosidad”.
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