López de Uralde, ecologista: “No entiendo que agricultores apoyen el negacionismo climático de Vox si son los principales perjudicados”
El exdirector de Greenpeace y diputado, que no repetirá en el Congreso por haberse quedado fuera de las listas de Sumar, pide a los ciudadanos que voten para evitar un paso atrás sin precedentes
Tras ocho años como diputado, el ecologista Juan López de Uralde (San Sebastián, 59 años) no repetirá en el Congreso después de las elecciones del 23-J, pues se quedó fuera de las listas confeccionadas por Sumar. Desde San Sebastián, donde pasa unos días, el exdirector de Greenpeace y fundador de Equo, que en la actualidad forma parte de Alianza Verde, dentro de Unidas Podemos, alerta en una entrevista por videoconferencia de lo que supondría un hipotético gobierno del Partido Popular con Vox en ...
Tras ocho años como diputado, el ecologista Juan López de Uralde (San Sebastián, 59 años) no repetirá en el Congreso después de las elecciones del 23-J, pues se quedó fuera de las listas confeccionadas por Sumar. Desde San Sebastián, donde pasa unos días, el exdirector de Greenpeace y fundador de Equo, que en la actualidad forma parte de Alianza Verde, dentro de Unidas Podemos, alerta en una entrevista por videoconferencia de lo que supondría un hipotético gobierno del Partido Popular con Vox en un momento crucial para la lucha contra el cambio climático y el medio ambiente.
Pregunta. ¿Cuáles son sus planes inmediatos después de las elecciones?
Respuesta. Soy ecologista, mi ADN es ecologista, por lo tanto, en eso voy a seguir. De momento, continúo como coordinador general de Alianza Verde y a partir del 23 [de julio] veremos qué ocurre.
P. ¿Se ha planteado dejar la política?
R. Estoy convencido de la necesidad del ecologismo político, pero en este momento contemplo todas las alternativas, desde volver a mi actividad privada a continuar en la política, depende de lo que ocurra en las próximas semanas.
P. ¿Cómo ve la situación actual de la política en medio ambiente o cambio climático en España?
R. El 17 de septiembre de 2019, el Congreso aprobó con una clara mayoría la declaración de emergencia climática en el país, con 311 votos a favor y solo 24 en contra, de Vox. Sin embargo, hoy la situación ha cambiado por completo. Estamos andando para atrás, como los cangrejos. Es verdad que siempre ha habido altibajos para el medio ambiente, como en la época en la que Rajoy salió con aquello de su primo y el cambio climático, pero la crisis ecológica es de tal magnitud que ahora este retroceso es un drama. Si hubiera un gobierno del Partido Popular con Vox sería verdaderamente un paso atrás sin precedentes para el medio ambiente.
P. Tras su pacto de gobierno con Vox, la nueva presidenta de Extremadura, María Guardiola, anunció que la protección medioambiental “dejará de ser un lastre a nuestro crecimiento”. ¿Qué opina?
R. Es la demostración de que no entienden nada, porque las políticas medioambientales en este momento son el principal motor para el avance social, es una apuesta en Europa realmente decidida, una apuesta que va más allá de los sectores progresistas. Sin embargo, aquí nos encontramos unos discursos casi neandertales. No entender la importancia de las políticas ambientales para el propio futuro, en este caso, de la región extremeña, me parece dramático.
P. ¿Qué piensa de las medidas aprobadas por gobiernos de PP y Vox que van contra avances ambientales, como la eliminación de carriles bicis?
R. Evidentemente, los avances ambientales necesitan liderazgos fuertes para ser consolidados. Los procesos de peatonalización en los centros de las ciudades, por ejemplo, en un principio no son bien recibidos por la ciudadanía, pero una vez que se consolidan, si hay liderazgo, se consigue una mejora clara en la calidad de vida y para el propio comercio. Lo que está haciendo la derecha es agarrarse a un populismo muy barato para atacar políticas ambientales con cualquier excusa, nos está llevando al pasado.
P. ¿No se debería analizar también por qué la protección del medio ambiente genera tanto rechazo en una parte de la sociedad, en especial, entre gente del campo?
R. No cabe duda de que el avance en políticas ambientales ofrece flancos vulnerables. En primer lugar, porque puede suponer en el corto plazo un perjuicio para ciertos sectores o para ciertas actividades, por ello, resulta imprescindible que estas acciones vayan acompañadas de medias sociales. En algunos casos se ha hecho de forma exitosa y en otras, desgraciadamente, no. Pero también vendría muy bien un mayor respaldo de sectores de la derecha que, en lugar de apoyar, están boicoteando. En el caso del rechazo en el campo, no entiendo que agricultores apoyen el negacionismo climático de Vox si son los principales perjudicados. Sí, es necesaria la autocrítica, pero algunos sectores deberían hacérselo mirar, porque se están yendo a la ruina y culpan al mensajero de lo que está ocurriendo.
P. Pero si se produce este rechazo tan fuerte nada más empezar la transición ecológica, ¿cómo conseguir que la sociedad acepte cambios mucho más grandes?
R. Es imprescindible que haya muchas más voces ecologistas en política y en las instituciones. En España tenemos un problema, el ecologismo es muy testimonial en la política en comparación con países de nuestro entorno. Por otro lado, también resulta clave la movilización de los ciudadanos. Esto lo he vivido en primera persona, para poder sacar la Ley de Cambio Climático fue determinante la movilización de los jóvenes de Fridays for Future o Jóvenes por el Clima que se manifestaban ante el Congreso cada viernes, hasta que estalló la pandemia.
P. ¿Qué destacaría de esta legislatura en la que ha sido presidente de la comisión de transición ecológica y reto demográfico en el Congreso?
R. Hemos hecho cosas muy relevantes, como la primera Ley de Cambio Climático que se ha aprobado en España, que establece un marco para avanzar. Cuando en 2007 presentamos en Greenpeace un informe que planteaba una España con 100% de renovables prácticamente se rieron en nuestra cara, todo el mundo nos decía que era imposible, ahora esto es ley. Otro hecho que destacaría fue la ley que establece la personalidad jurídica del mar Menor, porque vino de la mano de la gente, fue una ILP, una Iniciativa Legislativa Popular, avalada por 650.000 personas. Creo que es un avance y un precedente para otros espacios. De hecho, intentamos hacer lo mismo con Doñana, pero ya llegamos tarde. Espero con todas mis fuerzas que no se produzca una marcha atrás en estos dos hitos, pues están en el punto de mira de la ultraderecha.
P. ¿Qué le pareció la lona desplegada en Madrid por Greenpeace, que colocaba juntos a Pedro Sánchez (PSOE), Alberto Núñez Feijóo (PP), Yolanda Díaz (Sumar) y Santiago Abascal (Vox), con la frase: “¿El cambio climático os la suda?”?
R. Respeto lo que dicen los movimientos sociales. Pero, desde mi punto de vista, también creo que las organizaciones ecologistas deberían ser más explícitas en el apoyo a los avances ambientales de partidos.
P. ¿Pero cuando era director de Greenpeace defendía la independencia política de las organizaciones ecologistas?
R. Defiendo la independencia, pero no pasa nada por decir a la gente quiénes son los que nos van a llevar con sus políticas al horno del calentamiento. Otros colectivos sociales no se cortan un pelo. Los cazadores directamente piden el voto para Vox o para el PP, pero los ecologistas se resisten a reconocer que en este país es la izquierda la que está liderando las políticas ambientales. Lo digo desde el respeto y como una persona que ha militado mucho tiempo, pero deberían ser más explícitos porque en muchas ocasiones esa complicidad con los colectivos sociales es imprescindible.
P. ¿Qué cree que puede pasar en las elecciones de este domingo?
R. El domingo puede pasar lo que no queremos, pero también puede no pasar. Todo el mundo que esté preocupado por el medio ambiente debería ir a votar, porque sin lugar a dudas en un gobierno de la derecha y la extrema derecha, el medio ambiente sería una víctima principal.
P. El activismo climático reclama más asambleas ciudadanas e iniciativas de participación de este tipo para evitar la polarización provocada por los partidos políticos en la lucha contra el calentamiento del planeta.
R. Sin lugar a dudas, las iniciativas de participación ciudadana son clave. Pero creo que hay que combinar ese trabajo social con una imprescindible complicidad con políticos que avalen y que faciliten que esas iniciativas puedan ir adelante. Si la ley del mar Menor no hubiera contado en el Congreso con una comisión de transición ecológica dispuesta a llevarla adelante con fuerza y con interés, a lo mejor no hubiera llegado a convertirse en ley. Hacen falta las dos partes.
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