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Una erupción volcánica abrió las puertas de Europa a la peor pandemia de la historia

Un invierno de tres años grabado en pinos del Pirineo obligó a la importación de grano de Asia central, origen de la Peste Negra

De la Peste Negra se sabe casi todo. Que fue la peor pandemia de la historia (algunos ponen por delante a la gripe de 1918). Que a Europa llegó primero a las ciudades portuarias del Mediterráneo. Que vino en barcos cargados de grano, pero también de ratas y pulgas, vectores de la bacteria causante, la Yersinia pestis. Que los navíos procedían de puertos de los mares Negro y el Azov, puertas de salida de las estepas de Asia central. Y que la genética apunta a que la mortífera cepa tuvo su origen en roedores salvajes de las laderas de las montañas Tian Shan, en la actual Kirguistán. Pero, ¿Por qué se desató en 1347? ¿Por qué no en 1348, 1350 o 10 años más tarde? La respuesta está escrita en unos pinos del Pirineo.

Investigadores de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y del Instituto Leibniz para la Historia y la Cultura de Europa del Este (GWZO, por sus siglas en alemán) creen haber encontrado no el origen de la peste bubónica, que emergió en Asia central, sino por qué castigó tanto a Europa y por qué lo hizo cuando lo hizo. La pandemia tuvo su clímax entre 1347 y 1353, siete años en los que murieron entre 80 y 200 millones de personas y cambió para siempre la historia europea. En la península ibérica, por ejemplo, mató hasta el 65% de la población. En un trabajo publicado en la revista científica Communications Earth & Environment detallan la sucesión de eventos que llevaron al desastre.

El principio de todo lo han encontrado en varios pinos de los Pirineos centrales. Solo crecen en verano y lo vigoroso o magro de ese crecimiento se ve en los anillos de sus troncos. Lo que han detectado es que se detuvo al menos durante tres veranos consecutivos desde el de 1345. Raúl Sánchez, de la Universidad Pablo de Olavide se dedica a la dendroclimatología. “Con el avance del verano, los árboles generan lignina, un polímero, para engrosar las paredes de sus células, para no tener una embolia”, explica Sánchez, no relacionado con el estudio. “Cuando hay una anomalía térmica fría, su densidad baja”. Eso es lo que vieron los autores en árboles muestreados en el norte de Europa, los Alpes o Grecia. “Pero cuando es muy extrema, dejan de fabricar lignina”. Y esto solo lo han visto en los pinos pirenaicos.

¿Qué provocó aquel enfriamiento? Buceando en los registros históricos han encontrado referencias en japonés, chino, y en escritos alemanes o ingleses de un oscurecimiento del cielo muy prolongado. Descartada una anomalía solar, vieron en núcleos de hielo la señal de varias erupciones volcánicas justo en los años previos al inicio de la pandemia, una marca que coincide con la atrofia de los anillos de los árboles. En concreto, un volcán por identificar entró en erupción en el verano de 1345. Aquella erupción lanzó a la atmósfera 14 millones de toneladas de sulfuros. Por comparación, la del Pinatubo (Filipinas) de 1991 emitió seis millones y provocó un descenso global medio de la temperatura de 1,5º. En los años inmediatamente anteriores y posteriores a la principal hubo otras tres erupciones en el hemisferio norte, aunque de menor magnitud.

La agricultura europea no pudo aguantar tres años tan fríos. Hay registros que muestran que la producción de uva para el vino se perdió en la mayor parte de la Europa meridional. Lo peor se lo llevaron las malogradas cosechas de grano y sin trigo o cebada, llegó el hambre, en especial a las ciudades. Por entonces, la Italia septentrional estaba entre las regiones más urbanizadas. Fueron en estas ciudades, auténticas potencias de la época, como Génova o Venecia, donde aparecieron los primeros brotes de peste. ¿Por qué?

“Una ciudad como Florencia podía autoabastecerse con su propia producción solo cinco meses al año y tenía que importar grano incluso en años de bonanza”, recuerda Martin Bauch, historiador de la Edad Media en el GWZO y coautor del estudio. “Otras ciudades más pequeñas, como Siena, solían autoabastecerse con sus territorios circundantes, pero en caso de una mala cosecha, era necesario importar”, añade Bauch. Sin embargo, también hubo grandes ciudades como Milán o Roma que controlaban territorios tan extensos que prácticamente nunca tuvieron que importar grano. “Resulta significativo que estas fueran las ciudades donde no se desató la Peste Negra”, completa.

Ante la escasez y el riesgo de levantamientos, los europeos miraron al este, a las estepas que, ayer como hoy, eran grandes productoras de grano. El problema es que entonces mandaba la Horda de Oro y las dos potencias italianas, Génova y Venecia, guerreaban con los mongoles. “Los Consejos de ambas ciudades presionaron en el segundo trimestre de 1347 para una rápida paz”, recuerda Bauch. Ya en el tercer trimestre, empezaron a llegar los barcos cargados de grano a los puertos de la Europa mediterránea. Y, con ellos, la peste. Las fechas encajan. Todos los primeros brotes se dieron en ciudades portuarias. En Génova, la pesadilla empezó en noviembre. En Palma de Mallorca y Marsella en diciembre y ya en enero del 48 en Venecia. La apertura del comercio al este evitó la muerte por hambre, pero trajo la muerte negra.

Hannah Barker es historiadora en la Universidad Estatal de Arizona. Experta en las relaciones comerciales entre la Europa medieval y el Asia central, coincide con los autores: “En el período previo a la Peste Negra, del otoño de 1343 a la primavera de 1347, se produjo un conflicto entre los comerciantes italianos (genoveses y venecianos) y el gobernante mongol de la Horda de Oro (Janibek Khan) sobre quién debía controlar los puertos del Mar Negro”, dice Barker, que no ha intervenido en el estudio. “El conflicto terminó en la primavera de 1347 debido a la combinación de hambruna (presión sobre los italianos para reabrir el comercio de grano a toda costa) y peste (presión sobre los mongoles para que cesaran la lucha y se centraran en otras prioridades). La importante contribución de este nuevo artículo es explicar por qué la presión de la hambruna sobre los italianos fue tan fuerte en 1347, a diferencia de cualquier otro año”, termina.

Hace unos años, el noruego Nils Stenseth lideró un trabajo que mostró como la peste llegó a Europa en oleadas desde Asia, empujada por el clima a lo largo de la historia. Sobre la Peste Negra, dice que “una sequía en Asia Central pudo provocar el salto de la bacteria de la peste de roedores silvestres a personas”. No relacionado con el nuevo estudio, cree que “el aumento del transporte de grano desde Asia Central a Europa pudo haber desempeñado un papel clave”. Y desde las ciudades portuarias tardó poco en propagarse por todo un continente poblado por gentes castigadas ya por el frío y el hambre.

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