Dimisión en la NASA por el rechazo al cambio de nombre del telescopio James Webb, un exdirectivo acusado de homofobia
Un grupo de astrónomos reclama otra denominación para el observatorio espacial, que permitirá ver la luz de las primeras galaxias
La agencia espacial estadounidense NASA ha decidido archivar la petición de un grupo de astrónomos que reivindicaba que el James Webb Space Telescope (JWSP), un observatorio espacial desarrollado por casi una veintena de países, no lleve el nombre del directivo, al que acusan de haber colaborado con políticas homófobas. James Webb, nacido en Carolina del Norte (EE UU) en 1906, fue administrador de la NASA entre 1961 y 1968, los años en los que se fraguó la carrera espacial y el programa Apolo, que culminó en la llegada del hombre a la Luna...
La agencia espacial estadounidense NASA ha decidido archivar la petición de un grupo de astrónomos que reivindicaba que el James Webb Space Telescope (JWSP), un observatorio espacial desarrollado por casi una veintena de países, no lleve el nombre del directivo, al que acusan de haber colaborado con políticas homófobas. James Webb, nacido en Carolina del Norte (EE UU) en 1906, fue administrador de la NASA entre 1961 y 1968, los años en los que se fraguó la carrera espacial y el programa Apolo, que culminó en la llegada del hombre a la Luna en julio de 1969. Lucianne Walkowicz, que asesora a la agencia espacial, ha anunciado su dimisión tras la negativa a cambiar el nombre del telescopio.
En una carta abierta dirigida al comité asesor de astrofísica de la entidad estadounidense, Walkowicz explica su decisión: “Renuncio a mi puesto el mismo día en que la NASA decide enviar por correo electrónico a solo unos pocos periodistas seleccionados su patética posición sobre el cambio de nombre de JWST”. Según Walkowicz, con la negativa al cambio de nombre, “la NASA envía un mensaje claro de su posición sobre los derechos de los astrónomos queer [identidad de género diferente a la heterosexual y cisgénero] y me dice claramente de que no merece mi tiempo”.
En marzo, Chanda Prescod-Weinstein (Física teórica), Lucianne Walkowicz y Sarah Tuttle (Astronomía), y Brian Nord (Cosmología), activistas LGTBI firmaron un artículo en la revista Scientific American donde pedían que la NASA reconsiderara el nombre asignado al telescopio más grande que se haya puesto nunca en órbita y cuyo lanzamiento está previsto para el 18 de diciembre. La petición de los cuatro científicos ha recibido el respaldo de unas 1.200 firmas.
La razón de la petición, según explican los investigadores, es que Webb, antes de ser administrador único de la NASA, había supuestamente colaborado desde el Departamento de Estado en la llamada lavender scare, el terror lila. Se trataba de una caza de brujas en contra de las personas homosexuales que ocupaban cargos en la Administración y que eran consideradas “amenazas para la seguridad nacional”, según el historiador de la Universidad de Florida del Sur David Johnson, autor del libro The lavender scare. Johnson calcula que hubo al menos 10.000 despedidos por discriminación.
Como jefe de la NASA, Webb fue, según los científicos, “en parte responsable de implementar la que entonces era una política federal: la purga de personas trabajadoras LGTBI+”. En su petición mencionan a Cliffer Norton, un empleado de la NASA arrestado en 1963 y que finalmente fue despedido. “Bajo el liderazgo de Webb”, escriben, “las personas queer fueron perseguidas”. Además, aseguran: “Hay al menos una prueba documental que muestra claramente que Webb planificó y participó en encuentros durante los cuales entregó material homofóbico. No hay pruebas de que defendiera la humanidad de las personas que eran perseguidas”.
Investigación de la NASA
En respuesta a las denuncias de los investigadores, la agencia espacial estadounidense prometió estudiar el caso y respondió a este periódico por correo electrónico: “La NASA es consciente de las preocupaciones que han surgido sobre James E. Webb y estamos trabajando con historiadores para examinar su papel en el Gobierno”.
La Agencia Espacial Europea ESA, socia del proyecto, declaró que “la inclusión” es uno de sus “valores fundamentales” y se comprometió a discutir con la NASA qué hacer, según los resultados de la investigación. La Agencia Espacial Canadiense, también operadora asociada del telescopio, no contestó.
Finalmente, el pasado lunes 27 de septiembre, el administrador de la NASA nombrado por Joe Biden en mayo, el exsenador demócrata de Florida Bill Nelson, de 79 años, concluyó: “No hemos encontrado ninguna evidencia en este momento que justifique un cambio de nombre”.
Reacción de los promotores de la campaña
La resolución no ha satisfecho a los promotores de la campaña para cambiar el nombre. Prescod-Weinstein explica en un correo electrónico: “Como científicos, estamos educados para sacar conclusiones basándonos en la evidencia y la NASA ha decidido ignorar este principio científico porque no es políticamente conveniente. Es el típico ejemplo de gaslighting [manipulación en la que se siembran dudas sobre la víctima para hacer que llegue a dudar de su cordura] al que todas las personas LGTBI+ en física y en astronomía tenemos que enfrentarnos a diario. Afirmar que no hay evidencia que justifique el cambio de nombre quiere decir que lo que las personas queer sentimos como doloroso no es importante para la Administración de Biden y los jefes de la NASA”.
El nombre de James Webb para este telescopio, que será capaz de ver la luz de los primeros objetos del universo, fue elegido en 2002 por el entonces administrador de la NASA Sean O’Keefe, quien, como Webb, no venía del mundo científico. Hasta ese momento, se llamaba Next Generation Space Telescope (Telescopio Espacial de Próxima Generación). Pero, normalmente, a los telescopios se le da el nombre de algún científico (más raramente de científicas). O’Keefe decidió, sin mucho debate, homenajear al hombre que había fortalecido la NASA en los sesenta.
Pero a partir de 2015 se empezó a cuestionar el papel de Webb en la persecución de las personas homosexuales, una actuación que derivó en la petición de los científicos: “Estos últimos años nos han enseñado a defender lo que creemos y a hacer de la esperanza una práctica. Es por eso que hemos decidido tomar una posición de principio sobre esta cuestión, sobre todo, después de que alguien decidió rehabilitar públicamente la reputación de Webb y dejar entender que había sido injustamente difamado. Muchos astrónomos aceptaron la historia sin investigar. Cuando se miran los archivos, simplemente, estos no respaldan esta posición”.
Es cierto que Webb fue un alto directivo en una época en la que se despedía a los homosexuales. Sin embargo, no conozco ninguna evidencia de que él fuera un promotor de la purga de estosDavid Johnson, historiador
El historiador David Johnson discrepa: “Es cierto que Webb fue un alto directivo en una época en la que se despedía a los homosexuales. Sin embargo, no conozco ninguna evidencia de que él fuera un promotor de la purga de estos. Sí participó en un encuentro con la Administración del presidente Truman para contener la histeria del macartismo y del terror lila, pero no sabemos qué dijo. Y, sobre el caso de Cliffer Norton, en ese momento era una ley, y Webb no podría haber hecho nada para salvarle. La triste realidad es que casi nadie se oponía. En este sentido, también los presidentes Kennedy o Johnson eran igual de cómplices: y en la NASA hay un Kennedy Space Center y un Johnson Space Center”. El historiador cree que haber abierto el debate sobre el terror lila es muy positivo, pero añade: “Demonizar a Webb me parece equivocado”.
Cambiar el nombre de un telescopio no es muy frecuente. La excepción más famosa fue el observatorio espacial Swift de Brotes de Rayo Gama lanzado en 2004. Fue rebautizado en 2018 como Neil Gehrels Swift Observatory, en honor del que había sido su responsable científico.
Pese al poco éxito de su petición, los promotores del cambio de nombre la siguen defendiendo: “Hemos enviado un mensaje a la generación de científicos queer que vendrán detrás de nosotros luchando para hacerles un hueco. Sabíamos que era posible cambiar el nombre. Hemos descubierto que el espacio-tiempo está acelerando, ciertamente podemos renombrar un telescopio. Los instrumentos científicos más importantes deberían llevar el nombre de lo mejor que la humanidad puede dar de sí”.
Nombres alternativos no faltarían. Lucianne Walkowicz propone Harriet Tubman, activista y abolicionista de EE UU que nació en la esclavitud y “que trabajó incansablemente para liberar a otros”. Javier Armentia, director del Planetario de Pamplona y miembro de PRISMA —asociación para la diversidad afectivo-sexual y de género en ciencia, tecnología e innovación— recuerda que, justo un mes antes del lanzamiento, el 18 de noviembre, se celebra el día LGTB+ STEM, dedicado a las personas de estos colectivos en ciencia, tecnología, ingeniería y matemática. En este sentido afirma: “Esa fecha es en homenaje a la lucha que hizo el astrónomo Frank Kameny por haber sido despedido al negarse a declarar sobre su conducta sexual en la época del terror lila. Sería un buen nombre”.
El historiador Johnson respalda la propuesta: “Un reconocimiento de algún tipo a Kameny y unas disculpas a las personas perseguidas y despedidas sí son iniciativas que la NASA debería emprender si quiere demostrar su compromiso”.
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