Los osos polares desaparecerán en 80 años si no se actúa
Un estudio alerta de que estos animales pueden sufrir insuficiencia reproductiva y hambruna
Quedan unos 25.000 osos polares en el norte del planeta, pero es posible que pronto sus crías sufran hambruna. Por culpa del aumento de temperatura, la extensión de hielo del Ártico ha disminuido como nunca se había visto antes en el mes de julio, según informa el Instituto Alfred Wegener del Centro Helmholtz de Investigación Polar y Marina (AWI), en Alemania. Cuando se pierde más hielo marino que de co...
Quedan unos 25.000 osos polares en el norte del planeta, pero es posible que pronto sus crías sufran hambruna. Por culpa del aumento de temperatura, la extensión de hielo del Ártico ha disminuido como nunca se había visto antes en el mes de julio, según informa el Instituto Alfred Wegener del Centro Helmholtz de Investigación Polar y Marina (AWI), en Alemania. Cuando se pierde más hielo marino que de costumbre, los osos viven de sus reservas más tiempo de lo previsto, tienen que desplazarse más lejos para encontrar comida y las madres, al perder grasa corporal, ya no consiguen producir leche para sus oseznos.
Frente a esta dinámica nociva, un estudio reciente publicado en Nature Climate Change concluye que estos animales desaparecerán en 2100 si no se reduce la emisión de gases de efecto invernadero y se frena la insuficiencia reproductiva y la muerte de adultos por inanición. La subpoblación (de las 19 que existen ahora) que quizás pueda resistir a este destino preocupante es la de las islas Reina Isabel en el Alto Ártico. En caso de reaccionar y mitigar las emisiones, el escenario muestra que es probable que desaparezcan las subpoblaciones más al sur, pero otras resistirán, aunque con una reproducción y un tamaño de población reducidos. “En otras palabras, depende de nosotros que los osos polares desaparezcan o no”, afirma Peter Molnar, biólogo e investigador de la Universidad de Toronto (Canadá) y autor principal del estudio.
Los investigadores han considerado las limitaciones fisiológicas del animal en función de su ahorro de energía durante el verano, es decir, cuando sus raciones son más escasas debido a la ausencia de hielo. El objetivo era predecir el impacto del ayuno prolongado, más largo debido al cambio climático, sobre la reproducción y la supervivencia de los osos. “Es una forma novedosa de ver el futuro de estos animales”, opina Molnar, principal autor de dicho trabajo.
Que los osos polares están en grave peligro de extinción, no es nada nuevo. Sin embargo, para Molnar, lo sorprendente será cuando seamos testigos de la disminución masiva en la supervivencia de las crías y los adultos debido a la pérdida de hielo marino como indican sus modelos. Su predicción ha demostrado ser eficiente y fiable. En el oeste de la bahía de Hudson, por ejemplo, su modelo sugirió que la supervivencia de los oseznos iba a ser alta en la década de 1980 y principios de los noventa, pero que comenzaría a disminuir hacia el cambio de siglo, “que es exactamente lo que sucedió”, asegura el experto. “El hecho de que el modelo haya funcionado tan bien en la predicción de cambios pasados es una de las principales razones por las que tenemos confianza en las predicciones del modelo para el futuro”, añade.
Christian Haas, geofísico del AWI, precisa que en el estudio no se plantea la posibilidad de adaptación de los osos: “La investigación no tiene en cuenta que el comportamiento de los osos podría cambiar y que ellos, como las focas, pueden aclimatarse a las condiciones cambiantes del hielo marino”. Sin embargo, Haas cree que las probabilidades de que no se adapten y desaparezcan son altas.
Aunque la evidencia del cambio del hielo marino registrada estos meses es inquietante, Haas explica que vieron mucho crecimiento de hielo y más espeso a lo largo de su última expedición. No obstante, advierte de que la cobertura observada en julio puede haber sido un evento esporádico. “A partir de ahora, el retroceso se ha ralentizado y la extensión del hielo marino actual es mayor que en 2019. Sin embargo, lo que podemos decir es que este año confirma que el hielo marino retrocede a largo plazo”, subraya. ¿Cuándo nos quedaremos sin hielo en el Ártico? No se sabe a ciencia cierta. “Los modelos muestran grandes diferencias en sus predicciones de un Ártico sin hielo. Van de 30 a 100 años”, contesta Haas.
¿Qué hacer y cómo pensar?
Haas no ve muchas alternativas, pues el aumento de temperatura parece inevitable. “No hay mucho que podamos hacer”, comienza. Eso sí, el experto asegura que si aplanamos la curva, algo que varios expertos ya comentaron a este periódico, y desaceleramos el cambio, más tiempo tendrán los osos para adaptarse y aumentar sus posibilidades de sobrevivir. Otra opción que menciona Haas es la de reubicarlos en la Antártida, por ejemplo. Sin embargo, eso supondría una “alteración masiva del sistema y no se sabe bien cómo reaccionarían en otro lugar”, precisa.
El autor del estudio, por su parte, está convencido de que la desaparición de estos animales es evitable y de que casi todo está en nuestras manos. “Es incorrecto pensar que la temperatura incrementará hagamos lo que hagamos. La reducción de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera puede tener un impacto enorme en los osos polares. Daría una oportunidad a muchas subpoblaciones del norte y tendría otros efectos beneficiosos tal y como lo demostramos en nuestro estudio. Solo tenemos que ser más serios a la hora de actuar”, insiste.
Depende de nosotros que los osos polares desaparezcanPeter Molnar, de la Universidad de Toronto y autor del estudio
Lo que más asusta al investigador de la Universidad de Toronto es la dificultad que muestra la sociedad para prever y planificar una lucha contra el calentamiento global con pocas décadas de antelación. “Creo que es importante darse cuenta de que cada año de acción demorada solo empeorará los problemas, los hará más costosos y más difíciles de superar en el futuro”, advierte. “Mirando hacia atrás, si hubiéramos implementado cambios graduales durante las décadas en las que sabíamos que se estaba produciendo esto, ahora sería menos difícil lidiar con ellos”, denuncia. El investigador espera que se aprenda de estas lecciones y se implementen los cambios necesarios antes de que lleguen los peores impactos “para que las generaciones futuras no tengan que hacerse la misma pregunta: ¿por qué no actuamos cuando todavía teníamos una oportunidad?”, concluye.
En armonía con Molnar, a Haas le inquieta por encima de todo el impacto del ser humano sobre los ecosistemas. Cuenta el experto alemán que la disminución del hielo marino en el Ártico es solo el indicador más visible del cambio climático, pero tal vez no sea tan relevante. “El hielo marino en la Antártida no ha cambiado mucho en el mismo período de tiempo”, ejemplifica. Sin embargo, los procesos subyacentes y los efectos en otros sistemas son mucho más preocupantes bajo su punto de vista. “Creo que los cambios en los ecosistemas y la pérdida de biodiversidad, y en particular los efectos del cambio climático sobre las regiones habitadas por seres humanos, son los más aterradores”, finaliza.
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