La desescalada alemana
Los ‘länder’ han caído en la “paradoja de la prevención”, y se exponen así a una segunda onda que les devuelva a febrero
Si en materia de escalada Alemania ha sido el arquetipo europeo, también lo habrá de ser en cuestiones de desescalada. El sherpa que te guía hacia la cima del Everest es el mismo que te conduce de vuelta al refugio, ¿no es cierto? Alemania, como Estados Unidos, es un sistema federal, y los gobernadores de sus 16 länder, o ...
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Si en materia de escalada Alemania ha sido el arquetipo europeo, también lo habrá de ser en cuestiones de desescalada. El sherpa que te guía hacia la cima del Everest es el mismo que te conduce de vuelta al refugio, ¿no es cierto? Alemania, como Estados Unidos, es un sistema federal, y los gobernadores de sus 16 länder, o Estados federados, son los que deciden si reabrir las iglesias, los colegios, los comercios y los bares, cosa que les encantaría a todos, como es obvio, y que ya han empezado a hacer algunos. La canciller Angela Merkel no puede obligarles a que depongan su actitud, como quisieran sus asesores científicos, así que se tuvo que limitar a decir el jueves pasado en el Bundestag: “No nos juguemos lo que hemos conseguido arriesgándonos a un retroceso”. Merkel y sus científicos piensan que faltan unas cuantas semanas más de medidas estrictas, aunque se puedan ir relajando en ciertas condiciones, y denuncian que algunos länder se han precipitado al bajar de la cima. Lo dice la sherpa.
Alemania es la envidia del resto de Europa, y se ha ganado el elogio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) por su gestión del coronavirus. Fue un hospital de Berlín el que desarrolló el primer test diagnóstico de covid-19 a mediados de enero, informa Science, y lo compartió de inmediato con todos los hospitales del mundo, como exige el código deontológico no escrito de la ciencia. Otros se habrían apresurado a patentarlo, y quizá habrían hecho bien en sistemas científicos mucho, mucho peor financiados, como el español. He ahí un tema de debate.
A finales de enero, cuando los demás estábamos pensando en el pin parental y otras ocurrencias de la extrema derecha, un brote en Baviera espoleó al Gobierno federal a multiplicar sus test, reclutando para ello a los grandes recursos científicos de los que disponen los länder. Mientras los demás países hemos visto saturadas las urgencias y las unidades de cuidados intensivos (UCI), los hospitales alemanes han funcionado holgadamente y han podido aceptar pacientes de Holanda, Italia y Francia. Las muertes per cápita son las menores entre los grandes países europeos. Con todo y ello, la desescalada de los länder no gusta a Merkel.
El principal asesor del Gobierno alemán durante la crisis, el virólogo Christian Drosten, se queja en The Guardian de que el mismísimo éxito que ha tenido el país al contener los efectos de la pandemia ha llevado a mucha gente a pensar que el Gobierno se ha pasado con sus medidas de confinamiento. Él lo llama la “paradoja de la prevención”. Todo médico coincide en que es mejor prevenir una enfermedad que curarla, pero si tienes éxito en la prevención la gente pensará que no había por qué emprenderla, puesto que al fin y al cabo no ha pasado nada tan grave. Los länder han caído en la paradoja de la prevención, y se exponen así a una segunda onda que les devuelva a febrero.
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