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Selección chilena
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La esperanza de Chile está muerta y enterrada

Por más que Gareca diga que la chance está intacta, la derrota ante Paraguay dejó a la selección en el último lugar de las clasificatorias y afuera del Mundial 2026

selección chilena

Cuando el humo de los fuegos artificiales aún no se disipa y los bocinazos aún resuenan en las calles de Asunción celebrando una ya asegurada clasificación al Mundial, Ricardo Gareca, en un acto casi surrealista en las catacumbas del estadio Defensores del Chaco lanza una frase que hiere: “las opciones de Chile aún están intactas”.

Todavía no sabe el entrenador del seleccionado chileno que Perú le ha ganado en Lima a Bolivia, y que por ende La Roja ha quedado en el último lugar de la tabla, a similar distancia del repechaje, pero a años luz de una esperanza concreta de acceder a un cupo para la próxima cita planetaria.

Todos los protagonistas de la victoria paraguaya lo saben: la escuadra de Alfaro —invicta en siete partidos— celebró con una fórmula tan antigua como eficiente. Cobró una pelota detenida con doble pivoteo en el área y aparición de Alderete, uno de sus defensores centrales en el segundo poste. De nada sirvió que Chile dominara o que terminara llevando a los guaraníes contra su propio arco, porque la mala lectura del partido de Ricardo Gareca hizo estéril cualquier esfuerzo por romper una suerte que siempre pareció escrita.

El argentino podría estar escribiendo sus últimas horas al frente del seleccionado a no ser por dos razones muy concretas: ha anunciado en todos los tonos que pretende cumplir su contrato —quizás el último de su carrera— y porque la Federación, agobiada por los malos manejos administrativos, los reiterados juicios perdidos y la falta de liderazgo no tiene dinero para pagar su indemnización.

Ricardo Gareca durante el partido de las eliminatorias sudamericanas para el Mundial de 2026 entre Paraguay y Chile, este jueves.

De nada valió el debut del pentagoleador de la liga local, Fernando Zampedri, o una nueva demostración del espíritu guerrero de Arturo Vidal, quien jugó tras casi tres meses de inactividad pues la diferencia se marcó en aquel tiro de esquina donde los locales mostraron la virtud exquisita del laboratorio bien trabajado.

Poco queda por hacer en Chile, a punto de aumentar a doce los años en que estará ausente de las copas del Mundo. Paraguay vuelve después de 16 y será anfitrión el 2030, lo que supone vastas oportunidades para esta generación que vive del talento de Almirón, Sanabria y Enciso para reverdecer viejas glorias albicelestes. Por eso se desató la fiesta en todo un país que volvió a creer tras la llegada de Alfaro, un hijo de ferrocarrilero y profesora rural, al que le faltaron diez ramos para titularse de ingeniero químico y que fue durante doce años comentarista deportivo en la televisión colombiana tras un discreto paso como jugador.

Gareca brilló más, llegó a un Mundial con Perú para vengar el hecho de que Bilardo lo haya dejado fuera de la nómina el 86, y fue aclamado en su llegada a Chile, donde no hubo dudas de su idoneidad para el cargo. Hoy, cuando todo el mundo lo considera responsable de la mal campaña, no se atreve a ir al estadio ni al supermercado y pasa más tiempo en Argentina que en Juan Pinto Durán, ya es claro que se quedará solo para cobrar sus últimos cheques. Porque le esperanza -aunque el diga lo contrario- ya se extinguió del todo.

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