Datos para enfrentar el calentamiento global
Saber con anticipación lo que podría ocurrir si se dan ciertas condiciones, resulta ser un poderoso aliado para una planificación urbana sin la presión de la emergencia

¿En cuántas ciudades costeras del mundo estarán pensando hoy mismo en el potencial impacto futuro de un alza del nivel del mar a raíz del cambio climático? En países tan lejanos al nuestro como China, Pakistán o Bangladesh ya se están anticipando, con el impulso de 30 ciudades esponja en el caso de los chinos, con la construcción de viviendas sobre plataformas elevadas por parte de los pakistaníes, o con la planificación de refugios para los bangladesíes más expuestos que deban ser reubicados, puntos pensados como futuros polos urbanos que además proporcionen empleos.
El cambio climático nos obliga a repensar las zonas más cercanas al mar de las ciudades costeras. Saber con anticipación lo que podría ocurrir si se dan ciertas condiciones, resulta ser, por lo tanto, un poderoso aliado para una planificación urbana sin la presión de la emergencia. Bastaría recorrer algunas localidades costeras del litoral central preguntando a dueños de infraestructura turística si les hubiese sido útil, que con 30 o 50 años de anticipación les hubiesen adelantado la erosión que tendrían esas playas… Quizás habrían invertido igual, pero con resguardos o infraestructura más resiliente.
La ciencia de datos con que trabaja City Lab Biobío, anclado en el Gran Concepción de la mano de una institución de prestigio global como el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), permite ir abriendo esas ventanas al futuro. El City Lab acaba de publicar un estudio que tomó las proyecciones de Climate Central que anticipa que, si se cumplen ciertos supuestos de incremento de temperatura, el nivel del mar en el mundo podría elevarse en 48 a 73 centímetros de aquí al año 2100. Esa información fue cruzada con el equipamiento, infraestructura y cantidad de habitantes específicos de esas zonas costeras del Gran Concepción, arrojando este ejercicio datos específicos de lo que podría ocurrir si se dan los escenarios pesimistas y si no se toma ninguna decisión de intervención preventiva.
Desde Talcahuano o Tomé, en el Océano Pacífico, hasta las localidades costeras del lejano Índico, el impacto del cambio climático nos aúna como habitantes de un mismo planeta, con soluciones que se pueden replicar o al menos analizar, de acuerdo con cada situación urbana y geográfica de las distintas localidades estudiadas.
El análisis del City Lab Biobío adelanta entonces lo que podría ocurrir con infraestructuras específicas de aquí a unos 75 años, convirtiéndose en una amenaza real, pero a largo plazo, donde también es una potencial amenaza el solo hecho de fijar un horizonte tan lejano, si el resultado es que hoy no se sopesen medidas preventivas dado que “aún falta mucho”. Es decir, estamos a tiempo para que autoridades, empresas y comunidades resuelvan, en conjunto, qué hacer para proteger la infraestructura, las comunidades y el desarrollo urbano de las localidades más expuestas.
Y probablemente aquí radica el gran mérito del Gobierno Regional del Biobío y la Cámara Chilena de la Construcción de Concepción, que junto a Corporación Ciudades han tenido la visión de impulsar este laboratorio de ciencias de la ciudad que nos abre estas ventanas al futuro. Esto permite entender la magnitud del desafío y diseñar respuestas eficaces basadas en evidencia. Obviamente, contar con información precisa y anticipada es el primer paso para transformar los riesgos en oportunidades de adaptación y resiliencia.
Es el camino tomado por otras ciudades que también están amenazadas. Quedémonos por ejemplo en la mayor potencia de nuestro continente: la reparación y edificación de nuevos rompeolas en Manhattan, la elevación de carreteras en Miami, la instalación de bombas de agua en Virginia o la modernización de los sistemas de alcantarillado en Florida, son algunas de esas respuestas preventivas. Infraestructura resiliente, políticas de ordenamiento territorial basadas en proyecciones climáticas o áreas de mitigación, también constituyen parte de una batería de opciones ya probadas que debemos observar para enfrentar un fenómeno que está lejos de ser solo un problema local.
En el caso del Gran Concepción, enfrentar las consecuencias del cambio climático requerirá del compromiso de los diversos actores que inciden en el territorio. Esta metrópoli también podría convertirse en un referente en el uso de datos y ciencia para la toma de decisiones urbanas estratégicas. Ciencia y tecnología para enfrentar los efectos del calentamiento global que, en distintos grados, ya está cambiando hábitos y planificaciones en los más diversos rincones del planeta.
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