El triunfo de los independientes en las elecciones locales presiona una reforma al sistema político en Chile
La izquierda y la derecha tradicional intentan cambiar las reglas para frenar la fragmentación política tras el significativo aumento de autoridades electas sin partido
El éxito de los independientes puros en las elecciones locales chilenas —103 de las 345 alcaldías y la principal gobernación, de la Región Metropolitana de Santiago— cimentaron la crisis institucional que padecen los partidos políticos (solo el 1% de los chilenos confía en ellos, según la última encuesta Bicentenario de la Universidad Católica). Una de las causas del deterioro, según los expertos, es el sistema político. Para avanzar en su modificación, que urge de cara a los comicios parlamentarios de 2025, un grupo de senadores de la derecha y la izquierda ha presentado esta semana una propuesta para reformarlo, la que incluye que los partidos que compiten en las parlamentarias deben alcanzar el umbral del 5% de los votos a nivel nacional, una barrera que también corre para los independientes que integren una lista. Además, establece el cese del cargo a quien renuncie al partido declarado en su candidatura y al independiente que, elegido en la lista de un partido político, comience a militar en otro.
Un 63% de los chilenos no se identifica con ningún partido político, según la última encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), publicada el pasado julio, el porcentaje más alto en un año. El reciente informe La política de la distancia, de la Fundación Friedrich Ebert (FES) del Partido Socialdemócrata de Alemania, consultó a diferentes generaciones de 90 familias pertenecientes a sectores populares que, en su mayoría, argumentaron su rechazo a los políticos por considerarlos “egoístas, que privilegian sus propios intereses, que están ubicados en un lugar distinto al de sus residencias y que, por esta razón, no pueden representarlos”.
El sociólogo Nicolás Angelcos, autor del análisis del FES, explica que los resultados de las elecciones municipales y de gobernadores premiaron lo reflejado en el estudio sobre los atributos que esperan de un político para generar legitimidad: la cercanía, entendiéndose como carisma, pero también física, de quienes están en terreno y conocen las demandas locales. Pone de ejemplo al independiente de izquierda, Matías Toledo, que se hizo con la alcaldía de Puente Alto, el municipio más poblado de Chile (unos 570.000 habitantes). El segundo líder comunal más votado del país tiene una trayectoria de trabajo territorial muy fuerte desde hace años. “La distancia con la política es parte del cambio de estrategia de la izquierda o la Unión Demócrata Independiente (UDI), que antes penetraban los sectores populares y eso tendía a conducir su preferencia electoral. Hoy, sin embargo, la disputa de los partidos políticos es a un nivel mucho más institucional”, apunta Angelcos.
Toledo es uno de los alcaldes independientes electos que en su pasado se había presentado al mismo cargo arropado por un partido o pacto político y esta vez corrió solo. El 72,8% de los líderes comunales independientes electos habían hecho lo propio en el pasado, refrendando cómo las autoridades le han dado la espalda a las formaciones institucionales. A nivel general, en las elecciones de alcaldes, concejales, gobernadores regionales y consejeros regionales (CORES), un 54% se presentó como independiente, pero un 8,1% no contaba con el respaldo de un partido político, según cifras del Servicio Electoral (Servel).
El abogado Eugenio García Huibobro, del CEP, pone el acento en este fenómeno de independientes dentro de los pactos como una “claudicación” de los partidos a su función de ofrecer representación política y articular a los representantes en torno a un proyecto político. Esto, apunta, también crece en la conformación de las listas parlamentarias. “Los partidos están contribuyendo a tercerizar la representación política”, señala. “Permitir que gente que no está formada dentro de ese contenido programático y no responde necesariamente a las líneas del partido, obviamente te va a dificultar mucho el orden en el Congreso”, añade.
Los partidos tienen un incentivo económico para incluir a independientes dentro de sus pactos. El ‘aporte basal’ que reciben anualmente de parte del Estado para financiar sus gastos operaciones, se calcula sobre la base de los votos obtenidos por los candidatos de la lista de un partido o de los independientes dentro de una lista parlamentaria en la última elección de diputados.
Si bien García Huibrdo celebra el acuerdo para reformar el sistema político entre senadores de la UDI, Renovación Nacional (RN) y Evópoli, de la derecha, con el Partido Socialista y el Partido Por la Democracia (PPD), de la izquierda, es crítico con su contenido, pues dice que “ataca las causas, pero no las consecuencias del problema”. Y explica: “La causa central es el sistema de partidos. Los partidos políticos hoy día no son programáticos, sino clientelares. La reforma, al permitir los pactos, que incluye una norma a los independientes, acentúa el problema. Si tu problema es que los partidos están tercerizando la representación y no tienen incentivos para competir a nivel programático. Te dicen que ahora los que entren al Congreso van a tener que comportarse más disciplinariamente, pero abres la puerta para que sigan entrando una cantidad importante de independientes dentro de los pactos”.
La duda sobre quién captura el sentimiento de la antipolítica, señala Angelcos, ha variado en los últimos años porque la legitimidad se consigue y se pierde, mayormente, al no haber raíces. En un momento la capitalizó el Partido de la Gente, en el primer proceso constitucional la Lista del Pueblo y en el segundo, el Partido Republicano. “En esta pasada fueron los independientes”, agrega el psicólogo. Para las parlamentarias, dice, es probable que, si los partidos no hacen un cambio estratégico, el aumento de los independientes se acentúe. Pero incluso si se vuelcan al terreno, es una cosecha que no se podrá ver en 2025, sino a mediano o largo plazo.
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