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Día internacional de la mujer
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

8M y los desafíos globales para alcanzar la equidad de género

En los últimos años los derechos de las mujeres han vuelto a ser atacados desde distintos frentes

mujeres durante una manifestación por el 8M en Chile
Un grupo de mujeres asisten a la manifestación por el Día Internacional de la Mujer en Santiago, Chile.SOFIA YANJARI

Este nuevo Día Internacional de la Mujer, en el que conmemoramos el legado de valentía que nos entregaron tantas mujeres, nos sirve también para detenernos a evaluar cuánto hemos avanzado en los derechos y oportunidades para las mujeres y, especialmente, cuánto nos falta para alcanzar la plena equidad de género. Porque si bien en las últimas décadas hemos presenciado importantes avances en este sentido –desde mayor educación para las niñas hasta más mujeres en posiciones de liderazgo–, en los últimos años los derechos de las mujeres han vuelto a ser atacados desde distintos frentes.

Con retrocesos como el de Estados Unidos en materia de acceso al aborto, tras la anulación de Roe vs. Wade, o en Argentina, donde el Gobierno anunció que se prohibirá el lenguaje inclusivo y “todo lo referente a la perspectiva de género” en la administración pública, las mujeres debemos estar siempre alerta y seguir luchando por nuestros derechos, incluso en espacios que ya creíamos ganados.

Existen áreas en las que se ha avanzado, aunque más lento de lo que nos gustaría, como ocurre en materia de cuidados. Ya en 2015, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible consideró entre sus metas “reconocer y valorar los cuidados y el trabajo doméstico no remunerados mediante servicios públicos, infraestructuras y políticas de protección social, y promoviendo la responsabilidad compartida en el hogar y la familia, según proceda en cada país”.

Pese a la urgencia del tema, apenas hace un par de semanas se adoptó en el Consejo Económico y Social de la ONU la primera resolución en esta materia: “Promoción de los sistemas de cuidado y apoyo para el desarrollo social”, que Chile presentó en representación de diversos países. Allí se reconoce “la necesidad de adoptar medidas para reducir, redistribuir y valorar el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, promoviendo el reparto equitativo de responsabilidades entre mujeres y hombres dentro del hogar y priorizando, entre otras cosas, infraestructuras sostenibles, políticas de protección social y políticas accesibles, asequibles y de calidad”.

Cuando hablamos de trabajo de cuidados no remunerados, las mujeres le dedican alrededor de tres veces más tiempo que los hombres, y no sólo al cuidado de los hijos e hijas, sino también de personas enfermas, discapacitadas y personas mayores. Esto hace que participen menos en el mercado laboral y contribuye a su empobrecimiento. Si a estas actividades se les asignara un valor monetario, en Chile representaría 25,6% del PIB ampliado de 2020 (aumentando respecto del 2015 debido a la pandemia), según estimaciones del Banco Central.

Promover la igualdad de género exige reequilibrar los cuidados y las tareas domésticas en las familias, eliminar las disparidades de género en la educación y reducir las barreras sociales y políticas a la participación de las mujeres en el mercado laboral. De acuerdo con cifras de ONU Mujeres, cerrar las brechas en los cuidados y ampliar estos servicios con empleos decentes podría generar casi 300 millones de puestos para 2035.

Esto está ligado con el tema de este 8M en la ONU “Invertir en las mujeres: acelerar el progreso”; y también con el tópico que abordará la Comisión para la Condición Jurídica y Social de la Mujer este año: la pobreza y el fortalecimiento de las instituciones y la financiación con una perspectiva de género.

Las mujeres no tienen las mismas oportunidades económicas que los hombres. Así lo consigna la ONU: alrededor de 2.400 millones de mujeres en edad laboral por la desigualdad de género en espacios laborales. La brecha de ingresos sigue persistiendo, de hecho, el 45% de los países no establece la igualdad de remuneración por un trabajo de igual valor; y además las mujeres se encuentran con obstáculos a la hora de solicitar créditos.

En Chile, para combatir la violencia económica, el gobierno implementó el año pasado el Registro Nacional de Deudores, un mecanismo para el pago efectivo de deudas de pensiones de alimentos, que ha permitido el pago de 162 mil millones en deudas por fondos de AFP, beneficiando a más de 50 mil familias.

A nivel global debemos considerar también los conflictos, pues las más perjudicadas son las mujeres y las niñas. Por ejemplo, la guerra en Ucrania –que ya lleva dos años–, ha provocado que 56 por ciento de los 3,7 millones de desplazados sean mujeres y niñas, y hará que más de 8 millones de mujeres y niñas necesiten ayuda humanitaria durante 2024 (según estimaciones de ONU). En el conflicto en Gaza, ya han sido asesinadas más de 9 mil mujeres desde los ataques de Hamas a principios de octubre, y se estima que 37 madres son asesinadas cada día, devastando a sus familias y dejando a las niñas y niños desprotegidos.

Debido a este contexto mundial, más de 342 millones de mujeres y niñas podrían vivir por debajo del umbral de pobreza para el año 2030. Por otro lado, según estimaciones recientes, el 75 por ciento de los países reduciría el gasto público para 2025, y esto afectaría negativamente a las mujeres. Esto nos debe llevar a actuar de inmediato.

Quienes están a cargo hoy de diseñar las políticas públicas, deben contemplar a las mujeres para responder a estos múltiples desafíos. Los gobiernos necesitan hacerse cargo de generar sistemas de cuidado que puedan suplir la tarea que durante tantas décadas ha dependido de las mujeres; deben generar leyes que aseguren la igualdad salarial; deben promover una cultura de no violencia; y deben resguardar a las mujeres víctimas en zonas de conflicto.

En este Día Internacional de la Mujer, debemos recordar que no puede haber lugar en el siglo XXI para la discriminación contra las mujeres. Porque merecemos iguales oportunidades, iguales libertades, iguales deberes e iguales derechos que los hombres. Seguir trabajando por la equidad de género, será la única forma de crear un mundo más justo y sostenible para todos y todas.

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