Que no se joda nadie
La Constitución debe ser un piso común para lo que somos y lo que queremos ser. Debe ser el marco en el que quepamos todos y todas, y que sea capaz de representarnos a todos y todas. Y eso no sucede con la propuesta del texto constitucional
Cuando comenzamos con el camino constitucional buscábamos tener una nueva Constitución que nos entregara un marco de encuentro, robusto y flexible, que nos permitiera abordar los desafíos que enfrenta nuestro país. Desafortunadamente, en lugar de unirnos, la actual propuesta de texto constitucional nos divide y nos seguirá dividiendo a la hora de enfrentar los temas de Estado.
La Constitución debe ser un piso común para lo que somos y lo que queremos ser. Debe ser el marco en el que quepamos todos y todas, y que sea capaz de representarnos a todos y todas. Y eso no sucede con la propuesta del texto constitucional, porque tiene ciertas normas que no podemos dejar pasar.
El texto con el que nos encontramos refleja los intereses de un solo sector político, es decir, repite los mismos errores del proceso anterior. Según los expertos, tiene deficiencias técnicas graves y podría llevar a un alto riesgo de judicialización.
En algunos temas como los derechos de las mujeres, la propuesta pone un límite a lo que hemos impulsado por décadas, una verdadera protección estatal y un debate amplio sobre temas críticos como la igualdad salarial, los derechos reproductivos o la participación igualitaria. Es momento de resistir los intentos por hacernos retroceder en los avances conseguidos. La despenalización del aborto en tres causales podría ser declarada inconstitucional por la norma que establece que “la ley protege la vida de quien está por nacer”; y por la norma que establece que “niño es todo ser humano menor de 18 años”.
También tenemos que pensar en nuestros niños, niñas y adolescentes, quienes son el futuro de Chile, y cuyos derechos y deberes no están garantizados explícitamente en esta propuesta. Esto es especialmente preocupante si pensamos en quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad o abandono.
En materia de salud, se constitucionaliza el modelo de las isapres y el derecho a la salud se condiciona a la capacidad económica de las personas. En tanto, en materia de previsión social se impide reformar el sistema para que otorgue pensiones dignas, un anhelo de la ciudadanía desde hace años. Además, establece normas regresivas, como la eliminación del pago de contribuciones, que disminuirá el Fondo Común Municipal que sirve a tantos municipios de escasos recursos para que tengan un mayor presupuesto, sin asegurar una manera cierta de reemplazarlos.
Las verdaderas preocupaciones de las chilenas y chilenos no se resuelven con este texto constitucional. Porque, a pesar de lo que muchos han dicho y quieren hacer creer en la campaña, la seguridad nunca se ha resuelto por ninguna Constitución. Y para hacer frente a ese desafío que trasciende a los gobiernos, se necesita la unidad de toda la sociedad. Necesitamos que hoy los políticos se concentren en las prioridades de la ciudadanía: seguridad, empleo, salud, vivienda, educación, entre otras.
Y eso es lo que permitirá el voto En contra, cerrar finalmente este proceso –como han señalado ya los partidos políticos– y dejar espacio para que haya acuerdo en estas materias prioritarias. Por el contrario, si se aprobara el texto, lo que vendría serían años en que tanto este Gobierno como el próximo deberían dedicar su tiempo y energías a implementar la nueva Constitución. Estaríamos durante años esperando que se pongan de acuerdo en aprobar las leyes y realizar las contrataciones necesarias para hacer realidad una mala propuesta constitucional.
Como decía el obispo sudafricano, Desmond Tutu, yo soy una rehén de la esperanza. Por eso tengo esperanza en que las chilenas y chilenos entenderán que la Constitución debería unirnos, debería entregarnos certezas para los próximos años, debería incluir a todos los sectores políticos y debería asegurar los derechos tanto de los hombres como de las mujeres. La Constitución debería fortalecer nuestra democracia.
El próximo 17 de diciembre tenemos que ir a votar con la convicción de que la opción que elijamos nos permitirá como país concentrarnos en los desafíos que aquejan a las personas hoy, y que nos permita, con mayor unidad, llegar a acuerdos que nos aseguren un futuro más próspero para todos y todas. No queremos que nadie se joda en nuestro país, como se ha planteado en una de las franjas. Chile se merece que sigamos trabajando por una visión que nos una y no nos divida. Que no se joda nadie.
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