Juan Cristóbal Romero: “El valor de la educación como el gran motor del crecimiento personal y el desarrollo hoy está en duda en Chile”
El director ejecutivo del Hogar de Cristo alerta sobre el aumento de los jóvenes que abandonan el sistema escolar y sobre el rechazo, esta semana, de la partida presupuestaria para financiar programas de reingreso educativo
En Chile, la cantidad de jóvenes que año a año abandona el sistema escolar va en aumento. Las últimas cifras del Ministerio de Educación muestran que entre 2022 y 2023 fueron 50.814 los estudiantes que no se matricularon en ningún establecimiento educacional, un 13% más que el año anterior. Es un problema que Juan Cristóbal Romero, el director ejecutivo del Hogar de Cristo, una fundación ligada al movimiento jesuita, dedicada a asistir y dar soluciones a las personas en situación de mayor pobreza en Chile, mira con preocupación.
Desde Súmate, el vehículo con el cual la fundación enfrenta la recuperación de trayectorias educativas de jóvenes, llevan más de 30 años trabajando sobre esta problemática. Pero hoy ven con perplejidad que, lejos de ir cerrando las brechas, estas se amplían cada vez más. “Pensábamos que esta era una causa posible de revertir e ir decreciendo año a año, pero lo paradójico es que ha ido incrementándose, incluso con medidas nuevas, con modelos educativos que van ampliando las alternativas para que los jóvenes se reescolaricen”, dice Romero, desde una pulcra oficina de techos altos y pocos muebles, ubicada en un viejo edificio que antiguamente era una fábrica de ladrillos y donde funcionan las oficinas del Hogar de Cristo, en la popular comuna de Estación Central, en Santiago.
Lo frustrante, reconoce el ingeniero civil y poeta, es que es una tendencia que se acrecentó con la pandemia. Su hipótesis es que el cierre de las escuelas durante la Covid 19 –que en Chile fue una de las más extensas a nivel mundial con 250 días– tuvo un efecto profundo en el valor de la educación, lo que trajo como consecuencia un abandono cada vez mayor del sistema escolar.
“Hasta hace muy poco el valor de la educación era indiscutible como medio para el desarrollo personal, para ascender, para generar mayores ingresos y mayores fuentes laborales. Y ese valor fundamental de la educación como el gran motor del crecimiento personal y el desarrollo hoy está en duda”, señala.
Dice que los jóvenes han ido buscando alternativas distintas para su desarrollo personal, como el trabajo, pero alerta de los peligros de esta decisión: “Los expone a un montón de círculos delictivos, informales, que pueden generar consecuencias muy profundas en la sociedad en los próximos años”.
En el Hogar de Cristo prefieren no hablar de deserción escolar, porque entienden que “es el sistema el que finalmente va excluyendo a esos jóvenes, ya sea porque los modelos no son adecuados o porque requieren apoyo”, dice el ingeniero. Y profundiza: “El sistema va expulsando a estos jóvenes que se apartan del molde, del promedio, del estándar. Son ellos en gran medida los que forman parte de ese 2% que constituye este grupo de alrededor de 50.000 jóvenes que salieron el año pasado de la educación escolar, de los quintiles más bajos de ingresos”.
Aunque el abandono escolar es hoy una realidad que por primera vez está en lo alto de la lista de prioridades de izquierdas y derechas en Chile, Romero dice que los caminos de solución no están pasando el filtro de las batallas políticas. Esta semana en la discusión del presupuesto de la nación, el Congreso rechazó la partida correspondiente a la nueva educación pública, dentro de la cual entraba el financiamiento de medidas concretas para la reactivación escolar.
Es una historia larga, que tiene que ver con los problemas detectados en los Servicios Locales de Educación Pública (SLEP), la nueva institucionalidad que se encuentra en etapa de implementación en Chile para reemplazar a los municipios en la responsabilidad de entregar educación pública. Los problemas sanitarios y de infraestructura registrados en el SLEP de la Región de Atacama, en el norte chileno, le están pasando la cuenta al Gobierno de izquierdas de Boric para seguir avanzando con la instalación de esas instituciones en el país.
Es una discusión que aún no está totalmente cerrada en materia presupuestaria –aunque ayer la Cámara de Diputados despachó el proyecto de presupuesto, ahora será el Senado quien debe revisar la iniciativa–, pero que, de quedar entrampada, echaría por tierra los planes de Súmate para hacer crecer su programa Aulas de Reingreso. Partió en 2017, este año ha beneficiado a unos 500 estudiantes del país y, dado su éxito, la fundación junto al Ministerio de Educación están transformando a este sistema en la política pública para promover una oferta de reescolarización.
“Hubo un compromiso por parte del Ministerio de Educación, a través del Plan de Reactivación Educativa, que aspiraba a la creación de 22 aulas de reingreso en todo el país, en 11 SLEP. Por desgracia, producto de la crisis de Atacama se rechazó la partida”, dice Romero desilusionado.
Con un costo de 137.000 pesos chilenos por alumno (poco más de 150 dólares), el programa consiste en instalar una sala de clases dentro de establecimientos ya existentes, privados o públicos. Atienden a 20 jóvenes, con dos profesores por aula, bajo el sistema dos años en uno hasta que egresan de cuarto medio, el último año de la educación secundaria en Chile. De los alumnos de último año, el 80% logra terminar la escuela.
Otro de los cuellos de botella legislativos que identifica el director de la fundación para avanzar en los planes para volver a llevar a los estudiantes a la escuela, es la tramitación de la Ley de Subvención Especial, actualmente congelada en el Congreso. Ella permitiría ampliar las subvenciones que se entregan por joven reingresado hasta los 150 mil pesos (unos 168 dólares) desde los poco más de 90 dólares que reciben hoy.
“Creemos que una vez aprobado eso se van a multiplicar las experiencias, iniciativas y más instituciones se van a sumar a modelos de reingreso, que hoy día son pocas, porque son caras de implementar y no hay apoyo público”, señala Romero.
Pero más allá de la escasa oferta educativa para esos jóvenes que abandonaron el sistema escolar y que quieren volver, profundiza el ingeniero, hoy lo que más le preocupa es que es cada vez más difícil atraer a los estudiantes de regreso al colegio. Cuenta que si en años anteriores tenían lista de espera para su programa de Aulas de Reingreso y para las Escuelas de Reingreso, establecimientos especiales para fomentar la reescolarización, hoy les cuesta llenar las vacantes.
“Nos cuesta mucho ir completando matrículas, nos cuesta mucho atraer a los jóvenes, lo que nos ha obligado a desarrollar estrategias nuevas para ir en busca de ellos”. Una de las modalidades con las que trabaja Súmate aborda justamente este fenómeno a través de programas socioeducativos orientados a aquellos que no están convencidos de retomar su trayectoria escolar.
“El pilar fundamental es el vínculo que se está estableciendo entre profesores, asistentes sociales y el joven. Y es un proceso que se va cultivando a diario, en la relación, la confianza, en el ir generando esperanza e ir construyendo una visión de futuro”, explica Romero. Y agrega: “La pandemia impidió que eso se produjera en profundidad. Con las modalidades online se fue perdiendo ese vínculo socioeducativo que va cambiando los paradigmas del joven, que vienen con muchas frustraciones heredadas del mismo sistema educacional, una sucesión de fracasos, que el modelo educativo de Súmate intenta revertir, demostrándole que él puede con pequeños logros ir superando las barreras hasta lograr salir de cuarto medio e ingresar al mundo laboral”.
Hoy, son esos programas los que están creciendo para la fundación. Es un acercamiento personalizado donde se acompaña al joven a través de exámenes libres o a través de una escuela de reingreso un aula de reingreso u otro establecimiento. “Estamos reforzando mucho esta última modalidad también con componentes distintos, que es de alguna forma ir a buscar al joven, detectar dónde está, haciendo un trabajo de perfil mucho más fino para identificar cuál es su mejor trayectoria y vincularlo con todo el sistema. Es una modalidad que era marginal y hoy se ha transformada en la vía de ingreso a todo el sistema”, explica el director.
Antes de terminar la entrevista, Romero reflexiona sobre la labor del Hogar de Cristo y cómo el abandono de las escuelas es el inicio del resto de los otros problemas que abordan. “Gran parte de las consecuencias y de los problemas pobreza en la adulta, tienen su origen en la desescolarización temprana de jóvenes que no tienen las herramientas ni las oportunidades mínimas para poder integrarse plenamente a la sociedad”, grafica antes de despedirse.
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