Norte y sur: la inédita lucha en el fútbol chileno
Por primera vez en 90 años, dos equipos de los extremos del país se enfrentan por el título. Cobresal y Huachipato representan geografías muy distintas y una renovación que hace rato no se vivía
En Chile se juega fútbol profesional desde hace 90 años. En octubre de 1933, Magallanes ganó el primer torneo oficial, iniciando una racha ininterrumpida de 18 años para los equipos de Santiago. Recién en 1950 Everton de Viña del Mar rompería la hegemonía capitalina.
Para los clubes de regiones nunca ha sido fácil competir: han ganado apenas 20 títulos de los 106 disputados. Para llevar la estadística a los tiempos que actuales, el último campeón provinciano del campeonato oficial fue Cobresal, en el 2015, equipo que ahora es el favorito para consagrarse campeón, una vez que termine el largo receso por los partidos clasificatorios al mundial y la disputa de los juegos Panamericanos.
El predominio de Santiago ha sido tan evidente, que esta temporada –por apenas tercera vez en la historia– dos equipos regionales se disputarán la corona. En 1985 Cobreloa se la ganó a Everton, mientras que en 1988 el mismo Cobreloa superó por estrecho margen a Cobresal, el conjunto minero de El Salvador que ha vuelto a ser protagonista, pese a representar a un campamento minero que posee apenas 9 mil quinientos habitantes.
La derrota de Colo Colo el último fin de semana lo marginó de la lucha, pese a que matemáticamente su entrenador Gustavo Quinteros se aferra a la posibilidad de un milagro. Casi imposible, si se considera que hay 10 puntos de diferencia entre los albos y el puntero, a falta de cuatro fechas por disputarse, y un partido pendiente para los albos.
El segundo aspirante a la corona es Huachipato, a sólo tres puntos del cuadro minero, representante de la zona del Bío Bío y con dos estrellas a su haber. Por ende, la lucha final estará dada por un cuadro del norte frente a uno del sur. El cobre versus el acero. El desierto contra el bosque. La montaña frente al mar.
Históricamente, la distribución geográfica de los clubes chilenos ha sido compleja. También su representación. No es casual que Cobreloa, el cuadro creado en la década de los setenta al amparo de Codelco, la mayor empresa estatal chilena, y con el aporte de los mineros de Chuquicamata, sea el equipo regional con más títulos (ocho). Cuando el aporte disminuyó y las labores extractivas se externalizaron, el doble finalista de la Copa Libertadores ya no pudo competir y cayó a la segunda división, donde hoy milita.
Everton, con cuatro coronas, y Wanderers de Valparaíso (tres) representan a la segunda zona más poblada del país, y fue a través del puerto donde ingresó el fútbol al territorio. Por eso, lo que puede ser un dato menor, es toda una novedad para el certamen, acostumbrado a ver a los mismos de siempre en la disputa más importante.
De hecho, las mejores plazas provincianas se encuentran hoy en la división del Ascenso, dotadas en su mayoría de nuevos y modernos estadios construidos por el Estado. Un par de datos más: los últimos 10 títulos del fútbol chileno se los repartieron entre Colo Colo, la Universidad Católica y la Universidad de Chile. Entre estas tres instituciones suman 67 campeonatos, lo que deja en claro la importancia de lo que se vive hoy, cuando están ausentes del sprint final. Este es el año de las regiones. Y de la inédita lucha del norte y el sur.
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