César Barros, empresario chileno: “El Partido Republicano es una derecha muy clerical”
Cercano a la derecha tradicional, llama “corderitos” a los referentes de su sector por plegarse al Partido Republicano en el Consejo Constitucional
Al empresario chileno César Barros (Santiago, 74 años) no le gustan los tabúes. De estilo franco y directo, tiene fama de ser deslenguado y a veces hasta polémico. Generalmente paga costos. “Me hacen bullying”, dice, para referirse a los comentarios que recibe cada vez que lanza algún dardo. El último fue este fin de semana, cuando en su columna habitual en el diario La Tercera llamó “corderitos” a los consejeros de Chile Vamos, la coalición de la derecha tradicional con la que se identifica. Lo hizo por haberse plegado, dice, a las posturas del Partido Republicano, de la derecha más extrema, en el voto de algunas polémicas indicaciones que fueron aprobadas por el Consejo Constitucional, el órgano que escribe una nueva propuesta de Carta Fundamental para Chile.
Barros, master en Economía Agraria de la Universidad Católica y doctorado en Economía de la Universidad de Stanford, es parte de una generación empresarial que forjó su fortuna entre el campo chileno y las inversiones financieras. Fue compañero de colegio del expresidente Sebastián Piñera, es cercano al partido Unión Demócrata Independiente (UDI), de derecha más conservadora, en el que milita su hermano, el exdiputado Ramón Barros. Pero César se declara más liberal y cree en lo que llama “una derecha moderada”, dispuesta a dialogar con todos los sectores para el bien del país. Le ofrecieron ser consejero constitucional por la UDI, pero dijo que no.
Sus habilidades para gestionar crisis lo han puesto varias veces a cargo de “incendios empresariales”. Fue presidente de la Asociación de la industria salmonera cuando apareció el virus ISA, una enfermedad que afectó a varios centros de cultivo chilenos. Años más tarde, se hizo cargo de sacar adelante a la empresa de ventas minoristas La Polar, luego de que explotara uno de los escándalos financieros más bullados de los últimos años. Y en 2020 entró como representante de los médicos de la Clínica Las Condes en medio de una disputa, que se mantiene, con su controlador, el empresario Alejandro Gil. Hoy es parte de varios directorios y está dedicado a su campo en Valdivia, donde cría ganado.
Pregunta. ¿Qué comentarios le hicieron después de su columna?
Respuesta. De todo. Me escribió gente que está muy de acuerdo y que dicen: “Terminemos con esta chacota” [burla]. Y otros que no están de acuerdo, que dicen que todas las modificaciones que se han aprobado en el Consejo Constitucional son de sentido común.
P. Natalia González, integrante de la comisión de expertos, fue una de estas últimas. Defendió que Chile Vamos ha votado en consecuencia con sus ideas.
R. Me lo mandaron. Pero no es de sentido común, claramente, el tema de las exenciones tributarias. Eso es una ley en todas partes del mundo, no tiene por qué ser parte de la Constitución. El hecho de que existan instituciones con conciencia lo encuentro una aberración. Las personas tenemos conciencia, las instituciones no, sobre todo si van a recibir apoyo del Estado, que son todas las de salud. Pueden tener políticas, principios, pero no conciencia. Creo que el aborto ya se reguló bien con la ley de tres causales y hubo ahí una mayoría grande, votaron a favor tanto gente de derecha como izquierda. Y después, ya fue meter el ají en el ojo con el rodeo y la cueca. Yo soy practicante del rodeo, como tú puedes ver aquí [su departamento, donde transcurre esta entrevista, está decorado con espuelas, figuras de caballos y pinturas ecuestres]: me encanta y lo defiendo. Pero creo que, claramente, no es un tema constitucional [la norma finalmente se descartó].
P. ¿Comulga con alguna de las ideas de los republicanos?
R. No, de los republicanos nada. Además, que no sé cuáles son sus ideas. Nunca he visto el ideario del Partido Republicano. He visto gestos, he visto a [José Antonio] Kast [el líder del partido] hablando. Y dice que están en contra del aborto, son una derecha muy clerical. Por eso, en mi columna cito el ejemplo de monseñor Tagle cuando dijo que a las mujeres con bikini las iban a excomulgar. Y no es broma, yo estaba chico cuando pasó aquello. Y también la derecha se opuso a la ley de divorcio y todo eso se debe de la influencia enorme que sigue teniendo la Iglesia Católica. Y los líderes de los republicanos o son schoenstattianos o son del Opus Dei, pero ¿cuáles son las otras ideas que tienen? No las conozco.
P. Usted dice en su columna que los consejeros de Chile Vamos se están plegando a las ideas de los republicanos “por un plato de lentejas”. ¿Por qué?
R. Esta cosa clerical también convoca un mundo de la derecha de Renovación Nacional y la UDI. “A Dios queremos en nuestras leyes, en las escuelas y en el hogar” eran los cantos de la época en que se iba a separar la Iglesia del Estado en el siglo XIX.
P. ¿Es solo eso? ¿Qué quiso decir con “el plato de lentejas”?
R. Lo del plato de lentejas es porque Chile Vamos apoya a los republicanos para tener mayores cupos en las elecciones que vienen. Con el éxito que tuvo el Partido Republicano en la última elección, creo que tanto RN como la UDI ven con preocupación las próximas elecciones en las cuales van a tener que ir aliados o negociar cupos para alcaldes, diputados, senadores con los republicanos. Tienen miedo de que sus votantes se vayan hacia allá. Entonces, Kast, les dice: ¿quieren ir solos? Me los voy a comer. Yo creo que no se los va a comer, por eso les digo corderitos.
P. Habla también en su columna de un “integrismo que se estaría apoderando de esta derecha más moderna”. ¿Existe esa derecha moderna en Chile?
R. Yo creo que sí. Estoy convencido que tanto en RN como en la UDI, sus principales líderes son mucho más de centroderecha que de derecha.
P. ¿Y esa moderación en qué se refleja? ¿En valores más liberales, por ejemplo?
P. De partida. Pero también hay cosas como esa norma que dice que vamos a expulsar inmediatamente a todos los inmigrantes ilegales. Pero ¿cómo lo van a hacer? Es como cuando Kast decía: hagamos una zanja. Después dice: pongamos estado sitio en el sur. Yo conozco a los militares, soy oficial de reserva. Y si acaso creen que los militares van a correr balas en La Araucanía por cualquier razón, no va a ser así. Después está el tema de Punta Peuco [la cárcel para militares condenados por delitos de lesa humanidad]. Personalmente encuentro que es una injusticia que tengamos viejitos enfermos presos. Pero si eso va a provocar que nos dividamos y que tengamos un punto de discordia, entonces asumamos que están ahí.
P. ¿Cree que la derecha tradicional pueda llegar a sacrificar incluso a Evelyn Matthei para darle el gusto a los republicanos, como dice en su columna?
R. No, eso lo dije solamente por meter el ají en el ojo, para molestar.
P. ¿La derecha tradicional debería casarse ya con Evelyn Matthei?
R. No, pero yo creo que es una muy buena candidata. Fui profesor de ella, era una estupenda alumna y creo que sería una estupenda presidenta. Pero sería una pena que se cabreara [aburriera] con todo este cuento y terminara mal. Yo soy evelynista a fondo.
P. Es parte del directorio de varias empresas y desde ahí tiene la temperatura del empresariado de este proceso. ¿Qué piensan?
R. Todo el mundo quiere que haya una Constitución que tenga amplia mayoría, que se acabe la discusión y que se vaya a otra cosa.
P. ¿Y el papel que está jugando el Partido Republicano?
R. Nadie los conoce, son bien desconocidos, son nuevos. Pero lo que se dice es que ojalá se zanje luego esta discusión, ya está bueno ya, cortémosla.
P. ¿Y qué opina del Gobierno en todo este tema?
R. El Gobierno está empantanado. Agarró mal lo del 11 de septiembre, en forma poco delicada, y lo único que hizo fue darle manija a la derecha para que se envalentonara y empezara a criticar. Lo que quedó es que no hay acuerdo entre los chilenos de qué fue lo que pasó en 1973 [en el golpe contra Salvador Allende]. Y deberían haber abierto la discusión de cómo miramos esto para adelante para que no se repita. El Gobierno lo armó mal, no tienen mayoría en ninguna de las dos cámaras y cometen miles de errores no forzados.
P. Así y todo, usted menciona en su columna que la derecha no debería negarle la sal y el agua.
R. Es que nadie debe nunca negarle la sal y el agua al Gobierno porque estamos en un sistema presidencialista y vamos a seguir en este sistema. Y, por lo tanto, al Gobierno hay que tenerle respeto. Negarle la sal y el agua porque sí, para fregarlo, para que les vaya mal, cosa que después a mí me vayan bien, es una mirada muy mezquina respecto al país.
P. ¿Se puede dar vuelta el proceso constituyente para que logre aprobarse?
R. Sí, yo soy optimista. Creo que el Comité de Expertos puede convencer, aplicando lo que ellos saben de derecho constitucional comparado, de que las constituciones tienen que ser el mínimo sobre el cual nosotros estamos de acuerdo. Y en lo que no estamos de acuerdo se hará después con leyes, como siempre se ha hecho.
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