Aldo Mascareño, sociólogo: “El centro político se ha vaciado”
El investigador del Centro de Estudios Públicos (CEP) plantea que la posición privilegiada del Partido Republicano en el Consejo Constitucional le da ventaja para imponer sus términos en las reformas de pensiones, tributaria y de salud
La elección de consejeros constitucionales despejó varias interrogantes sobre la composición de las fuerzas políticas de Chile y confirmó lo que las encuestas ya anticipaban: un giro del país hacia la derecha más dura. Para el sociólogo e investigador del Centro de Estudios Públicos (CEP) Aldo Mascareño, la principal sorpresa fue la alta votación de Republicanos (35%), en contraste con la baja en la cantidad de votos que obtuvo la centroizquierda (8,95%) y el declive del joven Partido de la Gente (5,4%), que durante 2022 fue la colectividad con más militantes de Chile. Para el profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez este resultado indica que “el centro político se ha vaciado”. Y alerta que “con un centro político vacío no es posible producir acuerdos de largo plazo como los que se requieren en una Constitución”.
Mascareño plantea que “el porcentaje del Partido Republicano es un récord histórico desde 1990″ y explica que su alta adhesión se debe a que atrajo votos desde la UDI, el partido más ideologizado de la derecha chilena, “que en último tiempo optó por girar hacia la centroderecha”. También desde el Partido de la Gente, “que no logró institucionalizarse políticamente en el Parlamento en 2022 y que se vio afectado en la última semana por los vínculos de una de sus candidatas con el narcotráfico” y desde “fuerzas conservadoras extremas que generalmente no encontraban representación política y que hoy se ven convocadas por el discurso más radical de los republicanos”.
P. ¿Tiene alguna opción de reconfigurarse el centro político?
R. Cuando el centro está vacío, como ha quedado ahora en el Consejo Constitucional, quien primero lo ocupe de manera consistente estará en buena posición para constituirse en el factor decisivo que puede inclinar la balanza hacia un lado u otro. La centroderecha [los partidos tradicionales que sustentaron los gobiernos de Sebastián Piñera] y el Partido Socialista son los únicos grupos que, en el escenario actual, pueden ocupar esa posición.
P. ¿Qué hará a partir de este domingo el líder de los republicanos, José Antonio Kast?
R. Gracias al resultado Kast queda muy bien posicionado para la próxima presidencial de 2025. Pero igual como lo catapulta, también lo obliga, ahora más que ayer, a jugársela por un proceso constitucional exitoso. Un nuevo proyecto constitucional rechazado en el plebiscito de diciembre de este año, lo golpearía directamente. Por lo tanto, su partido tiene incentivos a que este proceso llegue a buen puerto, pues ya no será un mero espectador. Y eso lo sabe él, pero también la izquierda.
P. ¿Y cómo interpreta la baja votación de los partidos de la centroizquierda que sustentaron los gobiernos de la Concertación?
R. La Democracia Cristiana dejó de ser relevante hace tiempo. Su última escisión, cuando legisladores influyentes como Ximena Rincón (senadora) salieron de esta fuerza política, ya había decretado su nueva debacle. Algo similar acontece con el PPD y el Partido Radical. Son partidos que tuvieron un papel relevante en la transición, pero no han logrado construir algo más allá de la memoria por esa época. Sobreviven gracias a reglas electorales que les permiten tener algunos parlamentarios y crear la ilusión de fuerza electoral. Con el voto obligatorio ha quedado claro que la centroizquierda no tiene trabajo político de base, sea a través de los medios territoriales clásicos o los medios digitales.
P. ¿Cómo vislumbra que podría manifestarse el nuevo poder del Partido Republicano en la configuración política del país?
R. La paradoja de esta nueva etapa es que los republicanos quedan liderando un proceso constitucional que no quería, y esa misma posición privilegiada le da ventaja en la política parlamentaria para imponer sus términos en las importantes reformas políticas que el país enfrenta: las reformas de pensiones, tributaria y de salud.
P. ¿Están dadas las condiciones para configurar un diálogo real al interior del Consejo Constitucional, dado los resultados?
R. Republicanos queda al mando del proceso constituyente y de la política institucional nacional. Las alternativas son dos. O hace lo que promovió –cerrarse a las transformaciones estructurales que están en las 12 bases constitucionales del Acuerdo por Chile de fines de 2022, construido por los partidos con representación parlamentaria sin ellos–, o adopta una actitud de Estado más responsable y dialogante.
P. ¿Qué condiciones deberían darse para las negociaciones?
R. Para el diálogo en el proceso constitucional me parece que hay tres factores importantes: que el Partido Socialista (con siete consejeros) tienda puentes hacia la centroderecha, especialmente en materias que implican reformas como los derechos sociales; que la centroderecha se autorreconozca como una fuerza de centro dentro del consejo y actúe de manera consecuente impulsando la agenda de reformas que ya se anuncian en las 12 bases; y que la Comisión Experta cumpla el papel que le asigna el reglamento en el proceso. En la Comisión Experta [que ya trabaja en el texto] hay ahora mayor equilibrio político que en el consejo. Por tanto, ella será relevante para encauzar el diálogo en el proceso constitucional.
P. ¿Cuál es el escenario para la centroderecha [la derecha tradicional] tras este resultado?
R. La centroderecha queda en una posición altamente difícil. Su movimiento hacia el centro en el último año, especialmente en la construcción del Acuerdo por Chile donde se sentaron las bases del actual proceso constitucional (incluida la idea del Estado social y democrático de derecho), le costó perder base electoral y que los electores se volcaran hacia los republicanos. Ahora la este sector debe optar entre ser el vagón de cola de republicanos y arriesgarse a desaparecer bajo su alero o persistir en su convicción centrista cuando su votante parece darle la espalda a la moderación. En el Consejo Constitucional, la centroderecha (UDI, RN, Evópoli) será el único centro que existirá, pues la lista de centroizquierda no obtuvo ningún escaño, lo que hace aún más clave el camino que tomarán. El Partido Socialista también podría aproximarse a ese centro.
P. ¿Cómo interpreta los resultados obtenidos por la lista del Gobierno? ¿Hubo un voto de castigo?
R. La lista de las fuerzas de Gobierno obtuvo un 28%, justamente la mitad del 56% que obtuvo la derecha más la centroderecha. Si se agrega al Partido de la Gente, todo ello suma 62%, que es el porcentaje del rechazo en el proceso constitucional anterior. Por cierto, esta votación es también un castigo al Gobierno.
P. ¿Por qué? La Moneda se mantuvo distante de este proceso...
R. Aun cuando en esta oportunidad La Moneda se mantuvo distante del proceso constitucional, la alta delincuencia que no ha podido controlar se transformó en la exitosa bandera de lucha especialmente del Partido Republicano. Incluso, la lista de centroderecha se denominó a sí misma Chile seguro. Todo esto rindió frutos electorales y castigó los porcentajes de la lista de Gobierno. Este porcentaje es, además, cercano al nivel de aprobación del presidente Boric en el último tiempo. Es decir, los partidos principales de la coalición de Gobierno no obtienen, en conjunto, mucha más aprobación que el presidente por sí solo.
P. ¿Cuál será el destino del Partido de la Gente en el mapa político chileno?
R. Creció de manera consistente desde el 2013 hasta esta elección. Se trata de un partido de centroderecha con algunos rasgos populistas, como el desprecio a la élite política y económica y una posición contraria a la inmigración. La primera vez que obtuvo parlamentarios fue en la elección de 2021. Ese fue su primer encuentro con la institucionalidad de la alta política y en ese espacio no supieron comportarse, negociar, hacer alianzas ni conducirse de manera estratégica para institucionalizarse como un partido político orgánico.
P. Y se quebraron...
R. A los seis meses en el Parlamento se quebraron: unos siguieron la política mediática de Franco Parisi, su líder, y otros la política errática de las consultas digitales con sus bases. Con esas oscilaciones, nunca proyectaron consistencia hacia sus electores; se hicieron tan impredecibles como volátil es la opinión de la gente en múltiples temas. Ahora los devoró la máquina de los republicanos y perdieron la oportunidad de institucionalizarse. En todo caso, siguen existiendo. El porcentaje de su votación (5,4%) es cercano al de Convergencia Social (el partido del presidente) y al del Partido Socialista. Por tanto, no hay que darlos por muertos. Su discurso antipolítica, anti élite, antiimigración es, además, atractivo para mucha gente en estos tiempos.
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