“La gente viene a jugar, a pasear, a amarse”

El Parque del Alamillo de Sevilla cumple 20 años como un referente de modelo de gestión de la biodiversidad compaginada con participación social

Sevilla -
El director del Parque del Alamillo, Adolfo Fernández Palomares.paco puentes

Hojas verdes y marrones entrelazadas en ramas, lagos que reflejan el cielo y los troncos de los árboles, vuelos de aves que se cruzan en el horizonte, frutas de colores, olor a tierra mojada. Una escena así puede evocar un cuadro de Botticelli o un paraíso lejano, pero también un parque andaluz. “Los entornos naturales agradables han sido tradicionalmente espacios solo dignos de ninfas, de figuras mitológicas o de la alta aristocracia, antes estaba vedado para el resto de los mortales. Pero con la llegada de los parques públicos ese privilegio se hizo extensivo a la sociedad, y ahora los ciuda...

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Hojas verdes y marrones entrelazadas en ramas, lagos que reflejan el cielo y los troncos de los árboles, vuelos de aves que se cruzan en el horizonte, frutas de colores, olor a tierra mojada. Una escena así puede evocar un cuadro de Botticelli o un paraíso lejano, pero también un parque andaluz. “Los entornos naturales agradables han sido tradicionalmente espacios solo dignos de ninfas, de figuras mitológicas o de la alta aristocracia, antes estaba vedado para el resto de los mortales. Pero con la llegada de los parques públicos ese privilegio se hizo extensivo a la sociedad, y ahora los ciudadanos pueden disfrutar gratuitamente del lujo de estar en contacto con la naturaleza, con el lugar de donde nacen”, reflexiona Adolfo Fernández Palomares (Santiago de la Espada, Jaén, 1954), que es el director del Parque del Alamillo de Sevilla desde hace 16 años.

Hasta el momento gestiona 80 hectáreas de paisaje mediterráneo, lagos y matorral que acogen a más de un millón y medio de visitas al año, sobre todo de familias, grupos de amigos y deportistas. “Me encanta ver cómo el parque es un lugar de encuentro, de convivencia entre culturas, donde la gente viene a jugar, a pasear, a amarse. En el parque se hace posible la conjunción entre el arte y la naturaleza, nadie puede sustraerse del principio de las civilizaciones. Ya los sumerios describen estos espacios como lugares agradables. Son terapéuticos, y además, el Creador pone a la primera pareja humana en un entorno natural”, ilustra Fernández Palomares mientras observa desde la ventana de su despacho una frondosa arboleda.

En la entrada del edificio de oficinas del parque, que es un antiguo cortijo, lucen decenas de placas de reconocimientos otorgados por distintas instituciones. “Hemos construido un modelo de gestión que engarza la ecología con el uso público del espacio y que se ha convertido en un referente”, explica. Tanto, que otras ciudades como Granada, Cádiz o Málaga quieren un modelo como el del Alamillo para futuros proyectos.

“Este parque se caracteriza por ser un espacio abierto a iniciativas sociales y públicas que se compagina con un alto grado de conservación de biodiversidad. Es un espacio cómplice de cualquier cosa que la población planee y sea posible”, resume. “Y en este aspecto, la Consejería de Fomento, de la que dependemos, nos respalda y nos impulsa para que sigamos manteniendo esa relación con los ciudadanos”, añade.

Flora y fauna del Alamillo

  • El parque es una reconstrucción del bosque matorral mediterráneo y está compuesto por naranjos, olmos, fresnos, alcornoques, lentiscos, pinos, acebuches...
  • También dispone de un observatorio de aves en el que se pueden ver águilas calzadas, lechuzas, cigüeñas, garzas...
  • "Uno de los mejores bioindicadores de la buena calidad del ecosistema es la cantidad de reptiles que hay. Se ven con facilidad salamanquesas, lagartos ocelados y culebras", dice Adolfo Fernández, director del parque.

Este año se cumple el 20 aniversario de la puesta en marcha del Parque del Alamillo, y en estas dos décadas ha aumentado progresivamente la participación social en las actividades.Además de la aportación constante de la Asociación de Amigos del Parque del Alamillo, organizan actividades las entidades de avistamiento de aves, de personas con discapacidad, de ciclismo, las asociaciones solidarias, culturales, de poetas... Tanto es así, que en los últimos años, y con la crisis como ruido de fondo, las actividades han aumentado, aunque el presupuesto se haya recortado. “Al principio contábamos con 120.000 euros al año y hacíamos unas 50 actividades, que partían del propio parque. Y ahora, tenemos 20.000 euros al año y alcanzamos las 600 actividades al año, (entre grandes y pequeñas). Lo que hemos hecho es facilitar las infraestructuras para las propuestas externas. Aunque claro, si mantuviéramos el presupuesto de antes, ahora tendríamos más de 1.000 actividades”.

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Fernández confiesa haber aprendido mucho de las experiencias de otros parques como Regent´s Park, en Londres, o Central Park, en Nueva York. “No es que viera venir la crisis, pero aprendí que todos los grandes parques tienen un momento de apogeo y otro de declive, por eso este parque se gestionó desde el principio con unos criterios de sostenibilidad y viabilidad importantes”, explica. Y detalla que para que no se haya notado tanto el impacto en la población ni en la biodiversidad, ha contado con el apoyo de catedráticos de la Universidad y de técnicos.

Más allá de reducir servicios, ahora van a ampliarlos. Este ingeniero de caminos de la Empresa Pública del Suelo de Andalucía está inmerso en las obras de ampliación del parque, cuya inauguración está prevista para finales de este año. Están planteadas 40 hectáreas más en las que se van a incluir 133 huertos urbanos, carriles bici, visitas a infraestructuras agrarias de entre los siglos XVIII y XIX, y pantalanes y salidas de embarcaciones al río Guadalquivir. “La idea es ofrecer el mayor número de servicios posible a los ciudadanos, que puedan disfrutar del territorio al máximo. Incluso serán ellos los que nos planteen a nosotros nuevos usos del entorno”, prevé Fernández, que aún no se ha ido de vacaciones para supervisar las obras. Aunque tampoco le pesa. “Yo llegué aquí, por casualidad, para dos años, y ya voy por 16. Igual hasta me jubilo dirigiendo el parque”, dice entre risas Fernández, que habla todo el tiempo de su gestión en plural, incluyendo a los equipos de trabajo con los que ha contado estos años.

“Con la ampliación se abre una etapa interesante en la que vamos a enriquecer las visitas y podemos ampliar los visitantes”, estima. No tiene estudiado que la crisis haya provocado mayor afluencia de personas al parque, pero tanto él como sus compañeros perciben que puede ser así. “Algunos fines de semana ha habido muchísima gente. Hemos notado puede que prefieran venir al parque, que es ocio gratuito, no hay que consumir y es agradable estar aquí”, justifica.

Tan agradable que en otras épocas era un auténtico lujo disfrutar de entornos naturales similares al que ofrece de forma gratuita para todos los ciudadanos el Parque del Alamillo.

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