Encuentro generacional como motor creativo en el jazz

Tres discos muestran las ventajas de un diálogo equilibrado entre los músicos veteranos que quieren mantenerse innovadores y las jóvenes promesas

La pianista Jordina Millà y el contrabajista Barry Guy.Thomas J. Krebs (ECM RECORDS)

La distancia generacional siempre alberga una serie de cargas y tensiones en el ámbito artístico. La evolución tiende a conllevar el romper con lo consolidado o, en todo caso, buscar cosas que quienes sentaron las bases no quisieron o no supieron encontrar. Al mismo tiempo, siempre se parte de algo que ya existe, y las influencias y los referentes son algo de lo que, normalmente, el joven creador no puede zafarse. En la música popular, la evolución ha pasado cada cierto tiempo por ...

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La distancia generacional siempre alberga una serie de cargas y tensiones en el ámbito artístico. La evolución tiende a conllevar el romper con lo consolidado o, en todo caso, buscar cosas que quienes sentaron las bases no quisieron o no supieron encontrar. Al mismo tiempo, siempre se parte de algo que ya existe, y las influencias y los referentes son algo de lo que, normalmente, el joven creador no puede zafarse. En la música popular, la evolución ha pasado cada cierto tiempo por romper con tendencias anteriores, incluyendo cierto grado de desprecio por las músicas imperantes cuando quienes buscaban dar otra vuelta de tuerca estaban formándose. El “matar al padre” de toda la vida, vaya.

En el jazz y la música creativa, en cambio, hay tradicionalmente una relación bidireccional y enriquecedora entre los músicos veteranos y los jóvenes, propiciada, entre otras cosas, por el ánimo de mantenerse creativos y en busca de nuevos horizontes de los primeros, y por la sed de acceso a la experiencia y a un aprendizaje directo de manos de los maestros vivos de los segundos.

Algunos álbumes recién publicados muestran esa sana confluencia de jóvenes y veteranos en la improvisación y el jazz, que suele producir música emocionante cuando ambas fuerzas construyen un diálogo equilibrado entre quienes llevan décadas buscando nuevas vías de expresión musical y quienes afrontan esa búsqueda con menos experiencia, pero también con una curiosidad efervescente y aún por malear.

Esa relación de dos fuerzas creativas enmarcadas en generaciones diferentes se refleja muy bien en el nuevo álbum del dúo del contrabajista británico Barry Guy, de 77 años, con la pianista catalana Jordina Millà, de 40. Guy, una de las más importantes figuras del free jazz y la libre improvisación de la historia, ha encontrado en Millà una compañera perfecta para cultivar música abstracta, misteriosa y desafiante, trabajando sobre la exploración del sonido y cualquier posibilidad que brinde la relación del intérprete con su instrumento, por subversiva que esta sea.

Millà debutó en 2018 apadrinada por otro veterano ilustre, el colosal pianista Agustí Fernández, que publicó el sobresaliente debut de la catalana, Males herbes, en su sello Sirulita Records. Seis años después, y haciendo música realmente minoritaria, la pianista ha logrado todo un hito discográfico con este nuevo registro de su dúo con Guy: ser la segunda artista española en publicar con el legendario sello alemán ECM (el primero fue Jorge Rossy, en 2021). Live in Munich contiene un concierto grabado en 2022 en el que todo es improvisación y exploración acústica. La compenetración de ambos creadores se basa en una intuición compartida, en la escucha y reacción constante entre uno y otro y en el inquebrantable anhelo, también compartido, de ir más allá en todo momento. La escucha es exigente, pero refleja de forma inspiradora la búsqueda de dos artistas queriendo exprimir al máximo cada oportunidad que les cede ese salto sin red que es la improvisación libre.

En ‘Beyond this Place’, el pianista de 81 años Kenny Barron ficha a uno de los más abrumadores talentos jóvenes del jazz norteamericano, Immanuel Wilkins

Volviendo a la ortodoxia jazzística, y más concretamente a uno de sus más importantes maestros vivos, el nuevo disco de Kenny Barron es la última muestra de hasta qué punto un jazzista veterano puede mantenerse no solo vigente, sino absolutamente brillante después de seis décadas de carrera. Así lo demuestra Beyond this Place, en el que el pianista de 81 años ficha a uno de los más abrumadores talentos jóvenes del jazz norteamericano, Immanuel Wilkins. A sus 26 años, el saxofonista ya tiene una carrera sólida y meteórica, con dos álbumes como líder publicados por Blue Note y numerosas colaboraciones, particularmente con su compañero de generación Joel Ross.

Wilkins lo tiene todo: sonido, un discurso fresco y una excelencia interpretativa que llama la atención en el preciso instante en que empieza a tocar. Aparte del saxofonista, Barron se acompaña también por su trío regular junto al contrabajista Kiyoshi Kitagawa y el baterista Johnathan Blake, además del excelente vibrafonista Steve Nelson, conformando un quinteto redondo que brilla especialmente con el encuentro entre el octogenario y el veinteañero. Juntos producen música enraizada en la tradición, pero absolutamente vibrante, en la que la elocuencia pianística del líder encaja a la perfección con las fértiles y aéreas improvisaciones del saxofonista.

En España acaba de publicarse también otro magnífico álbum que alinea varias generaciones de nuestra escena, liderado por el veterano contrabajista y compositor Baldo Martínez. Música imaginaria surgió a partir de una colaboración de Martínez con el Festival de Jazz de Vitoria el pasado año, y ahora ve la luz de mano del sello Karonte como un disco que, además de contener música superlativa, es también un compendio de algunos de los más rotundos talentos de nuestro jazz. Por un lado, colaboradores habituales del líder, como la percusionista Lucía Martínez y el saxofonista y flautista Juan Saiz. Ambos son dos de los nombres más relevantes de la escena actual: la primera es ya dueña de una carrera intachable, y el segundo, que aún no ha cumplido los 40, ya se está perfilando como uno de los saxofonistas más interesantes del momento en Europa.

Tanto por la clarividencia del grupo como por la apertura y belleza de su música, podemos considerar ‘Música Imaginaria’ como uno de los grandes títulos que ha dado el jazz íbero en los últimos tiempos

Junto a ellos, el extraordinario trompetista Julián Sánchez y los más jóvenes de la formación: el acordeonista portugués João Barradas, de 32 años, y el portentoso vibrafonista y marimbista Andrés Coll, de solo 24 años (41 menos que el líder). Coll es originario de Ibiza, isla en la que reside el maestro alemán Joachim Kühn, que en cuanto lo descubrió hizo correr la voz sobre su desbordante talento entre amigos y conocidos. Martínez, viejo compadre de Kühn, no dudó en llamar inmediatamente al joven Coll para que formase parte de un sexteto que no podía sino producir algo realmente destacable. Con un sonido marcadamente atlántico que va de lo nostálgico a lo fogoso, el álbum es una renovación del universo musical que Martínez ha creado a lo largo de los años, y, tanto por la clarividencia del grupo como por la apertura y belleza de su música, podemos considerarlo uno de los grandes títulos que ha dado el jazz íbero en los últimos tiempos.

Jordina Millà y Barry Guy

‘Live in Munich’
ECM

Kenny Barron

‘Beyon this Place’
Kiyoshi Kitagawa, Johnathan Blake, Steve Nelson e Immanuel Wilkins
Artwork Records

Baldo Martínez Sexteto

‘Música Imaginaria’
Julián Sánchez, Juan Saiz, João Barradas, Andrés Coll y Lucía Martínez
Karonte


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