Allen Frame, una vida vivida dentro del arte
En su último monográfico, el fotógrafo estadounidense ofrece un cándido y cinemático retrato del tiempo compartido por un grupo de artistas en el hervidero creativo que fue el East Village neoyorquino de los ochenta
Hace tres años, el fotógrafo y escritor norteamericano Allen Frame (Misisipi, Estados Unidos, 1953) publicó su segundo monográfico, Fever, el cándido retrato de un tiempo vivido con esperanza y camaradería por un grupo de artistas dentro del hervidero creativo que fue el East Village neoyorquino en 1981. En cierto modo, aquel año supuso un antes y un después dentro de aquella comunidad artística. Aunque seguía siendo posible pagar 150 dólares de alquiler al mes, el metro había subido de 60 a 75 centavos; IBM presentó su primer ordenador personal; ...
Hace tres años, el fotógrafo y escritor norteamericano Allen Frame (Misisipi, Estados Unidos, 1953) publicó su segundo monográfico, Fever, el cándido retrato de un tiempo vivido con esperanza y camaradería por un grupo de artistas dentro del hervidero creativo que fue el East Village neoyorquino en 1981. En cierto modo, aquel año supuso un antes y un después dentro de aquella comunidad artística. Aunque seguía siendo posible pagar 150 dólares de alquiler al mes, el metro había subido de 60 a 75 centavos; IBM presentó su primer ordenador personal; Nan Goldin participó junto a Keith Haring, Basquiat, Robert Mapplethorpe y otros muchos artistas en New York / New Wave, una de las exposiciones más determinantes de la época, celebrada en el MoMA PS1; y The New York Times tituló así uno de sus artículos: “Un extraño tipo de cáncer observado en 41 homosexuales”.
“La felicidad es una sensación ficticia. Creada por narradores imaginativos con el propósito de construir una trama y resolver la historia”, aseguraba, años más tarde, la actriz y musa del cine underground Cookie Muller, una de las protagonistas de aquellos momentos de esplendor captados por la cámara de Frame, muerta en 1989 a causa de la complicaciones derivadas del sida. De ahí que, con el fin de recuperar la memoria de aquellos días vividos con plenitud, el fotógrafo haya vuelto a echar mano de su archivo para ahondar en el melancólico retrato de aquella generación perdida. Y, centrándose, esta vez en un periodo de tiempo más amplio, (de 1977, el año en que el fotógrafo llega a Nueva York, hasta 1992) haya dado forma a Whereupon (tras lo cual), su último fotolibro, en cuyo título va implícita una temporalidad; la alegría pasajera que precedió a los dramáticos episodios vividos por una comunidad diezmada por el sida.
Darrel Ellis, Cady Noland, Peter Hujar, Robert Gober y otros creadores menos conocidos forman parte de los plácidos encuentros entre artistas, escritores y actores, tanto en desangeladas cocinas como entre los bastidores de estudios o en salones decorados con sus obras. En días nublados, pasean por la playa, a veces toman el sol, otras veces se divierten en azoteas, donde la ciudad adquiere otra dimensión y las Torres Gemelas dibujan un horizonte destinado a desaparecer. Vida y arte se funden en una sola entidad.
El monográfico incluye imágenes inéditas de las funciones de teatro en las que participaban parte de aquel grupo de artistas. Durante los largos ensayos, con frecuencia surgían dramas personales, sin embargo estos quedarían fuera del visor de Frame. “En 1981, comencé a adentrarme en el mundo del teatro”, cuenta el fotógrafo durante una videoconferencia. “En realidad quería acercarme a una serie de actores que eran considerados personajes de culto en el downtown, y tener la oportunidad de fotografiarlos, pero lo que ocurrió es que el teatro me enganchó y dos años más tarde un grupo de amigos decidimos montar una pequeña compañía de teatro”. Frame codirigiría una serie de monólogos escritos por David Wojnarowicz, entonces un desconocido, posteriormente reunidos en una publicación: Sound in the Distance. La funciones tenían lugar en un jardín en el 13 East 3rd Street, donde vivía el actor y también pintor Bill Rice, y un año más tarde se estrenaron en Berlín, esta vez sin la presencia de Goldin, que habitualmente participaba como actriz y se encontraba presentando su hoy célebre Balada de la dependencia sexual por distintos lugares de Europa. En paralelo, Frame fue articulando su propio diario visual, en el cual encontraría su voz como fotógrafo, dentro de una práctica a la que, en Francia, el crítico francés Gilles Mora y el fotógrafo Claude Nori denominaron “fotobiografía”.
Si en Fever el fotógrafo echaba mano únicamente del color, en Whereupon se intercala con el blanco y negro. Será en las tres secciones a color que componen la publicación donde el atento lector se encuentre con un curioso y sutil recurso de diseño, por el cual la primera y la última imagen de la serie aparecen repetidas y volteadas, creando una especie de metáfora sobre el ir y venir del tiempo.
No hay nada casual en la realización de las imágenes, donde se dejan ver las decisiones formales del fotógrafo, el cuidado en la composición y la búsqueda de la expresividad del cuerpo y del gesto, sin que estás pierdan la frescura de la inmediatez. En ellas va implícita la afición del autor por el cine y el teatro. Realizadas con luz natural, son imágenes impregnadas de una sutil tensión así como cargadas de ambigüedad, donde uno no acierta a adivinar que está pasando realmente. Como ocurre en Butch and Fabio, NYC, 1979. “Es precisamente esta indefinición la que mantiene la mirada del espectador y la hace más interesante”, señala Frame. “Por la intimidad que desprende, uno podría pensar que entre los personajes existía más cercanía de la que realmente hay. Fabio estaba de visita y era el novio de una amiga de Butch. Y, Butch era mi amiga. Tal vez la intimidad en esa imagen tiene más que ver con mi relación con ella, Fabio es probablemente una especie de sustituto de mí mismo”.
Frame “hace lo improbable utilizando el medio de la imagen fija para sostener una narrativa no lineal, una narrativa no explicada sino implícita”, escribía Goldin en la presentación de una exposición del fotógrafo en la galería Polaris de París. “No define la relación con sus amigos —sus sujetos— como una serie de momentos de tiempo congelado, sino como un flujo de experiencias, de interacciones y de emociones compartidas. A través de sus imágenes experimentamos la naturaleza abierta de cada momento, todo lo que ha pasado antes y lo que vendrá después, la tensión de la revelación de cosas aún no realizadas”.
Whereupon recoge el impulso de Frame no solo por recuperar la memoria de un grupo de creadores sino de un tiempo. El reflejo de “una vida vivida dentro del arte”, tal y como advierte el fotógrafo. “Casi todos estábamos al final de la veintena o principios de la treintena. Aún quedaban muchas decisiones por tomar en nuestras vidas y existía mucha más indefinición, franqueza y apertura ante lo que se presentaba en cada momento”, apunta el fotógrafo. Si bien parte del placer del libro viene de reconocer en él a artistas ya consagrados, también procede de los no consagrados; de la atmósfera de inocencia, de promesas y de esperanza que alimentaba a todo el grupo. El mito de la bohemia artística sigue siendo capaz de alimentar poderosas narrativas donde el arte se funde con la vida en una búsqueda apasionada y autentica, al margen de las normas establecidas. Como un testimonio vivaz del pasado capaz de reactivar la memoria de lo perdido y abrir puertas al futuro.
‘Whereupon’. Allen Frame. Palermo Publishing. 120 páginas. 70 euros.