Lo nuevo de Sílvia Pérez Cruz, Feist, Boygenius, Florent (de Los Planetas) y otros discos del mes
Los críticos musicales de ‘Babelia’ seleccionan los álbumes más destacados de las últimas semanas
Sílvia Pérez Cruz es la canción reformulada. Es el suyo, un canto espiritual, aunque laico, del siglo XXI, con un abanico amplio de soluciones expresivas. Toda la vida, un día es su nuevo y reciente álbum. En la portada interior, la cantante agarra un conejo con su mano izquierda, como si fuera una Alicia que ha traspasado el espejo para descubrirnos que los límites no existen, sujetando un animal que simboliza la aventura y el descubrimiento de la belle...
Una singular sinfonía
Por Javier Losilla
Sílvia Pérez Cruz
Sony
Sílvia Pérez Cruz es la canción reformulada. Es el suyo, un canto espiritual, aunque laico, del siglo XXI, con un abanico amplio de soluciones expresivas. Toda la vida, un día es su nuevo y reciente álbum. En la portada interior, la cantante agarra un conejo con su mano izquierda, como si fuera una Alicia que ha traspasado el espejo para descubrirnos que los límites no existen, sujetando un animal que simboliza la aventura y el descubrimiento de la belleza, la armonía, el magnetismo y el misterio.
Se diría que Toda la vida, un día quiere mostrar no a la Sílvia Pérez Cruz de voz melismática e incandescente, sino a la autora, a la creadora de músicas, textos, arreglos y producciones. Hay aquí poco manierismo en las cuerdas de la cantante y un empeño loable en adentrarse en el misterio de la canción; en dar con las letras precisas, las músicas adecuadas, los arreglos soñados y el detalle perfecto. Siempre desde la perspectiva de quien transita con gran soltura por manifestaciones diversas de la canción popular. Los coros atraviesan, en mayor o menor medida, todo el disco y una lista prolija de colaboraciones ilustres adorna las 21 piezas que lo componen.
A la manera de una singular sinfonía en la que no importa tanto la conexión de sus partes como su contenido, Toda una vida, un día está estructurado en cinco “movimientos, etapas, edades, colores”, que se adentran en la celebración (‘La flor’), la búsqueda (‘La inmensidad’), la madurez (‘Mi jardín’), la sabiduría que proporciona el tiempo (‘El peso’) y el resurgir, el latido (‘Renacimiento’). El catalán, el castellano y el portugués (una pieza) son las lenguas que transmiten las palabras de ese quinteto de Alejandría sonoro.
Las cuerdas marcan el tempo en ‘La flor’, con letras y músicas firmadas por la autora. En ‘La inmensidad’, el tramo más experimental del disco, Pérez Cruz se adentra en territorios textuales ajenos: William Carlos Williams y su perturbador ‘Atrapados’; Idea Vilariño y Fernando Pessoa, que inspira ‘El Poeta es un fingidor’, canción en la que Sílvia pisa los talones a Rosalía, registrada en directo, pues formó parte del espectáculo Género imposible. El movimiento concluye con ‘Salir distinto’, una hermosa composición en varias claves flamencas que cuenta con Pepe Habichuela, Carmen Linares, Carles Benavent y Diego Carrasco. ‘Mi jardín’ echa a andar con una exuberante versión coral de ‘Atrapados’, continúa con un dúo con Juan Quintero y cierra con la sencillez instrumental de ‘Mi última canción triste’, con la voz de Natalia Lafourcade. ‘El peso’, aunque anticipa el renacer en ‘Me muero’ (con Salvador Sobral), aborda el título del disco al alimón con Liliana Herrero y homenajea en clave barroca a Jordi Savall con ‘Todos los finales del mundo’, casi una paráfrasis de su archiconocida composición para la película Tous les matins du monde.
Y en ‘Renacimiento’ asoman las vibraciones de América del Sur, de nuevo con la cantante haciéndose cargo de letras y música en un saludo gozoso a un mundo de esperanza y deseo. Desde el otro lado del espejo, Sílvia Pérez Cruz conforma un universo complejo al que, solo ocasionalmente, le sobra rigidez y le falta un poco de locura.
Yaeji, rabia liberada con elegancia
Iñigo López Palacios
Yaeji
XL / Popstock!
La historia: hace ahora seis años empezaron a aparecer una serie de luminosos temas de house cantados medio en inglés medio en coreano que eran simplemente irresistibles. Los firmaba Yaeji, una jovencita de familia coreana pero nacida en Nueva York que, según contaban, estaba arrasando en los clubes de baile de esa ciudad. Publica EP2 en 2017 y se convierte en un nombre a seguir según muchas listas del año. En 2019 la ficha XL, poderosa independiente británica; en 2020 edita una mixtape, ‘What We Drew’, pero, pandemia mediante, el álbum de debut no acaba de llegar. En sus lanzamientos y colaboraciones cada vez se alejaba más de ‘Raingurl’, su inicial éxito underground. Al final, With a Hammer ha aparecido en abril de 2023.
El relato: Kathy Yaeji Lee se crio en Estados Unidos hasta que sus padres inmigrantes decidieron volver a Corea del Sur temiendo que su única hija de nueve años se volviera “demasiado estadounidense”. Yaeji vivió de niña aislada y acosada en ambos países. La presión familiar para que fuera una buena chica tradicional tampoco ayudó. Asegura que aprendió a reprimir sus sentimientos y recuerdos como una forma de supervivencia y se refugió en la música. En la pandemia todo esto la alcanzó. Empezó un proceso de liberación de la rabia retenida durante dos décadas. El producto final de ese proceso es With a Hammer.
El resultado: el debut de Yaeji es un álbum excéntrico y deslumbrante en el que hay espacio para casi todo excepto para ese house bailable que la hizo popular. Algo a lo que asegura que volverá en un futuro, pero que, simplemente, ahora no era el momento. En su ajuste de cuentas con su pasado hay experimentos a lo Björk, acercamientos al jazz o a la música contemporánea, pop de anime, techno, ambient, rhythm and blues, bossa extraterrestre, dub o drum and bass. Mantiene su seña de identidad de saltar del coreano al inglés sin previo aviso con una voz que por momentos parece infantil. Si es posible liberar la rabia de una forma tan elegante y contenida, Yaeji debería ser un ejemplo a seguir.
Las inocencias agotadas de Feist
Por Beatriz G. Aranda
Feist
Universal Music
‘1234′, la canción con la que Leslie Feist alcanzó la fama (y dos nominaciones a los Grammy), se publicó en 2007. Hablaba del paso de la adolescencia a una amarga madurez. “El dinero no puede comprar de nuevo / el amor que tenías entonces”, cantaba. Tantos años después, y tras seis de silencio, la canadiense regresa con su disco más tranquilo e íntimo, con la voz y la guitarra acústica como protagonistas y la Joni Mitchell de Blue como referente. Esa dinámica calmada se rompe al final del álbum, en el tercer minuto de ‘Borrow Trouble’, con un desgarrador grito de euforia y horror donde se concentran, en unos segundos, otras inocencias agotadas: la maternidad en solitario a los 46 y el fallecimiento de su padre.
La crudeza apasionante de Kara Jackson
Por Fernando Navarro
Kara Jackson
September
De Kara Jackson no se sabe casi nada y acabaremos sabiendo mucho. Al menos, está llamada a ser una de esas voces personalísimas que no dejan indiferente y promete momentos impresionantes en la música de raíz negra. Como en los últimos años ha pasado con debutantes cautivadores como Arlo Parks o Michael Kiwanuka, esta cantante y compositora de Chicago de 23 años, que viene del mundo de la poesía, exprime el folk hasta reducirlo a un lamento entre la agonía y la redención. A veces, tiene el encanto sombrío de un Antony & The Johnsons. Otras, en cambio, casi parece una Nina Simone retorciéndose en su pena de habitaciones solitarias. Puede que peque de densa y oscura, pero es tan especial que golpea con su crudeza aplastante.
Boygenius, abismalmente pasionales
Por Laura Fernández
Boygenius
Interscope
Hay una batuta cambiando de mano, y de universo, en cada canción —por ejemplo, en ‘Cool About It’, o cómo invocar a Paul Simon y rehabitar un mundo perdido— del primer álbum de Boygenius, supergrupo femenino constituido por Julien Baker, Phoebe Bridgers y Lucy Dacus, artífices de un indie rock abismalmente pasional. Y, a la vez, hay otra cosa. Hay tres exploradoras fundiéndose, caleidoscópicamente, en una sola. Las pinceladas son inexactamente perfectas en ‘True Blue’, en ‘Not Strong Enough’ y en ‘Emily I’m Sorry’, y construyen algo nuevo —algo distinto — en ‘Leonard Cohen’ y ‘Letter To An Old Poet’. Un honestísimo, y admirablemente tímido, clásico instantáneo
Florent, en contacto con la nave nodriza de Los Planetas
Por Carlos Marcos
Florent y yo
El Volcán
Hubo un periodo en el que era complicado pillar a Los Planetas. Renunciaron incluso a tocar. Hace tiempo que se acabó aquello y en la actualidad no paran quietos, tanto en formato banda como en los proyectos individuales de sus miembros. Si algo nos faltaba por ver en el grupo era escuchar cantar a Florent Muñoz, el guitarrista fundador. En su primer largo asume toda la responsabilidad y resulta un Florent reconocible: voces suaves y envolventes, letras de relaciones interpersonales y algún puñetazo social, y sonidos psicodélicos, unas veces densos y otras como una sugerente mezcla entre Los Brincos y Smash (‘Rumba de mi estado de alarma’). Es como si se hubiese desprendido de la nave nodriza, pero aún mantuviera el contacto.
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