Cinefilia al margen de la nostalgia
El ciclo ‘Una peli que está muy bien’ propone en la Cineteca de Madrid una revisión del canon del séptimo arte a través de proyecciones, mesas redondas y seminarios
Para averiguar dónde está la cinefilia hoy y qué maneras tenemos de acercarnos al cine en un mundo en que no solo podemos elegir lo que vemos, sino cómo, cuándo y dónde lo hacemos, la Cineteca de Matadero Madrid ha organizado el ciclo Una peli que está muy bien, que propone una revisión del canon a través de la proyección de algunas películas y la organización de mesas redondas y seminarios hasta finales de abri...
Para averiguar dónde está la cinefilia hoy y qué maneras tenemos de acercarnos al cine en un mundo en que no solo podemos elegir lo que vemos, sino cómo, cuándo y dónde lo hacemos, la Cineteca de Matadero Madrid ha organizado el ciclo Una peli que está muy bien, que propone una revisión del canon a través de la proyección de algunas películas y la organización de mesas redondas y seminarios hasta finales de abril. Se trata de establecer una base o un punto de partida para convocar nuevas maneras de ver, interpretar y amar el cine. Las películas programadas son muy diferentes entre sí, pero comparten un ejercicio de desdoblamiento mediante el cual el cine se convierte en observador de sí mismo.
El ciclo comenzó con Rose Hobart (1936), primera película de Joseph Cornell, que consiste en un remontaje de East of Borneo, protagonizada cinco años antes por la actriz que da título a la de Cornell, que la adoraba. Se proyectó por primera vez en la galería de Julien Levy, uno de los introductores del surrealismo en los Estados Unidos. También a partir de metraje previo se ha compuesto Phoenix Tapes (1999), de Christoph Girardet y Matthias Müller, que consiste en 45 minutos de remontaje de películas de Alfred Hitchcock, que revelan así nuevas correspondencias y simetrías internas. En los cuatro cortometrajes de Martin Arnold incluidos en el programa, que reproducen en bucle y a veces voltean unos pocos fotogramas de algunas películas clásicas, el trabajo técnico consigue sacar a la luz que las relaciones entre los personajes quizá no son tan idílicas como parecen.
The Last Movie (1971) segundo trabajo como director de Dennis Hopper después de Easy Rider, funciona como un reverso del wéstern. Dentro de la película se plantean las convenciones propias del cine como un desencadenante de la acción. Y casi llegó a ser la última película de Hopper, que tardó 10 años en volver a dirigir. También alrededor de un rodaje se organiza Irma Vep, dirigida en 1996 por Olivier Assayas. Irma Vep es un anagrama de vampire; un equipo de rodaje recrea las películas seriadas que Louis Feuillade hizo con Musidora en la década de 1910. The Disaster Artist, de James Franco, recrea a su vez la concepción y el rodaje de The Room, que desde su estreno en 2003 y su salto a la fama como peor película de la historia pocas veces habrá sido vista sin ironía. En Rebobine, por favor, de Michel Gondry, asistimos a un rodaje obligado por un accidente, en una aventura que nos devuelve a las maneras del cine primitivo.
Eso en cuanto a los rodajes que se cuelan en las películas. Goodbye Dragon Inn, de Tsai Ming-liang, nos hace asistir a la despedida de una sala de Taipéi. Mientras dura la proyección de la película de artes marciales Dragon Inn, en el patio de butacas se desarrolla una leve trama. La duplicidad en Numéro Deux (1975), de Jean-Luc Godard y Anne-Marie Miéville, se consigue a través de la presencia simultánea y casi constante de dos cuadros de imagen en la pantalla. De esta manera se fractura la convivencia diaria de un matrimonio con dos hijos pequeños, en la que la mujer se encuentra atrapada. También se podrá ver I Had Nowhere to Go, de Douglas Gordon, que se basa en la autobiografía del mismo título del cineasta Jonas Mekas. La película transcurre gran parte del tiempo con la pantalla en negro, en la que surgen de vez en cuando las imágenes en medio de una inmersiva banda sonora.
Del pasado al futuro
Hasta aquí la nostalgia cinéfila y la mitomanía que está mudando la piel. Las actividades que articulan el ciclo giran en torno a la revisión de estas y otras películas, y se concentran en el fin de semana del 23 y 24 de abril. El arquitecto y escritor Vicente Monroy mantendrá una conversación sobre el acercamiento actual al cine, la carga que se arrastra del pasado y las posibles tendencias futuras, temas tratados en su ensayo de 2020 Contra la cinefilia. El videoensayista Kevin B. Lee basará su taller/masterclass, enfocado al replanteamiento de la crítica en términos audiovisuales, en las películas proyectadas en el ciclo. Ultraje! es una performance de crítica expandida a cargo de la programadora y cineasta Lucía Salas, que plantea la apertura de la cinefilia al feminismo mediante la transformación de la experiencia de visionado. A partir de las películas de Ida Lupino, investigará en la relación de la mujer con el espacio y en su presencia en la esfera pública.
Por último, el seminario se cierra con la sesión A.C.A.B. (All Cinephiles Are Boring), organizada por los miembros del programa semanal de proyecciones y conversaciones CineZeta. Consistirá en un coloquio entre cuatro jóvenes cineastas e investigadores: Noah Benalal, Pablo Caldera, Celia Dosal y Jesús Choya. Cada uno propondrá una nueva definición de la cinefilia y una exposición de los nuevos rituales en torno al cine, más allá de las salas. Otras maneras de hacer, de distribuir y de proyectar han generado nuevos públicos y la figura del espectador tradicional no alcanza para asimilarlos. También la cinefilia debe cambiar de piel.
Una peli que está muy bien. Cineteca. Matadero Madrid. Hasta el 29 de abril.
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