Milei y su notable afición a los tiros en el pie
El presidente argentino había logrado hasta ahora mantener la iniciativa, hasta que estalló el escándalo de $Libra, la criptomoneda que promocionó y resultó ser una estafa

Javier Milei venía con pelota dominada y al pie, pero solito se complicó. Había tenido sus tropiezos durante los primeros meses de su Presidencia, sí, como cuando quiso recortar el presupuesto de las universidades públicas y cientos de miles de argentinos salieron a las calles a trazarle una línea roja. Pero incluso después de aquellas manifestaciones, el libertario conservó la iniciativa política. Hasta que se saboteó a sí mismo.
El primer tiro en los pies se lo dio en Davos, a fines de enero. Recorrió más de 11.000 kilómetros a través del océano Atlántico para acudir en los Alpes al Foro Económico Mundial… y criticarlo. Y, de paso, negar el cambio climático ante la élite empresaria global, asociar la ideología de género con el abuso infantil y dedicar minutos y más minutos a vituperar la ideología “woke” como un “virus mental”, un “cáncer”.
Si Milei quería llamar la atención, lo logró. Pero si buscaba atraer inversiones a la Argentina, no resultó la mejor estrategia. Resulta inusual que un invitado destrate a los anfitriones y consiga que luego quieran visitarlo, mucho menos invertir con él cuando sobran los lugares donde los reciben con una sonrisa.
Tres semanas después, Milei se dio otro tiro en los pies. El día de San Valentín, cuando muchas parejas comenzaban a ponerse románticas, el libertario promocionó en la red social X un supuesto “proyecto privado” que adujo que se dedicaría a “incentivar el crecimiento de la economía real, fondeando pequeñas empresas y emprendimientos argentinos”. Pero se trató, en realidad, del lanzamiento de una criptomoneda llamada $Libra que colapsó en horas, generando un desfalco de 107 millones de dólares.
El lanzamiento y colapso de $Libra ya generó dos investigaciones criminales en la Argentina y otra en Estados Unidos, donde también se entabló una demanda colectiva (class action), y un diputado español radicó otra denuncia penal ante la Audiencia Nacional de Madrid, pero tanto o más relevante, el episodio afectó la imagen pública de Milei y de su Gobierno, que perdió el control de la agenda política y quedó a la defensiva.
La trama $Libra es enrevesada, pero la pregunta esencial que emana del escándalo es sencilla, aunque las respuestas posibles no resulten ventajosas para Milei, que sigue sin dar una explicación aceptable de lo ocurrido: ¿el Presidente fue víctima de una banda de delincuentes que lo engañó o fue él parte del entramado delictivo?
El cambio de tendencia que produjo $Libra comenzó a palparse en cuestión de horas. La Casa Rosada confiaba en conseguir los votos para que el Senado aprobara los pliegos de sus candidatos para la Corte Suprema, Ariel Lijo y Manuel García Mansilla, pero el apoyo se diluyó al son del escándalo. ¿Conclusión? Los designó por decreto, algo por demás discutible, y ni siquiera así logró que ambos entraran al máximo tribunal. García Mansilla, sí; Lijo, no.
Tiburones como son, muchos políticos opositores olieron sangre en el agua. Y no solo ellos. También algunos dirigentes gremiales se despertaron de una siesta que duró años. ¿Resultado? Los mismos sindicalistas que no hicieron un solo paro general durante los cuatro años del peronista Alberto Fernández pese al 1020% de inflación que acumuló durante su cuatrienio, convocaron al tercer paro general contra Milei para este 8 de abril.
En franca minoría legislativa, Milei redobló la apuesta. Impulsó otro decreto de necesidad y urgencia (DNU) para sellar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) sin pasar por las dos cámaras el Congreso, como lo impone una ley. Obligó de ese modo a los legisladores a aprobar o rechazar el DNU, cuya redacción es casi un cheque en blanco para que el libertario firme lo que quiera en Washington.
Discursos encendidos aparte, Milei logró que sostener su DNU en el Congreso, aunque el cambio de tendencia también se percibió en las calles. Buenos Aires escribió otra página oscura de su historia la semana pasada, teñida de violencia y represión, con manifestantes que fueron a pelear y fuerzas de seguridad que no se quedaron atrás, y que incluso le apuntaron con un cartucho de gas lacrimógeno a un fotógrafo, que desde entonces lucha por su vida.
Lejos de retroceder, sin embargo, Milei redobló la apuesta. “Imaginen que si acelero en las curvas, ahora voy a acelerar mucho más”, afirmó en los días previos a la votación en el Congreso de este miércoles, combinada con otra protesta callejera. Y cayó en otro de sus tantos reduccionismos maniqueos. “El que las hace las paga, los buenos son los de azul y los hijos de puta, que andan con trapos en la cara, rompen y queman autos, y amenazan a toda la gente porque no quieren perder sus curros; esos son los malos”, adujo, sin reconocer abusos en la represión, ni que muchos manifestantes eran jubilados.
El Presidente cuenta, pese a todo, con una ventaja: depende de sí mismo. Blindado el DNU para negociar con el FMI y superado el desafío en las calles, Milei puede ahora aquietar los mercados, mantener la inflación bajo control y reactivar la economía… siempre y cuando deje de dispararse en su propio pie. Si lo logra, las elecciones de octubre podrían sonreírle, mucho. Porque los votantes tienden a votar con el bolsillo… y porque del otro lado no aparece una opción atractiva, sino todo lo contrario.
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