Mariano Cúneo Libarona, ministro de Justicia de Argentina: “La protesta social es un derecho, pero cortar la calle es un delito”
El penalista, célebre por sus apariciones en televisión, fue elegido por Javier Milei para terminar con los cuestionamientos a la Justicia por parte del kirchnerismo y buena parte de la sociedad. Concede a EL PAÍS su primera entrevista como ministro, en la que defiende que “en Argentina no existe la casta judicial”
Mariano Cúneo Libarona (Buenos Aires, 62 años) integra la familia judicial de la Argentina. Hijo de un fiscal y juez, entró en la carrera a los 18 años, se recibió de abogado a los 22 y meses más tarde, como secretario de un juzgado, tuvo un primer momento de poder inusitado para su edad: definir qué detenidos debían cumplir prisión efectiva. Cuarenta años más tarde, en un aniversario signado por el inicio de la era de un liberal libertario como presidente, Cúneo Libarona juró como ministro de Justicia. Su primera encomienda fue la confección de un memo con sus ideas centrales para que Javier Milei las expusiera en discurso inaugural de cara a los asistentes a la Plaza de los Dos Congresos.
Milei no habló de justicia -ni de corrupción- por falta de tiempo, según Cúneo Libarona. Se centró en la economía y su diagnóstico sombrío sobre el estado de cosas del país. Dos días más tarde, el ministro de Economía, Luis Caputo, anunció la devaluación del 50%, un ajuste drástico del Estado, quita de subsidios a servicios y transporte que anticipan un aumento de la inflación y de la pobreza.
Durante la tarde del jueves, mientras la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, anunciaba un protocolo de seguridad estricto para los cortes y piquetes de la protesta social, Cúneo Libarona entró en una sala de reuniones del muy céntrico edificio del ministerio para dar su primera entrevista como integrante del Poder Ejecutivo Nacional.
—El memo para el discurso del presidente apuntaba a resaltar la división de poderes, la independencia de la Justicia, su idoneidad, la implementación urgente del sistema de la nueva ley federal con el sistema acusatorio, juicio por jurados, una ley de juicio rápido y plazo razonable, nombramiento de jueces idóneos, un Código Penal aggiornato. La Justicia no puede estar con las vacantes que tiene. La Justicia nuestra es buenísima, los jueces nuestros son buenísimos. Lamentablemente unos pocos jueces mancharon y deterioraron la imagen. La gente clama por justicia, pero a veces ¿qué es el concepto de justicia? ¿Que vayan todos presos? La justicia es respetar la ley.
Pregunta. Si la prioridad de Milei es bajar la inflación, ¿cuál es la suya?
Respuesta. Mejorar la imagen de la Justicia y que la Justicia le dé más respuestas a la sociedad para que vea que este es un país justo. La Justicia no se comunica bien con la sociedad.
P. Usted dijo que Milei es libertario económico y usted un libertario en el ámbito de la Justicia. ¿Qué quiere decir?
R. De 1770 en adelante desapareció el autoritarismo y el despotismo. Y hubo muchos cambios: en economía fue Adam Smith, en materia política, Montesquieu, Voltaire, Rosseau. En materia jurídica, Cesare Beccaria, autor de Los delitos y las penas, cambió sustancialmente la visión estableciendo la división de poderes, los pesos y contrapesos, la libertad, el respeto. Eso trasciende a partir de la Constitución de los Estados Unidos, La Declaración de los Derechos del Hombre, y a partir de ahí nace una nueva concepción de la libertad del hombre: la libertad de la expresión, la libertad de funcionamiento. Triunfa el libre albedrío sobre el determinismo y se empiezan a tutelar los derechos. La Constitución era la protección de los derechos del imputado, pero la Carta Magna de nuestro tiempo es la protección de los derechos de la víctima en especial. Por eso cuando Milei machaca con respetar la Constitución de 1853 está diciendo que respeten el Estado de derecho en términos jurídicos.
P. ¿Usted conoció a Milei en Corporación América (la empresa del magnate de los aeropuertos Eduardo Eurnekian) o en el canal de aire América (donde también Eurnekian tiene una pequeña participación)?
R. La primera vez en mi vida que vi a Javier Milei fue en Aeropuertos. Yo era director y abogado de la empresa y Javier era una persona de mucha atención y jerarquía que trabajaba en inversiones. Yo trataba con Eduardo Eurnekián y los sobrinos, que eran los directivos y accionistas importantes. Tenía una relación de saludo simplemente y sabía que era una persona muy prestigiosa en análisis de proyectos junto a Nicolás Posse [actual jefe de Gabinete de ministros de la Nación] y trabajaban en un equipo muy reconocido dentro de la empresa, pero no superé ese trato con él. Yo también era director del Canal América y él iba al programa Intratables y yo al programa Animales Sueltos. Un día lo ví invitado a Animales Sueltos y por deferencia me acerqué, lo saludé, lo ubiqué en una silla, le di un cortado o un vaso de agua. Le conté a Alejandro Fantino, el conductor, que era un economista que sabía mucho de análisis matemático y que era un intelectual. Pero no lo seguí a Javier. Soy un abogado que tiene 18 años de tribunales y más de 30 de profesión. Muchas personas me aprecian por mi trabajo y mi carrera académica. Javier Milei pidió muchas referencias y a partir de esas referencias fue que me convocó.
P. ¿A quién pidió referencias?
R. Nuestro grupo hace un chequeo total de los antecedentes y trayectoria de vida de toda persona que proponemos. Yo hoy propongo un funcionario, mando su currículum y ellos auditan quién es, sus antecedentes, qué línea de pensamiento tiene. Es un filtro de admisión muy profundo. Y así fue el mío, primero tuve reuniones con los jóvenes del equipo. A Santiago Caputo [uno de los principales asesores de Milei y especialista en comunicación] le llevé mis trabajos sobre el libertarianismo en materia jurídica y respeto a la Constitución. Tengo más de diez libros escritos, soy decano en una universidad y profesor titular en varias universidades. Les dije: “Miren, todo lo que dice Javier, yo ya lo dije antes”. En el 2021 hice un proyecto de reforma judicial que publiqué en la revista jurídica La Ley. Fuimos charlando, pero yo no me convencía de entrar a la política. Tenía un estudio, muy exitoso y de mucho prestigio en la ciudad de Buenos Aires, me iba muy bien. Me llamaban y me llamaban porque yo tenía mucho respaldo. Javier veía que jueces de la Corte Suprema, jueces de la Casación, gente de Tribunales y amigos de Aeropuertos le habían hablado bien de mí. Le conté a su equipo el fin de semana largo posterior a las primarias que ganó Javier que necesitaba irme a la casa de la playa que tengo para pensar en mi cambio de vida, entrar al Estado, ser persona políticamente expuesta, los diarios, la persecución, el daño, mi familia, mi privacidad. Pero diluvió, me quedé en Buenos Aires y el lunes [21 de agosto] fui al cine y mientras veía una película aburrida me pregunté qué diría mi padre en esta situación. Y ahí fue cuando me dije “vamos”. A papá le gustaría, me emocioné [se le quiebra la voz].
P. ¿Por qué a su papá le hubiese gustado?
R. Porque fue fiscal de la Cámara del crimen muchos años, fue un juez muy prestigioso y le hubiera gustado haber vivido esto. Papá murió hace dos años. Me dije: “Vamos, la patria necesita”. ¿Puedo hacerlo? ¿Estoy en condiciones físicas, mentales y de preparación para hacerlo? Sí, creo que puedo. ¿Tengo equipo para hacerlo? Puedo conseguir un equipo idóneo. Primero me encontré con Nicolás Posse, de Aeropuertos -él me conocía, yo no lo recordaba- y me dio dos o tres ideas de mano justa en cuanto a los procesos y a los piquetes. Yo le agregué saqueos, invasiones de predios federales, y vi que teníamos sintonía ideológica. Me encontré con Javier y él me dijo: “Mirá, Mariano, yo te voy a dar mucha libertad en tu trabajo, yo me voy a dedicar a lo que sé hacer, Economía y achicar el Estado. Solamente te pido que respetes la Constitución, la división de poderes y la independencia de la Justicia”. Para mí escuchar eso fue muy conmovedor. Es lo que enseño en la Facultad hace 40 años. Y me dijo: “Te pido que cuando designes jueces no tengas en cuenta ni el amiguismo, ni la política. Nombrá según idoneidad”. Busco amigos o personas que conocí o que trabajé en algún momento de mi vida que están dispuestos a hacer patria. Y el tercero punto fue “basta del desprestigio de Tribunales, basta de la interferencia política, basta de las guerras, basta de la corrupción”. Hablé con mis tres hermanos con quienes tengo el estudio y me puse hacer números. ¿Cómo llego a fin de mes? ¿Cómo llego a pagar todas mis cuentas? Voy a consumir ahorros, me dije. Ni sé ni cuánto voy a ganar acá, no me interesa.
P. 1,7 millones en mano hasta hace muy poco (unos 1.752 dólares en su cotización libre).
R. ¿Nada más? Pensaba que era más. De todas maneras, dije que voy a traer de mi plata para sostener mis gastos: el rendimiento mensual de los plazos fijos que tengo, puse en alquiler inmuebles y mi quinta Yo no quiero nada: ni un Mercedes Benz ni nada. Y tengo mi chofer de hace 35 años. Le tengo cariño y confianza. No soy gastador de plata. Los fines de semana a mí me divierte sentarme en un bar a leer EL PAÍS y otras publicaciones.
P. ¿No le parece problemático que funcionarios con responsabilidades tan importantes como la suya donen el sueldo o tengan que recurrir a su patrimonio?
R. Mirá, a todos los que vienen acá yo los convenzo con el mismo método: “De acá te vas a llevar un vagón enorme de honor. De plata, no. Vas a perder plata”. Busco jubilados o recientes jubilados, jóvenes de mi época de tribunales, o abogados que les fue bien en la profesión y pueden darse el lujo que me doy yo. Para terminar de convencerlos les hago una pregunta: ¿Qué diría tu padre?
P. Milei ganó las elecciones con un discurso contra la casta. ¿Cómo se conjuga ese discurso con alguien como usted muy asociado a la familia judicial?
R. Yo soy de formación judicial porque me tocó en la vida. No hay una casta judicial en la Argentina. Hay carrera judicial.
P. ¿Por qué en la política hay casta y en la Justicia hay carrera?
R. Yo, a los 17 años, entré de meritorio a trabajar gratis. Luego fui escribiente, oficial, oficial primero, secretario, y así fui creciendo. Eso se denomina carrera judicial. Creo que Javier cuando habla de casta política, casta empresarial, no creo que se esté refiriendo a un ámbito que a mí en lo personal me toque.
P. Pero más allá de su trayectoria personal, ¿no reconoce una casta en la Justicia?
R. No, al menos en mi época y en mi formación, no existe esa casta judicial. Sí hoy existen determinadas listas de pensamiento ideológico en la Justicia, en mi época no existían. Yo no soy político, yo defiendo la ley y la Constitución. Mi partido es bastante afín a las ideas libertarias. Es el partido de la Constitución.
P. ¿Usted estuvo afiliado a algún partido?
R. Nunca. Acá, en Argentina, lamentablemente nunca se votaron partidos con ideas. Se votaron personas. Ha habido una desnaturalización de la ideología política.
P. ¿Pero siempre se definió genéricamente liberal?
R. Yo siempre fui liberal por respeto a los derechos humanos.
P. Este ministerio, por decisión del ministro de Justicia León Arslanián [uno de los camaristas que juzgó a las Juntas Militares en 1985] sumó el área de Derechos Humanos y otro ministro de Justicia que también juzgó a las juntas, Ricardo Gil Lavedra, cambió el nombre del ministerio en 1999 y lo llamó de Justicia y Derechos Humanos. Ahora usted le quita esa nomenclatura con las connotaciones que eso tiene. ¿Por qué tomó esa decisión?
R. Por varias razones. Porque ellos, a quienes aprecio y admiro, lo hicieron tal vez por alguna cuestión política o ideológica de aquel momento. Creo que los derechos humanos están dentro de la palabra justicia. Los englobó. Los derechos humanos son mucho más que los desaparecidos, el terrorismo de Estado, el terrorismo. Derechos humanos es el pobre señor que va al parque, quiere leer y rezar y por el celular le cortan el pecho. Derechos humanos es una pobre señora que la engañan, le entran a la casa y le llevan la plata. Nuestra política general va a estar orientada hacia la víctima. Hay que proteger a la víctima, darle soporte psicológico, material, legal, ayuda.
P. En Argentina, como usted sabe bien, la Justicia parece seguir los tiempos de la política y las agendas de la prensa.
R. Que se queden tranquilos que desde ahora la política no va a incidir. No vamos a hacer operaciones políticas para perjudicar a alguien o perseguir a alguien. Milei fue categórico cuando le preguntaron sobre un proceso judicial. Dijo: “Eso no es tema mío, eso es tema de los jueces”
P. Fue en relación con las causas de Cristina Fernández de Kirchner. ¿En cuáles cree que hay evidencias o pruebas suficientes?
R. En algunas sí, otras no.
P. ¿En cuáles sí y en cuáles no?
R. No me animo a opinar porque no las he leído. Las conozco de los diarios y de algunos fallos que por cuestiones académicas he leído. Que se ocupen los jueces de estudiarla. Y lo mismo las causas que tenga [Mauricio] Macri y no sé cuántas ha ligado el pobre Alberto Fernández.
P. Usted ya se ha pronunciado en contra del juicio político de la Corte Suprema que impulsó el peronismo saliente
R. Ese juicio es una barbaridad. Primero que los están juzgando por sus veredictos: nadie puede ser juzgado por su opinión en un fallo. Y luego no han encontrado fundamentos. Es una idea de presión y desprestigio absolutamente infundada. Ese juicio no debería existir por desatinado, injusto y político.
P. Hay un conflicto potencial con la Corte por el proyecto de dolarización del gobierno. En una entrevista con EL PAÍS el presidente Horacio Rosatti dijo que la dolarización es inconstitucional y Milei le pidió que explicara “porque robar está bien” en referencia a la emisión monetaria.
R. No presté atención al debate Rosatti-Milei a raíz de la entrevista en EL PAÍS. Tampoco en el Gobierno me han consultado por la constitucionalidad de la dolarización.
P. Con respecto a la vacante en la Corte, ¿puede delinear el perfil de la persona que va a proponer como quinta integrante?
R. Tiene que ser una persona que sepa derecho y que tenga el equilibrio, la experiencia y la calle necesaria para cumplir esa tarea. Tiene que ser una persona del sexo femenino, mujer, y joven para que esté muchos años en la Corte. Que sepa Derecho, que sea armónica, justa, apolítica, apartidaria. Falta una penalista porque en la Corte tenemos un gran constitucionalista, un gran estratega general, un gran estadista, un gran civilista. No falta un gran penalista. Sueño que venga del Poder Judicial y no puede ser amiga mía.
P. Milei fijó como prioritaria la reducción del Estado. ¿En el caso de su ministerio en que va a consistir ese achicamiento?
R. Ya empecé a achicar a lo loco en el Ministerio. Entre empleados recién designados que no seguirán, los contratos que vencen a fin de año y contratos políticos me saco el 33% del edificio. Doy un ejemplo: en el área de prensa hay 27 personas para un trabajo que pueden hacer cuatro. Suspendí la compra de todos los diarios de papel, suspendí todos los celulares. Sobran los automóviles. Tenemos que hacer todo un enorme esfuerzo para gastar la menor plata posible, para que el Estado pueda vivir de lo que le entra, no de lo que no tiene.
P. ¿Qué va a hacer con el Registro del automotor que depende de su ministerio y que es considerado como una caja transversal de la política porque una parte de los beneficiados son familiares de dirigentes políticos?
R. El Registro automotor es tremendo: la semana que viene me meto con ese tema. Esta primera semana me dediqué a conocer a toda la gente, a presentarme y a armar equipos. Todas las mañanas voy al Gabinete, todas las noches tuve cuestiones sociales en la Embajada de Israel, la de Estados Unidos, y hoy doy una charla en la Asociación de Magistrados. Tengo que tener un rol de presencia en determinados ámbitos para tratar de transmitir las ideas de Milei. Vienen épocas dificilísimas en materia de economía, pero van a tener enfrente gente honesta que va a hacer un sacrificio enorme por sacar la patria adelante. Yo veraneo hace 35 años en una casa mía en Punta del Este [Uruguay]. Yo no voy a ir y no sé dónde voy a pasar año nuevo. No voy a ir a Punta del Este porque hay gente que pasa pobreza y tengo que dar un ejemplo. No puedo estar paseando en la playa con una tabla de surf mientras la gente pasa pobreza. Mi vida cambió.
P. Una de las críticas a los anuncios es que el mayor costo lo van a pagar los sectores bajos y medios.
R. La tutela va a los chicos, a la juventud, a los pobres que son los más dañados. Y esos jóvenes, si están en pobreza, van a generar muchísimos hijos también en situación de pobreza, entonces hay que concentrarnos en ellos.
P. Mientras hablamos la ministra de Seguridad presenta un protocolo por las protestas sociales que van a general las medidas dispuestas por el Gobierno.
R. La protesta social es un derecho, pero cortar la calle es un delito. La ministra acaba de presentar un protocolo que es muy claro en ese sentido. Antes nadie actuaba. Ahora vamos a actuar.
P. En una entrevista dijo que entendía a la gente que dice que en Argentina no hay presos ricos. ¿Cuál es la explicación que le encuentra?
R. En los años noventa pensaba que los poderosos no iban presos. Luego me di cuenta de que no era así. Los empresarios y gente importante en la Argentina sufrieron procesos y cuando hubo pruebas tuvieron sus consecuencias. Yo decía en aquellos años que Carlos Menem [expresidente] era la persona más poderosa de Argentina, luego Hugo Anzorreguy [jefe de la inteligencia], tercero Carlos Corach [ministros del Interior] y cuatro Ruben Beraja [dirigente de la colectividad y banquero]. Todos fueron presos menos Corach porque lo defendí yo. A Menem lo saqué yo y [a su cuñado Emir] Yoma, también.
P. La frase que se repite en los tribunales federales: “Si Cúneo Libarona es tu abogado, zafás seguro”.
R. Es así porque soy buenísimo [se ríe].
P. ¿Cuáles son sus atributos?
R. Sacrificio y estudiaba muchísimo.
P. Con el sacrificio no alcanza.
R. No soy un gran genio, soy un enorme sacrificado y un enorme estudioso de los casos. Y me fue bien, tenía un alto grado de efectividad en los juicios, pero producto de trabajo, esfuerzo, equipo y mucho ingenio y experiencia. Yo ya era un viejo que sabía: me crie en tribunales.
P. ¿Pero no es un contrasentido que alguien que conoce tan bien ese mundo, que sabe moverse en los pantanos, diga que va a dejar de lado su mayor expertice?
R. Ya está. Ya no leo un expediente. Aquello ya terminó porque tengo una vida nueva.
P. El promedio de permanencia en el ministerio es breve como puede verse en las placas de sus antecesores en el hall central de este edificio: en los últimos 24 años hubo doce ministros.
R. Me preocupa lo que decís, no lo había calculado. Hay dos posibilidades del tipo de ministro que se puede ser y esto lo hablé con Milei. Si querés, podés estar muy tranquilo: te subís a las fotos, vas a los actos, a las embajadas. Pero no es lo que vine a hacer. Yo vine a trabajar, a presentar proyectos de ley. Si en el futuro, si por algún motivo me tengo que ir de acá, no creo que vuelva a la profesión. Mis hermanos dicen que voy a volver porque soy un loco. Antes de ser ministro, mi sueño era dar clases en Estados Unidos de Derecho constitucional. Pero la vida no me llevaba ahí y, además, tengo una novia joven que estudia, trabaja y la privilegio a ella porque mis hijos ya son grandes.
P. Usted fue el primero que mediatizó la justicia y fue un comunicador eficaz en el caso de la detención en 1996 de Guillermo Cóppola [representante de Diego Maradona] después que se le encontraran 40 gramos de cocaína en un jarrón de su casa.
R. Creo que creé un estilo, que es el juicio paralelo. Me di cuenta de que no me servía ganar solamente el juicio procesal en los tribunales, sino que tenía que tutelar el honor del cliente en lo que era el juicio que llamé paralelo, que era el juicio mediático. No me servía que el cliente saliera en libertad y no pudiera caminar con honor por la calle. En el caso Cóppola, que fue el más revolucionario, si no lograba cambiar la imagen del cliente, difícilmente hubiese logrado los éxitos judiciales que conseguí como su libertad. A partir de ese momento, se mediatizó la Justicia, pero era porque ya estaba instalada en la opinión pública. Si tuviera 30 años y empezase de nuevo, en mi estudio tendría una persona de prensa, un psicólogo para asistir a los clientes que tienen un gran dolor y sufren el proceso y un contador, porque en los casos de delitos económicos es fundamental. Yo hice todo solo.
P. Ese caso tuvo costos personales para usted porque se conocieron detalles de su vida íntima.
R. Se metieron en mi vida privada y yo me equivoqué horrores. Era muy joven y tenía mucho ego. Hoy estoy curado de espanto, tengo más experiencia y otras ambiciones y creo que me porto bastante bien.
P. ¿Cree que se equivocó en la causa Amia [la voladura de la mutual judía en la que murieron 85 personas] con el robo del video que le costó ir preso?
R. Eso fue un tema político. La historia me dio la razón, me sobreseyeron y después sobreseyeron a los acusados porque la verdad llegó gracias a mí. Tenía 34 años y me equivoqué. Estuve 32 días preso y aprendí mucho. Hoy hubiese procedido con miedo, en aquel momento fui valiente.
P. Comparada con la sensación de poder que le daba a los 22 años definir quién iba preso, ¿cómo es la sensación de poder de ocupar el cargo de ministro de Justicia?
R. Me toma a una edad donde tengo mucho más equilibrio, tomo más tiempo para pensar, tengo principios afincados en mí, una enorme interpretación fundamental de qué es lo mejor para la patria, y tengo un equipo de gente que me ayuda a pensar. No soy político, no entiendo si hay maniobras, gente que miente. Soy igual que el presidente que es auténtico.
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