La genetista Mary-Claire King se abraza con los nietos apropiados por la dictadura argentina que ella ayudó a identificar
La científica, que creó el “índice de abuelidad” para determinar la filiación de un niño en ausencia de sus padres con el análisis de material genético de sus abuelos, visita el país por primera vez en 30 años
Un grupo de mujeres argentinas llevó hace más de cuatro décadas una pregunta a la genetista estadounidense Mary-Claire King. Sus hijos habían sido desaparecidos por la dictadura militar, pero sus nietos estaban vivos y habían sido entregados a otras familias: ¿cómo podían reconocerlos sin equivocarse? La científica creó un procedimiento que en 1984 permitió por primera vez restituir la identidad a Paula Eva Logares, una niña que había sido apropiada por los represores. El llamado índice de abuelidad permitió determinar la filiación de la niña en ausencia de sus padres mediante el análisis de material genético de sus abuelos y hoy resulta fundamental para probar la identidad de las personas que aún son buscadas por las Abuelas de Plaza de Mayo.
King ha regresado esta semana Argentina después de 30 años. La agenda de la genetista, que fue invitada a Buenos Aires por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, empezó el lunes y termina este jueves, con una visita al Parque de la Memoria, un espacio en homenaje a los desaparecidos por la última dictadura (1976-1983). En los últimos días, recibió el título de Honoris Causa en Universidad de Buenos Aires; se reunió con la con la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, y visitó el Banco Nacional de Datos Genéticos, creado en 1987, cuatro años después del regreso a la democracia, para realizar pruebas genéticas de filiación entre los niños y sus abuelos. Pero sobre todo se encontró con muchos de esos nietos que ayudó a identificar.
“Es increíble para una persona de ciencia tener tanta emoción”, concedió King, que es bióloga, activista por los derechos humanos y profesora de la Universidad de Washington. Los abrazos con esta mujer de 77 años, el pelo corto y el flequillo rubio, fueron sólidos. “Yo conozco bien su ADN”, bromeó la científica con los nietos restituidos a los que aún no conocía en persona. King también se reencontró con algunos a los que ya había visto, como Paula Eva Logares, que tenía entonces ocho años: “Vos eras muy chiquita y recuerdo que corrías por todos lados”. La primera nieta restituida fue al encuentro con su abuela, Elsa Pavón. “Sin la lucha de ustedes no hubiéramos hecho nada de esto”, le reconoció la genetista.
“La ciencia es neutra, se puede usar para bien o para mal, y este es un ejemplo paradigmático del poder que tiene la ciencia para ayudar a causas justas por los derechos humanos”, continuó este miércoles, en la anteúltima parada de su visita, en el Centro Cultural de la Ciencia. A su lado durante el acto estuvo Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. La activista, de 92 años, fue parte de ese grupo de mujeres que se acercaron a King a finales de los setenta. “Te vimos trabajando con tus manos y tus aparatos”, recordó De Carlotto. “Hoy te tenemos acá, pero siempre estuviste”, le dijo.
El trabajo de King fue fundamental en su búsqueda. Hasta entonces, las abuelas solo contaban con las fotografías de sus familiares desaparecidos para probar el parentesco; les faltaban pruebas para presentarse ante la justicia. La esperanza llegó una mañana de 1979 con una noticia en el periódico: un examen de sangre comparativo entre un hombre y su presunto hijo había permitido probar el parentesco entre ellos. “Ahí se nos prendió la lamparita”, contó De Carlotto en un libro. Si se podía probar la paternidad debía de poderse probarse también la abuelidad.
En el camino que las llevó por todo el mundo, dieron con Victor Penchaszadeh, un genetista argentino exiliado en Estados Unidos que, a su vez, las contactó con King. Junto a otros investigadores, el grupo de científicos desarrolló a principios de los ochenta un índice para determinar la filiación de un niño en ausencia de sus padres mediante el análisis de material genético de sus abuelos. El llamado índice de abuelidad es un procedimiento científico con 99,9% de fiabilidad que hasta ahora ha permitido restituir la identidad de 84 de los 137 niños recuperados hasta ahora.
Leonardo Fossati, uno de los nietos restituidos, tomó la palabra este miércoles desde el escenario para hablar en nombre de todos los que estaban sentados en primera fila. “Vamos a estar agradecidos de por vida con tu trabajo y tu compromiso”, le dijo a King. Minutos antes, otra nieta restituida, la exdiputada Victoria Donda, le había señalado en corto que su visita era “muy importante”. “Estas cosas hay que ponerlas en valor en este momento”, le dijo. La llegada de King al país coincidió con las conmemoraciones por los 40 años desde el regreso a la democracia, pero también con un momento en el que la ultraderecha crece en el país. Además, casualmente, con el reconocimiento como Patrimonio Mundial del edificio de la antigua Escuela de Mecánica de la Armada, donde funcionó el mayor centro de detención, tortura y exterminio de la dictadura.
Antes de terminar, King volvió a la visita que hace cuatro décadas le hizo el grupo de mujeres que buscaban a sus nietos. “Las preguntas más importantes vienen del pueblo”, dijo King durante su visita a Buenos Aires y lo repitió este miércoles. “Soy genetista y he tenido el privilegio a lo largo de mi carrera de enfrentarme a preguntas muy importantes”, continuó después en declaraciones a la prensa. Además de crear el índice de abuelidad, King identificó los genes del cáncer de mama y demostró que los seres humanos y los chimpancés son genéticamente idénticos en un 99%. “Sin dudas, la pregunta que me trajeron las Abuelas era de suma importancia. Con ella, pude reconocer la importancia de que las personas trabajemos juntas”, aseguró.
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