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Internacional America
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Brasil, una trinchera especialmente letal para los enfermeros que luchan contra la covid-19

Un tercio de los 1.500 sanitarios fallecidos en todo el mundo trabajaba en el gigante sudamericano. A la falta inicial de equipos de protección se suma el agotamiento y la llegada de personal inexperto

Gil Alessi
Cristiane y Raimundo Lamarão rodeados de sus hijos. Ambos enfermeros, él murió por complicaciones causadas por la covid-19.
Cristiane y Raimundo Lamarão rodeados de sus hijos. Ambos enfermeros, él murió por complicaciones causadas por la covid-19.ARCHIVO PERSONAL (Acervo pessoal)

La enfermera Cristiane Garcia Ferreira Lamarão, de 43 años, recuerda uno de los días de llegar a casa tras un agotador turno en el hospital de Porto Velho, al norte de Brasil. “Habíamos hecho tres, a veces cuatro intubaciones de pacientes con covid-19 por turno. Acababa agotada”, comenta. Antes de cambiarse de ropa y una larga ducha —“media hora para limpiarse bien y reducir las posibilidades de infectar al personal en casa”— su hijo de cuatro años corrió por el pasillo para abrazarla. “Pensé ‘¿y ahora qué?’. De repente, mi marido salió de la nada y sostuvo al pequeño en el último minuto. Lo abrazó y le dijo: ‘Tenemos que esperar a que mamá se limpie”. Raimundo Socorro Lopes Lamarão, de 51 años, también enfermero, conocía los peligros de la enfermedad que se esforzaba por combatir. La pareja incluso se conoció en un hospital: “Al principio era mi supervisor”, recuerda Cristiane por teléfono esta semana. Él falleció en agosto.

De las 200.000 muertes por covid-19 registradas por el Ministerio de Salud en Brasil hasta el pasado jueves, 500 son de personal sanitario que luchaba en primera línea contra la enfermedad. Es el total de enfermeras, técnicos, auxiliares de enfermería y obstetras que murieron en 2020 y 2021 como resultado del nuevo coronavirus, 30 de ellos solo en enero de este año, según datos del Consejo Federal de Enfermería.

Raimundo fue hospitalizado a principios de agosto y murió 10 días después. Dejó cinco hijos. Cristiane también contrajo la enfermedad, pero tuvo síntomas más leves. “Nadie ha estado bien desde el comienzo de la pandemia. Era una sensación inminente de estar con la covid todo el tiempo”, señala. Recuerda el día en que su marido, ya debilitado por la enfermedad, pero sin conseguir ser admitido en ningún hospital, le pidió: “Sácame de aquí, no quiero morir en casa”. Cristiane sigue trabajando como enfermera, pero ya no en salas para pacientes con coronavirus. “Ya no puedo entrar ahí. Me siento muy mal”.

Brasil es responsable de un tercio de las muertes por covid-19 entre los profesionales sanitarios de todo el mundo. Un dato alarmante dado que, sin ellos, salvar vidas en los hospitales cada día se convierte en una tarea casi imposible. Más de 1.500 habían muerto en 44 países, según el último recuento del Consejo Internacional de Enfermería, publicado en noviembre. “Que el número de enfermeras y enfermeros muertos en la pandemia sea similar al de los que murieron en la Primera Guerra Mundial es chocante”, dijo entonces Howard Catton, director ejecutivo de la organización, quien estableció un paralelismo entre la actual crisis sanitaria y uno de los conflictos más violentos de la humanidad.

El impacto de la enfermedad en los profesionales ha pasado por diferentes etapas en Brasil. “Durante la fase aguda de la pandemia, la falta de equipos de protección personal comprometió mucho a los trabajadores de salud. Y cuando estos EPI llegaban, a menudo eran materiales de mala calidad e ineficaces, que no protegían”, explica Eduardo Fernando de Souza, de 45 años, coordinador del Comité de Gestión de Crisis Covid-19 del Consejo Federal de Enfermería y enfermero de urgencias con 25 años de experiencia. En aquel periodo, muchos fallecieron debido a la falta de un protocolo estricto sobre cómo actuar en los hospitales con pacientes de covid-19. “Hubo mucha contaminación de los profesionales al momento de la retirada de los EPI, ya que no era costumbre utilizar todo este equipo, como el gorro, el protector facial, el delantal y la mascarilla N-95”, explica.

Ahora los contagios y muertes de estos profesionales pueden atribuirse a otros factores. El agotamiento es uno de ellos. No hay riesgo cero cuando se trata de pacientes infectados, y cuanto más cansados están los sanitarios —muchos han estado trabajando desde marzo sin parar— mayores son las posibilidades de un descuido. En 2020, 44.441 enfermeras, técnicos y auxiliares fueron retirados del trabajo y puestos en cuarentena después de ser infectados con el nuevo coronavirus, un número significativo dentro de un universo de poco más de dos millones de trabajadores del área. Con la población ignorando las medidas básicas de distanciamiento social y de prevención, los hospitales volvieron a llenarse a finales del año pasado. “Cuantos más pacientes por la covid haya en los hospitales, mayor será el riesgo para el profesional de la salud. No es de otra forma”, aclara Souza.

Las muertes y las bajas por la enfermedad entre los trabajadores han fomentado el mercado de vacantes en esta área, con un peligroso efecto secundario para los profesionales. “Se ha contratado a mucha gente nueva, hay una gran demanda de gente de enfermería”, explica Souza. Sin embargo, los recién contratados no tienen la experiencia de los veteranos que han estado en primera línea desde marzo, lo que entraña riesgos adicionales para ellos, puesto que no están acostumbrados a todos los procedimientos y medidas necesarias de autocuidado.

Cuando se le pregunta si el 2020 fue el año más letal para la enfermería brasileña, Souza reflexiona. “Lo que nos asusta hoy es que estamos en el séptimo día de 2021 y ya hemos tenido 30 nuevas muertes, y eso va a aumentar”, dijo este jueves. Según él, la incorporación de los alcaldes que tomaron posesión en todo Brasil el 1 de enero, con la llegada de nuevos titulares municipales de Salud y otros relevos, pueden causar problemas en las medidas de prevención y vigilancia además del temor siempre presente de que algunos políticos intenten “minimizar” el número de muertes de sus empleados. Finalmente, el enfermero afirma: “Mire, el 2020 fue malo, no podemos negar eso. Pero si no hay concienciación por parte de la población, de los gestores y profesionales de la salud, el año 2021 será aún peor para la enfermería brasileña”.

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Sobre la firma

Gil Alessi
Reportero de la edición brasileña de EL PAÍS desde 2014. Escribe sobre seguridad pública, medio ambiente y política. Es licenciado en Periodismo por la PUC de São Paulo y en Ciencias Sociales por la Universidad de São Paulo. Anteriormente trabajó en el portal ‘UOL’, TV Bandeirantes y TV Cultura.

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