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Por qué Red Hot Chili Peppers han agotado en días las entradas de su primer macroconcierto en España

El grupo iniciará su próxima gira global en junio del próximo año en Sevilla y Barcelona, un ‘show’ para el que ya no quedan entradas. ¿Qué tiene esta banda de cuasi sexagenarios para seguir conquistando a las masas?

Los Red Hot Chilli Peppers retratados en el año 2007.
Los Red Hot Chilli Peppers retratados en el año 2007.Handout (Getty Images)

El pasado octubre Red Hot Chili Peppers anunciaron las fechas de su Global Stadium Tour, una gira por recintos gigantescos al aire libre que arrancará en España: su primera fecha será en Sevilla (Estadio de La Cartuja) el 4 junio de 2022 y la segunda en Barcelona (Estadi Olímpic) tres días después. Es la primera vez en toda su trayectoria que el grupo va a tocar en grandes estadios en nuestro país, y la noticia podría parecer sorprendente: ¿sigue teniendo tanto tirón como para llenar lugares tan grandes a precios no precisamente asequibles? (de 55 a 150 euros la entrada general, hasta 600 euros una VIP). La respuesta se respondió sola cuando, a una semana de ponerse a la venta, se agotaba todo el aforo de Sevilla. ¿Cómo llegó a ocurrir esto? Analizamos las claves del éxito inagotable de la banda californiana.

Celebrar la supervivencia

Red Hot Chili Peppers llevan en activo desde 1983, han sobrevivido a adicciones a las drogas duras, pérdidas de antiguos miembros, enfrentamientos internos y muchos bajones creativos y emocionales. De algún modo, anunciar una gira de estadios es un órdago en el que ponen de manifiesto su poder de resiliencia y se presentan como una superbanda dispuesta a celebrarse a sí misma a lo grande. Tanto, que en EE UU el elenco de teloneros incluirá a Beck, The Strokes, Haim y St. Vincent, entre otros (en Europa serán el rapero A$AP Rocky el inclasificable Thundercat).

Además, como señala Joan S. Luna, redactor jefe de la revista Mondosonoro, es la primera gira de grandes dimensiones que se anuncia tras la pandemia. La covid frustró los planes del grupo en 2020, tanto de tocar en directo como de grabar un nuevo álbum que, además, supone el regreso de la formación más emblemática de la banda: con el errático John Frusciante a la guitarra y Rick Rubin como productor. Para los seguidores del grupo, que han comprado entradas desde todos los lugares del país, la cita en Sevilla es doblemente simbólica: por inaugurar una gira mundial y por la promesa de ser el primer gran fiestón del rock post pandémico.

Los Red Hot Chili Peppers en su formación de 1987, o sea: Flea, Hillel Slovak, Anthony Kiedis y Jack Irons posan tras un concierto en Minnesotta.
Los Red Hot Chili Peppers en su formación de 1987, o sea: Flea, Hillel Slovak, Anthony Kiedis y Jack Irons posan tras un concierto en Minnesotta.Jim Steinfeldt (Getty Images)

Son ya unos clásicos del rock

Como los Rolling Stones, Bruce Springsteen o U2, los Red Hot son una banda de rock clásica que convierte cada uno de sus conciertos en un acontecimiento al que hay que ir, independientemente del interés que hayan despertado sus últimos discos. Basta con que haya una veintena de singles que el público general sepa reconocer y tararear aunque nunca se haya comprado un álbum suyo. “Llevan muchísimos años sin firmar una obra maestra. Creo que Californication, publicado en 1999, es su último gran disco, pero luego han ido soltando singles que han funcionado muy bien comercialmente y se han convertido en una banda para todos los públicos, al firmar infinidad de medios tiempos y canciones más accesibles. Han perdido buena parte de lo que les convertía en una banda excitante para, en su lugar, ofrecer fórmula efectiva y cubrir esa cuota de gustos rock para mucha gente”, afirma Joan S. Luna.

Han calado en la memoria emocional de varias generaciones

Relacionado con el factor anterior, está la capacidad de la banda del cantante Anthony Kiedis y el bajista Flea de haber creado canciones que han perdurado en la memoria de la gente, con lo que el componente nostálgico también juega un gran papel. “Los Red Hot han puesto la banda sonora de mi vida. Llevo casi 30 años escuchándolos y tocando sus temas. Durante un tiempo, me ponía el Blood Sugar Sex Magik todas las tardes y tocaba los bajos de todas las canciones, de principio a fin. Seguiré sin duda escuchándolos, pues no solo me han transmitido su amor por el funk y el rock, sino que escucharlos me transporta a épocas increíbles de mi vida”, afirma Fran Belda, un tinerfeño de 44 años que, nada más salir las entradas de Sevilla, compró para él, para un grupo de amigos con quien se va a reencontrar tras años sin verlos y para su pareja.

Unos jovencísimos Flea y Anthony Kiedis fotografiados por el mítico retratista Steve Ochs.
Unos jovencísimos Flea y Anthony Kiedis fotografiados por el mítico retratista Steve Ochs.

Ella es Susana Lasvignes, madrileña de 45 años, que afirma: “Siendo tan míticos y un grupo con el que he crecido, no me quería perder la fiesta. En el concierto espero conectar y empatizar con todo ese disfrute”. “Yo voy a pasarlo muy bien con mis amigos, cantar todos sus temazos, y seguro que río y lloro. Me van a tener que aguantar seguro”, apunta la sevillana Cristina Bendala, más conocida como Tinatha. Esta artista multidisciplinar (hace música rap, grafiti, ilustración y diseño) los descubrió por unos skaters de Huelva cuando tenía 11 o 12 años, y automáticamente se convirtió en su grupo iniciático. “Los Red Hot eran como mis primos guais, gente que me dio poder para crecer. Yo quería dibujar, meter colores a todo, pintar camisetas y teñirlas con lejía, estar en un grupo, patinar en monopatín, ser salvaje y natural. Y estar fuerte como Anthony también”, explica entre risas. “Para mí fue muy importante su actitud, veía a unos tipos loquísimos, libres y salvajes, divertidos y con un espíritu maravilloso. Casi en pelotas en el escenario con unos calcetines estratégicamente colocados en sus genitales, como ese póster que colgué en mi cuarto en 1996. ¡Qué maravilla!”. Lo cual nos lleva a…

Han creado una estética única (y muy atractiva)

Nadie duda que uno de los grandes secretos de su éxito ha sido la personal forma en que hicieron confluir la chulería del hip hop, el groove y la carnalidad del funk con la intensidad eléctrica del metal y el punk, a lo que, en la segunda etapa de su carrera, sumaron la accesibilidad más melódica del pop y el rock alternativos, además de una imagen desenfadada y alocada. Eso lo han seguido cultivando hasta en el vídeo del anuncio de su gira. Cada uno de sus componentes es una figura muy reconocible, con su propio carisma y mucho humor. Podrían, de hecho, ser personajes de tebeo o de dibujo animado. Pero, cuando están juntos, se propulsan a otra dimensión.

Flea y Anthony Kiedis tocando desnudos, exceptuando unos calcetines estratégicamente colocados, en 1985
Flea y Anthony Kiedis tocando desnudos, exceptuando unos calcetines estratégicamente colocados, en 1985gie Knaeps (Getty Images)

La forma en que interactúan en el escenario desprende mucha diversión, pero también mucha energía física. Son una banda musculosa en el sentido literal y en el metafórico. “Solo hay que ver cómo sigue convulsionando Flea mientras toca, con casi 60 años, y cómo Anthony se mueve por el escenario, aunque es cierto que el vocalista ha perdido bastante de unos años para acá. También me gustan los giros y la forma diferente de tocar algunos temas. Ese momento en el que John Frusciante, Flea y Chad Smith se ponen a alargar un tema y hace que den ganas de que no acabe nunca. Sobre todo, transmiten muchísima energía positiva”, indica Fran Belda.

Para Tinatha, sus mayores valores en escena son “la combinación de salvajismo y sensibilidad, diversión y tristeza, explosividad y naturalidad”. Joan Luna los ha visto en cuatro giras diferentes y, según él, “lo más atractivo es cierta sensación de descontrol que tuvieron y que han ido perdiendo. A partir de ese momento lo mejor que tienen es un bajista descomunal cuyo valor va más allá de lo que es la banda a día de hoy”.

Son cuatro músicos reputados e influyentes

Todos los componentes, presentes y pasados, de Red Hot Chili Peppers, están considerados entre los mejores del mundo con sus respectivos instrumentos. Anthony Kiedis se ha caracterizado por una voz inconfundible en diferentes registros, que evolucionó hasta tocar techo en Californication. Chad Smith llegó a la banda en 1989 -sucediendo a baterías de prestigio como Jack Irons (luego en Pearl Jam) o Cliff Martinez (que posteriormente sería uno de los más reclamados compositores de bandas sonoras)- y fue quien la subió a un estrato superior con un estilo rápido y potente que bebe del funk, el metal y el jazz. John Frusciante ha estado dentro o fuera de la banda según sus diferentes momentos vitales, pero presente en los discos más importantes de su trayectoria: Mother’s Milk (1989), Blood Sugar Sex Magik (1991) y Californication (1999).

Retrato de Anthony Kiedis, vocalista de Red Hot Chili Peppers, en 1990.
Retrato de Anthony Kiedis, vocalista de Red Hot Chili Peppers, en 1990.Photoshot (Getty Images)

“Entre lo más reconocible de su estilo está su limpieza y el espacio que deja entre las notas y los acordes que da: no es un guitarrista invasivo. La gente, aunque no se dé cuenta o sepa por qué, siente que le dejan entrar en la canción, que puede acomodarse dentro. Con esa manera de tocar logra que batería y bajo, absolutamente fundamentales en esa banda, se escuchen con mucha claridad y que en muy poco tiempo estén pasando muchas cosas. Nunca, absolutamente nunca es vulgar, predecible u obvio. Y tiene otra cosa fascinante que es el sentido físico que le imprime a su instrumento. Puedes sentir el contacto de la púa con la cuerda, es como ver un cuadro de Pollock, notas el gesto, el hecho activo del cuerpo al ejecutar la acción”, explica un reconocido guitarrista de rock español.

Y, por supuesto, Flea, considerado por muchos el mejor bajista de la historia. “Es mi mayor referente musical”, afirma Fran Belda, quien actualmente toca en un grupo llamado Cachorro. “Lo que más me impactó fue como slapeaba en el bajo convirtiéndolo en un instrumento de percusión. Aparte, me abrió las puertas al funk, permitiéndome descubrir auténticos grupazos como Parliament, Funkadelic, o Sly And The Familiy Stone”. Susana Lasvignes, que toca la batería en Cachorro y anteriormente lo hizo en un dúo llamado Diecisiete, admira tanto a Chad Smith como al bajista. “Además de tener un estilo súper reconocible, para mí Flea es un pirado que disfruta como un enano con su instrumento a pesar de los años, a pesar del virtuosismo y a pesar del éxito; y eso me parece tremendamente admirable y envidiable”, remata.

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