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El presidente Lula sopesa candidatos al Supremo para nombrar su tercer juez en este mandato

La jubilación anticipada de un magistrado abre una vacante en un momento en que la corte tiene enorme protagonismo político

Naiara Galarraga Gortázar

La jubilación anticipada de un juez del Tribunal Supremo de Brasil le brinda al presidente Luiz Inácio Lula da Silva una nueva ocasión de designar un magistrado. Será el tercer juez que nombra para la máxima corte en este tercer mandato y el undécimo desde que llegó al poder. La decisión tiene un fuerte componente político dado el enorme protagonismo del Supremo, que el mes pasado condenó por golpismo al expresidente Jair Bolsonaro. Proliferan las quinielas y se han reactivado las campañas de presión para que esta vez elija a una mujer o a una persona negra.

El juez Luís Roberto Barroso, de 67 años, acababa de dejar la presidencia del Supremo cuando, hace solo unos días, anunció que se retiraba. Tras emitir el viernes pasado su voto a favor de despenalizar el aborto antes de la semana 12 —un asunto que colea en la corte hace años— y cenar con el presidente Lula, la carrera de Barroso acabó oficialmente este sábado.

El anuncio de su jubilación pilló a Brasil un poco por sorpresa, no porque se fuera, sino porque lo anunció de manea inesperada. El magistrado ya había deslizado su intención de retirarse antes de la edad límite. Siete años de mandato tenía por delante, hasta los 75.

Inmediatamente, empezaron a circular nombres de hombres blancos. Pero poco tardaron los movimientos de mujeres y negros en empezar a elaborar listas de aspirantes para completar una corte que poco se parece a Brasil. Los intérpretes máximos de la Constitución son nueve hombres blancos, uno mestizo y una mujer blanca.

“Quiero a alguien —no sé si mujer u hombre, no sé si negro o blanco— que, ante todo, esté cualificado para ser juez del Tribunal Supremo. No quiero un amigo”, declaró Lula a la prensa al inicio de la semana en Roma, donde acudió a una reunión de la alianza contra el hambre. “Quiero un juez del Tribunal Supremo cuya función específica sea defender la Constitución brasileña. Fue así como elegí a todos los jueces hasta ahora”, añadió el mandatario.

El Supremo ha ampliado sus poderes en los últimos años y ganado un enorme protagonismo político. Hace poco más de un mes condenó a 27 años al expresidente Bolsonaro por liderar una conspiración junto a varios generales para permanecer en el poder tras perder las elecciones. El anterior mandatario está en prisión domiciliaria a la espera de que el juez instructor decida en qué régimen y, si acaso, en qué prisión cumple la pena. Hace unos días el magistrado Alexandre de Moraes apeló al “riesgo de fuga” para rechazar el recurso en el que los abogados del ultraderechista solicitaban el fin del arresto domiciliario.

Dos son los nombres que más suenan para convertirse en el undécimo juez del Supremo. Jorge Messias, de 45 años, jefe de la Abogacía del Estado, y Rodrigo Pacheco, un senador formado en Derecho que presidió la Cámara alta hasta hace unos meses. La prensa local destaca que la elección de Messias supondría un guiño de Lula a un sector del electorado que es especialmente receloso de él y del Partido de los Trabajadores, los evangélicos. El abogado general del Estado pertenece a la Iglesia batista y en los últimos años ha sido el representante del presidente en los principales eventos protestantes del calendario. El ala más progresista entre los aliados del Gobierno tiene ciertos recelos hacia él, pues teme que en cuestiones morales sea demasiado conservador.

Pacheco es considerado el preferido por los actuales integrantes de la corte, según la prensa local. Dada su juventud, de ser nombrados, ambos podrían permanecer más de un cuarto de siglo en la corte. De ahí la importancia de este nombramiento.

Dos de los actuales miembros fueron propuestos por Bolsonaro, uno por Fernando Henrique Cardoso, otro por Michel Temer y el resto por Lula o Dilma Rousseff.

Por otra parte, e gual que ocurrió en las dos últimas designaciones decididas por Lula, el movimiento negro y grupos feministas se han puesto inmediatamente en marcha para presentar públicamente nombres de mujeres y personas negras con currículum para incorporarse a la principal corte del país. En aquellas ocasiones, el presidente hizo oídos sordos a las campañas y designó a un hombre blanco. Primero, al abogado que lo sacó de la cárcel, Christiano Zanin, y a uno pardo, el entonces ministro y antiguo juez Flávio Dino. Mientras, surgen propuestas para imponer cuotas en el Supremo.

El columnista Thiago Amparo, negro, profesor de derecho internacional, escribió en Folha de S.Paulo que “no es un favor de Lula poner a una mujer al mando, ni es una exigencia irrazonable” tras detallar los nombres de 13 mujeres candidatas, incluidas algunas juristas indígenas.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).
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