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El río que hierve más grande de la Amazonia, en peligro por la deforestación

El río Hirviente de Perú casi alcanza la ebullición y conforma un laboratorio natural que permite a los científicos estudiar y prevenir los efectos del cambio climático

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Hay días en que Ever Impicciatori piensa que ha enloquecido. Hace un tiempo, cuando se dio cuenta de que cada vez había menos especies debido a la deforestación, el agricultor de 50 años empezó a dirigirse a los shihuahuacos, ishpingos, caobas y cedros. “Yo hablaba con esos árboles como loco”, cuenta desde su casa, un ecolodge ubicado en el distrito de Honoria, en la región peruana de Huánuco, a orillas de las aguas vaporosas y burbujeantes del río Hirviente, el más grande de la Amazonia que casi puede alcanzar la ebullición hasta ahora documentado.

“Si un árbol tiene 500, 600 años, le digo cómo quisiera que te lleguen a conocer porque tú estarás de por vida aquí, nunca vas a salir de acá”, dice. Contarle a los árboles cuánto desea que sobrevivan a la devastación funciona como una especie de conjuro, quiere pensar Impicciatori. Una manifestación por un futuro en el que la agricultura, la ganadería, la tala ilegal, el tráfico de terrenos —entre otras actividades ilegales o no reguladas— no sigan deforestando el bosque del río Hirviente que conoce desde que era niño.

Llamado por los locales como Shanay Timpishka — o hervido por el calor del sol— el río tiene aguas que pueden llegar hasta los 99,1 °C. Además, mide 6,24 kilómetros de largo, alcanza hasta 30 metros de ancho y 4,5 metros de profundidad. Se trata de una enorme serpiente de aguas calientes en medio de la selva.

Pero a pesar de su gran magnitud, este río no está relacionado con la actividad volcánica, como suele ocurrir con otros sistemas hidrotermales, los sistemas de aguas subterráneas con una fuente de calor. Más bien, explica Andrés Ruzo, geólogo peruano y principal estudioso del río Hirviente, es el resultado de la geología particular de la zona: una serie de fallas en el subsuelo que dejan emerger el agua caliente hacia la superficie.

Todas estas características únicas, según Ruzo, hacen que “el Río Hirviente y el bosque que lo rodea conformen los ‘laboratorios naturales’ más importantes del mundo”. El geólogo afirma que este lugar ofrece el escenario ideal para entender “el cambio climático, la evolución, el origen de la vida, las posibilidades de vida en el subsuelo profundo y la adaptación extremófila”, los organismos que pueden vivir en condiciones extremas. E, incluso, la vida en otros planetas.

Las autoridades peruanas, sin embargo, no protegen al río Hirviente de las amenazas que lo acechan. “Las posibilidades para el desarrollo científico son excepcionales”, insiste el geólogo. “Pero si la zona sigue en su condición actual, descuidada y olvidada por el Estado, estimamos que podemos llegar a un ‘punto de no retorno’ dentro de tres años”.

Desde sus casas en los alrededores, los vecinos más preocupados siguen trabajando por su conservación. “No tenemos ayuda por parte del Gobierno para proteger este río”, dice Impicciatori desde su ecolodge. “Pero a nuestra manera nosotros lo seguiremos cuidando”.

Un río amenazado y desprotegido

“A mí me gusta que la naturaleza sea tal como es”, dice el guía Harry, un experto en surcar los caminos de piedra de la parte más caliente del río Hirviente. “Si este palo tiene 40 o 50 años, a mí me gusta que sigue viviendo hasta los 100”, relata el hombre, que nació y creció en el distrito de Honoria, en la región de Huánuco. “No voy a cortarlo”.

Harry —que prefiere no revelar su nombre real por seguridad— es una de las personas que hace unos años “tomó posesión” de un terreno del bosque del río Hirviente. No lo hizo para depredarlo, asegura él y quienes lo conocen, sino, al contrario, para mantenerlo a salvo de quienes lo explotan. “Yo empecé a organizarme y a cuidar el bosque”, comenta. Actualmente, Harry ya no posee más dichas tierras: las vendió a personas que luego solicitaron y consiguieron una concesión legal para actividades de ecoturismo.

De acuerdo a Ruzo, la invasión y el tráfico de tierras suponen un riesgo alto para el río. Pero con invasiones no se refiere a lo que hace un tiempo hizo Harry. “Hay gente que creció en esta zona y en estos bosques y lamentan profundamente que se estén destruyendo”, explica Ruzo. “Ellos han invadido con intención de poner orden y cuidar el bosque. Sería bueno formalizarlos y tenerlos como aliados”.

La real amenaza, asegura el geólogo, son los invasores que depredan por medio de la tala ilegal, la ganadería y la venta de tierras; los que trafican terrenos para exigir pagos a quienes buscan obtener concesiones legalmente, y los invasores que han construido sus casas allí y no quieren salir.

A pesar de estos riesgos, el río Hirviente no tiene la protección del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp) de Perú. Podría estar si se demuestra que es crucial para la conservación de la naturaleza, explica Rafael Pino, jefe de la Zona Reservada Sierra del Divisor, de ese organismo. Por ejemplo, si alberga alguna especie específica de animal o planta. Pero la figura del área protegida no es tan fácil de conseguir en este caso, añade. Algunas partes del bosque del río Hirviente son propiedades privadas. Esto quiere decir, dice el funcionario, que el Sernanp no podría intervenir allí.

Los habitantes, alarmados, no van a dejar de hablar e insistir. “Pasaron los años, y el bosque se iba depredando y depredando, y ahora es preocupante no encontrar ni un árbol en estas riberas de este río caliente”, dice el guía Harry. “Eso es lo que a nosotros nos preocupa”.

Una herramienta contra el calentamiento global

A veces, Impicciatori también piensa que, a fin de cuentas, hablar con los árboles sirve de algo. Dice que cada tanto llegan personas interesadas en ayudarlo a proteger el río. Como ese botánico suizo que, el año pasado, le ayudó a contabilizar más de 80 especies de árboles en el bosque que es su hogar. “Yo hablaba con los árboles y qué coincidencia que tenía una respuesta tan inmediata que llegó un suizo, un botánico”, dice Ever, “¿te das cuenta?”.

Desde 2011, según Ruzo, un grupo de más de 120 científicos, académicos, educadores, divulgadores y otros colaboradores nacionales e internacionales han trabajado en el ecosistema. “El Proyecto Río Hirviente ha estado estudiando cada detalle de este río y del bosque que lo rodea”, agrega. Estudios científicos publicados entre 2023 y 2024, que fueron realizados en medio de este lugar, indican que el aumento de las temperaturas está causando estragos en las plantas y los árboles. Otras tantas se están adaptando.

La información también está llegando a las aulas escolares. Un grupo de educadores estadounidenses que visitó el río en junio de este año ha preparado lecciones sobre el río Hirviente para sus clases de primaria y secundaria. “No es necesario ser científico, todo el mundo puede influir”, recuerda Julie Klipfel, educadora en Massachusetts.

Para Impicciatori, estas visitas son una respuesta a sus charlas con las plantas y le dan fuerzas para seguir trabajando. Pero también sabe que su impulso y el de sus vecinos sigue siendo solitario y el progreso, incierto. “No espero nada de nadie, lo tengo que hacer yo solo, no puedo esperar y esperar, porque si espero de alguien, me retraso”.

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