En colaboración conCAF

Tres décadas de avances y desafíos para la autonomía de las mujeres

Durante 2025, se conmemorarán dos momentos clave de la diplomacia y la agenda de género en el mundo. Tres décadas de esfuerzos conjuntos han logrado avances importantes, pero el camino hacia una igualdad plena sigue siendo amplio

La Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer de las Naciones Unidas en Beijing, China, el 5 de septiembre de 1995.Zheng Yan Hui (ONU)

EL PAÍS ofrece en abierto la sección América Futura por su aporte informativo diario y global sobre desarrollo sostenible. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscríbete aquí.

Este año marca un hito en el avance hacia la igualdad de género, al conmemorar el 30.º aniversario de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, adoptada por 189 países durante la IV Conferencia Mundial de la Mujer, que marcó un antes y un después en los derechos de las mujeres. Tres décadas de esfuerzos conjuntos han logrado avances importantes en los derechos, autonomía y empoderamiento de las mujeres, pero el camino hacia una igualdad plena sigue siendo amplio. En otras palabras, necesitamos redoblar los esfuerzos para cerrar las brechas que aún persisten en diversos ámbitos de la sociedad.

Una buena oportunidad para hacerlo será la 69 sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW69), que se celebrará en Nueva York del 10 al 15 de marzo. Paralelamente, en 2025 también conmemoramos el 31.º aniversario de la Convención de Belém Do Pará, el tratado interamericano que establece por primera vez el derecho de las mujeres a vivir una vida libre de violencia. Ambos instrumentos fueron visionarios no solo en su momento, sino que continúan hoy siendo la hoja de ruta más comprensiva en materia de avance de la mujer, con plena vigencia.

Los ejes estratégicos de Beijing y Belém Do Pará, y su atención a los diferentes problemas que afectan a las mujeres de todas partes del mundo, dieron lugar a un esfuerzo mancomunado entre Estados y diferentes sectores de la sociedad para lograr la adopción de políticas y marcos normativos que han permitido construir un futuro de mayores oportunidades tanto para las mujeres como para las sociedades. Sin embargo, debemos medir estos logros en un contexto en el que el progreso no ha ocurrido con la celeridad necesaria para alcanzar una igualdad real y sustantiva, incluso 30 años después. Si bien muchas iniciativas han abierto caminos y generado transformaciones en diversos ámbitos, no podemos negar que los desafíos persisten y evidencian la urgencia de redoblar esfuerzos.

Dos de las esferas de mayor relevancia dentro de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing son la mujer y su relación con la pobreza y la economía. Si bien a nivel mundial la pobreza ha disminuido, debemos reconocer que las mujeres siguen siendo las más afectadas. Participan en menor medida que los hombres en la fuerza de trabajo y, cuando lo hacen, trabajan menos horas remuneradas, reciben salarios inferiores y enfrentan mayores tasas de desempleo e informalidad. También dedican mucho más tiempo a labores de cuidado no remuneradas y la violencia de género sigue siendo un problema que afecta su autonomía y su acceso a la educación y al trabajo. Las mujeres afrodescendientes, indígenas, migrantes o con discapacidad, además, son las que se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad.

Desde CAF, trabajamos con las directrices de Beijing y Belém Do Pará para mejorar la autonomía económica de las mujeres, un pilar esencial para lograr avances sustantivos. Esto no solo las empodera para tomar decisiones libres en todos los ámbitos de su vida, sino que es un factor necesario para acabar con la violencia de género al fortalecer el tejido social y contribuir al desarrollo de toda la comunidad. Algunas de las iniciativas en las que estamos avanzando se desarrollan gracias a alianzas estratégicas como la Ley Modelo de Inclusión Financiera de las Mujeres junto a CIM/OEA, el Sello de Igualdad de Género para Instituciones Financieras Públicas con PNUD y, otras, que ya han visto la luz, fueron posibles gracias al interés y compromiso de los gobiernos de la región. Ese es el caso de la Agenda Económica de Mujeres Rurales de Panamá. Todo lo anterior apunta a transformar las condiciones estructurales que han perpetuado la desigualdad y a desarrollar oportunidades de crecimiento para las mujeres.

En este sentido, la CSW69 es un espacio clave, pues nos permitirá continuar construyendo alianzas con el fin de apoyar a los países de América Latina y el Caribe en la implementación de políticas públicas inclusivas y el financiamiento con enfoque de género.

La conmemoración de Beijing +30 no es solo un motivo de celebración, sino un llamado a la acción. Debemos redoblar esfuerzos y trabajar en conjunto para que las aspiraciones de igualdad se traduzcan en realidades concretas y duraderas. Solo a través de un compromiso colectivo —que involucre al Estado, el sector privado, la sociedad civil y la academia— podremos acelerar el avance hacia una igualdad real y sustantiva, en la que la autonomía económica de la mujer se consolide como un motor de desarrollo y progreso para todas y todos.

Más información

Archivado En