Ir al contenido
En colaboración conCAF

La científica que estudia la degradación del ecosistema con el pelo de lobos y leones marinos

La uruguaya Valentina Franco-Trecu, ganadora del reconocimiento L’Oréal Unesco ‘Por las Mujeres en la Ciencia’, estudia la acumulación de mercurio en estos mamíferos

Leones marinos en California, Estados Unidos, el 20 de agosto de 2024.Anadolu (GETTY IMAGES)

EL PAÍS ofrece en abierto la sección América Futura por su aporte informativo diario y global sobre desarrollo sostenible. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscríbete aquí.

En la Isla de Lobos, un pedazo de tierra de no más de 44 hectáreas en la parte más austral de Uruguay, no hay mucha vida humana. Cada quince días, los fareros cambian de turno y hacen un viaje para salir o entrar a la isla. Lo suelen hacer solos. Pero en 2004, a estos trayectos se sumó la bióloga y doctora uruguaya Valentina Franco-Trecu. Llegaba para estudiar, en ese entonces, el comportamiento maternal de los lobos marinos (Arctocephalus australis). Aún hoy recuerda esa primera experiencia con fascinación. Pese a haber conocido otros lugares asombrosos, como las Galápagos o la Antártida, dice que nunca olvidará la sensación de llegar a ese lugar sin gente para “observar y observar”.

En realidad, los más reconocidos habitantes de la isla son los lobos y leones marinos (Otaria flavescens), que se convirtieron en su principal foco de estudio y la llevaron a ampliar su hipótesis inicial. Cautivada por entender lo que estos gigantes, que están en lo más alto de la cadena trófica, pueden decir sobre el ambiente en el que viven, Franco-Trecu buscó analizar si estaban acumulando mercurio. Entre 2006 y 2012, durante la temporada de reproducción de estos animales, viajó con distintos equipos a la isla para tomar muestras del pelo de 12 leones y 25 focas, todas hembras. “El año pasado obtuvimos los primeros resultados del análisis, y encontramos que, aunque tanto las focas como los leones tienen niveles de mercurio muy altos, el de los segundos es mayor, con valores que están entre los más altos registrados a nivel mundial”, dice refiriéndose al estudio que publicó en Environmental Pollution.

El mercurio es un contaminante devastador. Afecta el sistema nervioso central, el inmune, el renal y puede causar abortos o malformaciones en las crías. Pero no es muy claro cómo está impactando a lobos y leones marinos. “Se ha planteado que el pelo puede ser una vía de detoxificación que estos animales usan para eliminar el mercurio de su cuerpo, para que no los afecte. El pelo es un tejido inerte, que no está metabólicamente activo”, agrega la científica, quien esta semana recibió el premio L'Oréal Unesco Por las Mujeres en la Ciencia de Uruguay. Los 25.000 dólares que recibe con el galardón los usará para avanzar con su investigación, tomando esta vez también muestras de sangre de estos mamíferos para poder comparar si el nivel de mercurio es más alto que en su pelo.

La científica Valentina Franco-Trecu. Ernesto Ryan (CORTESÍA)

Testimonios de la contaminación

En enero de este año, Franco-Trecu, también docente de Universidad de la República de Uruguay (Udelar), volvió a viajar a la Isla de Lobos para tomar muestras de sangre y pelo de los animales que la dan nombre. A finales de febrero lo volverá hacer, pero esta vez con los leones marinos. Lograrlo requiere paciencia y experiencia, según cuenta. Un cachorro de lobo pesa aproximadamente ocho kilos, mientras que el del león alcanza los 20 kilos. “Con las crías es más fácil, las puedes agarrar mientras están durmiendo en las rocas, con las manos, o con una red similar a la que se usa para las mariposas. Pero más fuertes, claro”, explica.

A los pequeños, ni hay que anestesiarlos. Con los adultos, el asunto se complica más. “Una hembra de lobo marino puede pesar 50 kilos y un león 180 kilos”, señala. Para medirlos, pesarlos, tomar una muestra de pelo y extraerles un poco de sangre, se necesita un equipo, incluyendo a una veterinaria, que los duerme y garantiza que estén quietos durante “cinco o siete minutos”.

Los datos que recojan de estas últimas experiencias, agregados a otras muestras que ha tomado desde 2006, suman casi 20 años de información. Así que, además de poder ver cómo difiere el nivel de mercurio entre la sangre y el pelo, la científica planea explorar cuánto ha aumentado históricamente la acumulación de este contaminante. “Los grandes mamíferos son lo que llamamos centinelas, nos dan pistas para saber cómo está el ecosistema en el que viven”, cuenta. Si el mercurio en sus tejidos es mayor, seguramente también lo es el de su hábitat y el de los animales de los que se alimenta.

Un león marino, en California, el 8 de octubre de 2024. Allen J. Schaben (GETTY IMAGES)

Estos animales, por tanto, pueden contar cómo este elemento tóxico ha llegado a contaminar incluso un lugar sin apenas actividad humana como la Isla de Lobos, pero con conexiones con la Sudamérica continental. “El león marino, a diferencia del lobo, se alimenta en la zona costera, un ambiente que está influenciado por la descarga del Río de la Plata”, un caudal que recibe aguas de cinco países y, con ellas, la contaminación que cargan. Los tejidos de los lobos y leones marinos son para Franco-Trecu un testimonio físico de cómo todo el ecosistema se ha degradado.

Sobre la firma

Más información

Archivado En