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Los silencios de Chancay, el mayor puerto comercial de Sudamérica que se levanta en Perú

El debate sobre los impactos sociales y ambientales del proyecto, que está a punto de inaugurarse, está casi ausente. Varias voces sostienen que el país no está preparado para la gran transformación que implicará la megainfraestructura

Trabajadores construyen el megapuerto de Chancay (Perú), en marzo de 2024.Klebher Vasquez (Getty Images)

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Assilem Llanos Izquierdo tiene 9 años y no para de moverse por la pequeña sala de la casa. Agarra con cierta aprehensión adornos de una mesa, abraza a alguien, se para un momento, vuelve a moverse. Tiene una vincha colorida en la cabeza, una polera rosada, un pantalón de buzo plomo y zapatillas negras con blanco. También una mirada tierna y un rictus algo agitado.

La pequeña vive con el síndrome de Schaff-Yang, una variante rarísima del espectro autista, del que solo existen unos 200 casos en el mundo. Cada vez que, como resultado de la construcción del megapuerto de Chancay y sus instalaciones, se oye una voladura, la pequeña se asusta mucho. “Para mí es una tortura todos los días porque veo cómo los trabajos descontrolados de la empresa Cosco afectan la salud y la vida de mi hija”, dice Melissa Izquierdo, su madre, mientras trata de sujetarla para que se tranquilice un poco.


Grúas trabajan en la construcción del puerto, en agosto de 2022.Cesar Barreto (AP)

De lo que casi no se habla

De momento, no hay forma de evitarlo. Desde que en el 2016 comenzó a construirse la gigantesca infraestructura, ubicada a 71 kilómetros de Lima, la vida de los chancayanos ha cambiado. Según algunos, para bien: este puerto gigantesco, propiedad de la empresa estatal china Cosco Shipping, convertirá al Perú en un centro de conexión casi inigualable en la región. Tendrá 15 espigones (actualmente tiene cuatro) que permitirán entrar a barcos enormes y una profundidad de al menos 20 metros.

De acuerdo con Carlos Aquino, economista y profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, el puerto “funcionará las 24 horas, de manera computarizada” y conectará a barcos comerciales de otros estados latinoamericanos con Asia, ahorrándoles unos 15 días de viaje.

La bahía y el poblado de Chancay.Paul Gambin (Bloomberg)

Sin embargo, para Melissa Izquierdo y otros ciudadanos de Chancay, otrora conocido por su potencial pesquero artesanal e industrial, la nueva era no será tan feliz. “Nuestra ha vida ha cambiado rotundamente, se han afectado nuestras viviendas y nuestra salud”, dice Miriam Arce, del Frente de Defensa de Chancay, quien vive casi a la espalda de las inmensas instalaciones.

Un hecho ocurrido el martes 16 de mayo del 2023 parece darle la razón. Hacia las 9 de la mañana, en la zona de Chancay llamada Peralvillo, el suelo se hundió y resultaron rajadas cerca de una decena de viviendas, dos de ellas severamente. El evento fue consecuencia de la construcción de un túnel subterráneo que forma parte del complejo portuario.

La empresa compensó a los afectados, pero el incidente generó una protesta en Chancay y sembró cierta desconfianza en la localidad. Hasta ahora, en el lugar de los hechos, se observa una casa inclinada como consecuencia del incidente. Además dos operarios que trabajaban en la infraestructura han muerto entre mayo y julio mientras desempeñaban sus funciones.

El túnel que se construye para el megapuerto y las viviendas que hay sobre el cerro que atraviesa, visto el 19 de marzo.Klebher Vasquez (Getty Images)

La mar no está serena

A los veteranos pescadores del puerto de Chancay el oficio también se les ha complicado. “Ahora tenemos que irnos más lejos a pescar”, dice uno de ellos, que prefiere permanecer anónimo. La construcción de la infraestructura ha provocado que el fondo marino haya sido dragado. Si antes capturaban corvinas en el sector llamado La Punta, la llegada del puerto los desplazó a áreas más alejadas, lo que hace que los pescadores sientan que hoy faenar es más complicado, que les lleva más tiempo y consiguen menos producto. “Cuando no estaba Cosco, en unas cuatro horas volvía cargado”, dice otro hombre de mar. “Ahora, ya no es así”.

Pescadores en la bahía del poblado de Chancay, el 5 de marzo.Paul Gambin (Bloomberg)

Antony Apeño, biólogo de la ONG Cooperacción, explica que “las alteraciones en los fondos marinos han generado una descomposición del hábitat de los organismos bentónicos (mariscos y otras especies), los cuales sirven de alimento a los peces”. Los pescadores, apunta, tendrán que desplazarse a otras zonas y entrarán en competencia con los de otros puertos.

La empresa acepta que ha afectado la fauna, por lo que está compensando a los pescadores. En un comunicado remitido a América Futura, Cosco señala que, además de dotaciones económicas, los apoyan con “becas estudiantiles, revisión técnica de las embarcaciones y programas de reconversión laboral”. Pero no todos quieren dejar su actividad y desarrollar oficios que nunca conocieron.

Hombres trabajan en la construcción del megapuerto, el pasado 19 de marzo.Klebher Vasquez (Getty Images)

Además, hay temor por el real impacto en el ecosistema marino. El biólogo Stefan Austermhule elaboró un informe donde hace varias observaciones a la Modificación del Estudio de Impacto Ambiental (MEIA) realizado en 2020 para corregir el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) original, que data del 2013. Esta sola modificación sugiere que el proceso ha sido problemático.

Según tal informe, la recuperación del fondo marino demorará entre 3 y 15 años, y no, como sostiene la empresa, en un lapso “mayor a un año y menor a 10″. Austermhule sostiene que este lapso aumentará si la compañía realiza más dragados.

Un humedal en el ojo de la tormenta

Austermuhle presentó 50 observaciones al MEIA y dice que 29 de ellas no han sido levantadas. Además de las referidas al ecosistema marino y la fauna bentónica, hay tres referidas al humedal Santa Rosa, un ecosistema muy cercano a la megainfraestructura. Tiene 78 hectáreas y aún es hermoso: cuenta con varios espejos de agua, un manto verde y cientos de aves revoloteando.

Este ecosistema alberga a 44 especies de plantas y 73 especies de aves, algunas de las cuales migran desde las zonas altoandinas, como el yanavico (Plegadis ridgwayi) y el pato puna (Anas puna). Otras, como la gaviota de Franklin (Larus pipixcans), vienen de Norteamérica. Desde 2020, el lugar es un Área de Conservación Ambiental (ACA).

La bióloga Beatriz Alcántara, que hoy hace una consultoría sobre el humedal para Cosco, explicó en un estudio de 2009 que se trata de un sitio peculiar, pues tiene 44 especies de plantas nativas e introducidas, algo inusual en este tipo de ecosistemas. Agrega que no cree que el mayor problema sea el megapuerto, sino la presencia de otros agentes contaminantes.

Algo similar acota un estudio presentado en enero de este año por la Autoridad Nacional del Agua de Perú (ANA), que revela que existen nueve amenazas sobre el humedal, entre ellas el pastoreo de ganado ovino y vacuno, la descarga de desagües agrícolas, el arrojo de residuos sólidos y la crianza de gallinas. “Ninguno tiene que ver con el megapuerto”, enfatiza Alcántara.

Williams Jurado, coordinador del Comité de Vigilancia Ambiental del Humedal Santa Rosa, afirma que el ruido y el movimiento de tierras sí ha afectado a las aves, y que varias “se han ido más al sur, ya no se ven tantas como antes”. Ese es el caso de la migratoria gaviota de Franklin, que, según su testimonio, se queda ahora menos tiempo en el pantano.

Sin embargo, para la bióloga Alcántara, hay aves que se perturban más por el sonido de un ave depredadora que por una explosión. Consultado al respecto Antonio Tovar, biólogo de la Universidad Nacional Agraria La Molina, aseguró que, dependiendo de la especie, hay aves que se adaptan más a la presencia humana que otras que, además, son muy sensibles a las explosiones.

Sin duda, el megapuerto de Chancay traerá beneficios para el país: el Gobierno estima que generará 7.500 empleos directos e indirectos y posicionará al Perú como un punto estratégico comercial. Además, de acuerdo a la empresa especializada en gestionar cadenas de suministro Nowports, este reducirá los costos logísticos y aliviará la congestión de El Callao, el puerto vecino a Lima.

El problema es que el discurso público sobre el tema luce muy centrado sólo en los beneficios económicos, como demuestran las recientes declaraciones de la presidente Dina Boluarte. Pero la bonanza no llega para todos. Melissa Izquierdo aún espera un acuerdo entre ella y la empresa gestora de la obra para darle mayor asistencia a su hija, que sufre a diario como resultado de las explosiones. Arce, por su parte, está preocupado por el futuro de su familia. El precio de los terrenos en Chancay se ha disparado de un dólar el metro cuadrado a a 1.000 dólares. Mientras se escucha el ruido de las operaciones y se observa el paso ruidoso de camiones por este pueblo antes más tranquilo, él reflexiona: “Es posible que nos tengamos que ir de acá”.


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