Los indígenas que se enfrentan a la ganadería ilegal en el bosque mejor conservado de Centroamérica
La voracidad de la ganadería ilegal, instigada por las exportaciones de carne a EE UU y Europa, ha arrinconado al pueblo Rama en la reserva Indio Maíz de Nicaragua
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Armando John Mcrea ve a su alrededor y su mirada se arquea de angustia: su hogar, desde hace más de una década, es arrasado por la motosierra que los colonos, como llaman a los ganaderos ilegales, empuñan contra una de las selvas mejor conservadas de Nicaragua y Centroamérica: Indio Maíz, una prístina reserva biológica que sucumbe ante millares de mansas vacas que rumian sin cesar el pasto recién sembrado. “Amamos la naturaleza, no queremos perder lo que tenemos”, dice el indígena ante la cámara que dirigen Camilo De Castro Belli y Brad Allgood, dos cineastas que durante siete años se internaron en el bosque para producir el documental Patrullaje, que se estrenó a principios de abril en San José, Costa Rica.
John Mcrea es un joven indígena Rama, una de las etnias que junto a los afrodescendientes Kriol son los dueños por ley de Indio Maíz. Sin embargo, la voracidad de la ganadería ilegal, instigada por las exportaciones de carne a Estados Unidos y Europa, ha arrinconado “hasta el borde del etnocidio” a estos pueblos indígenas, según denuncia la comunidad. Los invasores de tierra van engullendo un bosque del que John Mcrea y su familia dependen para todo: beber agua, comer, subsistir económicamente y hasta su conexión espiritual con la naturaleza.
Indio Maíz es el bosque tropical más importante de Centroamérica. Mide 2.639 kilómetros cuadrados y se ubica en la esquina sureste de Nicaragua, bordeando el río San Juan. En su follaje habitan unas 500 especies de animales, entre ellos el tapir mesoamericano, un raro mamífero que está en peligro de extinción debido a la pérdida de su hábitat. Camilo De Castro Belli conoció Indio Maíz en mayo de 2016.
El documentalista y periodista nicaragüense quedó maravillado por aquella espesura verde que se abría ante sus ojos mientras navegaba sobre el Río Indio. “Estaba tan bien conservado todo que el bosque inmediatamente me atrapó”, relata a EL PAÍS. En ese momento, confirmó que en lo recóndito de estos parajes había una historia que contar: el despale que, por aquel entonces, los indígenas apenas lograban denunciar más allá de sus Gobiernos regionales.
En esa visita a la comunidad de Tierra Santa, De Castro Belli conoció al conservacionista estadounidense Christopher Jordan, quien ya estudiaba cómo interactúan las culturas locales con la vida silvestre. A medida que el documentalista se ganó la confianza de los indígenas Rama y Kriol, nació la película Patrullaje. La premisa del documental fue la deforestación que afecta a Nicaragua y Mesoamérica. El 90% del despale es causado por la ganadería ilegal, pero una cosa es el dato y otra ver los estragos de esta actividad extractiva en la profunda intimidad del bosque.
Resistencia indígena y asesinatos
Durante los siete años de rodaje, los indígenas y los documentalistas vieron cómo la presencia de invasores de tierra aumentaba. Más familias de colonos estragando la selva, quemando hectárea tras hectárea para construir potreros y casas de madera para instalarse a vivir en un territorio donde, según la Ley 445, se prohíbe tajantemente cualquier tipo de explotación o venta de estos territorios ancestrales. Sin embargo, los invasores no han tenido freno y han avanzado hasta la zona núcleo de Indio Maíz, al igual que en otra reserva biológica clave de Nicaragua y Centroamérica: Bosawás.
Los indígenas como John Mcrea han tratado de repeler la invasión predicando con la Ley 445 en mano en los territorios; explicando a los ganaderos por qué es prohibido traer vacas y toretes a Indio Maíz. Pero sus patrullajes son prédicas en tierra arrasada: los invasores se apropian de enormes extensiones de hectáreas y las convierten en sus fincas, caseríos de facto sin títulos de propiedad alguno. En otros casos, los ganaderos incluso venden a otros invasores las tierras indígenas. Una actividad ilegal que, alerta Patrullaje, avasalla a jaguares, sainos, pumas, venados, tapires, lapas y otras especies endémicas, mientras las vacas son ahora el animal que predomina.
El documental es acucioso al mostrar cómo las comunidades indígenas patrullan Indio Maíz sin descanso. Una labor comunitaria, autogestionada, con apenas recursos. Una tarea realizada con más ahínco que herramientas indispensables para caminar en la tupida selva. Apenas plástico negro para protegerse de la lluvia, machetes para abrirse paso en la vegetación, cayucos para surcar los ríos, y unas pequeñas cámaras digitales para documentar el daño a la reserva. Un patrullaje que es, a la vez, muy peligroso: los colonos suelen atacar a los indígenas con armas de fuego. Una violencia que ha dejado, al menos, 70 indígenas asesinados en la última década en Nicaragua.
La complicidad del Gobierno
La invasión y la ganadería ilegal ocurre bajo la omisión y hasta connivencia –denuncia De Castro Belli– del Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo. “Todo esto está pasando a la vista de las autoridades. Hay impunidad y complicidad de las autoridades, porque saben que las subastas están en los puertos de montaña, en la zona de amortiguamiento de la reserva. Saben que el ganado está entrando y saliendo por trochas, que van directo a la zona núcleo. Aún así no actúan para detener esas actividades que están impulsando la pérdida de bosque y la contaminación de los ríos, porque la ganadería trae consigo el uso de agroquímicos y la caza ilegal”, alerta el documentalista, que en 2018 tuvo que exiliarse en Costa Rica.
Más allá de la denuncia, otro de los nervios centrales del documental Patrullaje es probar cómo el Sistema de Trazabilidad Bovina de Nicaragua es “un fracaso”. Los documentalistas revelan cómo en Indio Maíz hay ganado con “chapas” en las orejas, es decir una identificación para cada res que está registrada en el sistema de trazabilidad. Un mecanismo que permite rastrear de dónde viene la carne que se exporta de Nicaragua, principalmente hacia Estados Unidos.
“El sistema está supuesto a impedir la comercialización de ganado que viene de áreas protegidas y territorios indígenas. Lo que pudimos documentar es una clara manipulación del sistema de trazabilidad bovina de parte de los ganaderos, quienes están registrando su ganado en fincas afuera de la zona de la reserva del territorio indígena, y después trasladando ese ganado a esa área protegida sin reportar esos movimientos”, explica de De Castro Belli.
La carne bovina es el tercer producto de exportación en Nicaragua, seguido del oro y del café. Por ejemplo, durante el primer trimestre del 2022, el principal exportador de Centroamérica continuó siendo Nicaragua con 323,7 millones de dólares. El destino central fue Estados Unidos, donde el mercado cada día devora más carne, sin importar que mucha se produzca a expensas de la deforestación de Indio Maíz.
“Las empresas dicen que tienen un compromiso con el medio ambiente y que pueden demostrar el origen de los animales que compran. Pero eso no es cierto en Nicaragua”, asegura De Castro Belli, a quien el Gobierno Ortega-Murillo despojó de su nacionalidad nicaragüense en 2023 y le confiscó su casa. ¿Cómo lo prueba el periodista? Con Patrullaje. Insiste: “En el documental logramos conseguir información del Sistema Nacional de Trazabilidad que vincula a reses que están dentro del núcleo de la reserva con fincas fuera de Indio Maíz. Luego hay acopiadores de ganado muy conocidos y que tienen relación directa con los mataderos, como SuKarne y Carnic, que compran ganado de zonas protegidas”.
Patrullaje ha tenido un notable impacto en diferentes festivales de cine, sobre todo en materia ambiental. Hace unos meses el actor Leonardo DiCaprio recomendó el documental. De Castro Belli no ha vuelto a Indio Maíz desde marzo de 2018, un mes antes de que la reserva sufriera uno de los peores incendios en su historia, provocado precisamente por un invasor de tierra que prendió fuego a un trozo de bosque para construir un potrero.
En abril de ese mismo año, las protestas estudiantiles por la quema del bosque fueron el detonante de la rebelión cívica contra el Gobierno de Ortega y Murillo, y la consiguiente crisis sociopolítica que Nicaragua arrastra hasta hoy. Miles de personas se fueron exiliadas como De Castro Belli, quien lamenta no poder presentar Patrullaje a la comunidades indígenas, en el bosque que por siete años filmó y del que nadie ya casi habla. “Nos da mucha tristeza, pero estamos trabajando en una manera cómo compartirla”, promete el periodista. “Es necesario y urgente reducir la demanda de carne de conflicto y responsabilizar al Gobierno y a los importadores privados de carne”.