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Javier Surasky: “Aún hay tiempo de que América Latina retome el rumbo de la sostenibilidad”

El experto lidera un proyecto para investigar la calidad de los informes que los países presentan sobre su avance con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Le preocupa el ambiente, la pobreza y el hambre

Javier Surasky en una fotografía de archivo.Cortesía

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En el año 2015, los países cobijados bajo las Naciones Unidas decidieron que la ruta a la que debían apuntar en los próximos años debía ser sostenible. Se trataba de una decisión lógica ante el colapso climático y la pérdida de biodiversidad. Tras años de discusiones, encuentros y aún con el sabor amargo que dejó el fracaso de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en ese año se adoptaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible, más conocidos como ODS. Aunque no tan populares por fuera de las esferas políticas, se trata de 17 objetivos que deberían cumplirse para el año 2030 para alcanzar “un mundo algo más justo”, como lo describe el doctor en Relaciones Internacionales Javier Surasky (Buenos Aires, 52 años), oficial de programa de investigación del Centro de Pensamiento Estratégico Internacional (Cepei).

A siete años de que se cumpla esta fecha, y en entrevista con América Futura, el experto no teme decir que, pese a la sensación de incertidumbre que nos rodea, él se encuentra esperanzado sobre la ruta que está tomando América Latina y el Caribe alrededor de esta agenda. Además, hace una advertencia sobre cómo la región necesita ponerle una lupa con urgencia a los temas ambientales.

Pregunta. A pesar de que fueron adoptados en 2015, y que vamos ya a mitad de camino de que se llegue a la fecha límite para cumplirlos (2030), muchas personas no saben qué son los ODS. ¿Cómo los describiría lo más coloquialmente posible?

Respuesta. Diría que son 17 acuerdos que firmaron los países de prioridades que se comprometen a alcanzar en temas de desarrollo. Pero si se quiere algo más filosófico, son 17 objetivos que todos buscamos para tener un mundo que sea, por lo menos, un poco menos injusto.

P. Se trata de 17 ODS y 169 metas, lo que no hace fácil ni aterrizarlos ni evaluarlos. Pero ustedes en Cepei están haciendo un ejercicio de cómo va América Latina con este tema. ¿Puede explicar de qué se trata?

R. Sí. Los objetivos apuntan a cuestiones generales. Por ejemplo, vamos a terminar con el hambre. Después, cada uno de esos objetivos se desagrega en metas específicas. Para este caso: reducir el hambre de niños menores de cinco años. Juntar toda esa información para medir lo que queremos es uno de los grandes desafíos. Entonces, en Cepei, lo que estamos haciendo es no repetir esa tarea que ya muchos están haciendo, que es medir los indicadores, sino que estamos tratando de apoyar a los tomadores de decisiones para que sepan cómo utilizar esas mediciones. ¿Qué hacer cuándo hay huecos de medición, cuándo faltan elementos, cómo seguir mejorando el sistema de medición?

P. ¿Pero entonces, qué nos dicen esos datos que ustedes realizan? Si uno explora una herramienta que tienen en su página web, el Rastreador de Calidad de los ODS, encuentra que el mejor puesto se lo lleva Jamaica. El peor, El Salvador.

R. Hay unos informes voluntarios que presentan los países a la comunidad internacional sobre cómo están implementando o caminando hacia el logro de los objetivos a nivel nacional. Se considera que este sistema de reportes ha sido un éxito porque el 99% de los países del mundo han presentado por lo menos un reporte cuando no tienen la obligación de hacerlo. Sin embargo, el problema que encontramos es que a veces esos reportes no dicen lo que deben decir, son cuentos de hadas. Así lo que hacemos en Cepei es ver la calidad de esos reportes. Ver si están informando lo que se comprometieron a informar.

P. ¿Entonces esto no quiere decir que Jamaica vaya más avanzado con los ODS, sino que los está reportando mejor?

R. Exactamente. Y eso nos da elementos para que otros países puedan aprender lecciones de qué hacer bien y qué errores no repetir. Nosotros lo que miramos son nueve variables, incluyendo si el Estado ha presentado uno o hasta cuatro informes. También vemos si el segundo informe tiene coherencia con el primer informe, por poner un ejemplo.

P. ¿Es fácil lograr estas mediciones en América Latina? ¿Somos una región con disponibilidad y acceso a datos para poder medirnos?

R. América Latina está haciendo claramente un esfuerzo para mejorar sus datos, pero partió de una base muy rezagada. Hay áreas específicas donde realmente podemos decir que está mal, como con los indicadores ambientales: hay muchos vacíos. Y quizás una de las razones de por qué es porque justamente América Latina se inserta en el mercado internacional fundamentalmente vendiendo materias primas, y no ha habido históricamente un gran interés por entender cómo eso está afectando nuestro medio ambiente. Entonces la mejor manera de ocultar esa verdad es no tener datos.

P. Un informe de Cepal advierte que en la región hay un desfase de un 75% del avance de las metas y que, incluso, en un 27% hay un retroceso frente a los valores de 2015. ¿Quiere decir que todo está perdido? ¿Hay tiempo para ponernos de nuevo en camino?

R. ¿Qué si hay tiempo para que América Latina y el Caribe retome el rumbo? Definitivamente sí. Eso puede hacerse y requiere fundamentalmente voluntad política de cumplir los compromisos y de poner a las personas y al planeta primero cuando se van a tomar decisiones de políticas públicas. Pero hay una segunda pregunta. ¿Si este cambio se hiciera y fuera inmediato nos permitiría cumplir con los 17 objetivos y las 169 metas para 2030? No. Hay que ser realistas. ¿Es esto malo? No, no necesariamente. Hay que recordar que lo que queremos es un mundo mejor. Esto no significa que si avanzamos dos pasos en lugar de cuatro sea un fracaso. Significa que estamos cerca de ese mundo más justo.

P. ¿Hay algún ODS en el que la región que le preocupe?

R. El que tiene que ver con erradicar la pobreza extrema, porque veníamos en una línea de progreso que la iba reduciendo, pero los impactos de la covid-19, y las crisis relacionadas a esta pandemia que aún hoy se sostienen, han hecho que perdamos un poco. También el hambre, porque son dos objetivos muy centrales que tienen que ver con poder vivir de manera digna. Pero, si me permiten, en América Latina y el Caribe también pasa algo alrededor de los ODS, y es que el desarrollo solo es sostenible si se vincula los social, lo económico y lo ambiental. Y en la región, la parte ambiental se está quedando rezagada. Las principales necesidades decisiones siguen respondiendo a temas meramente económicos. Es un problema de miopía política.

P. ¿Se siente optimista o pesimista frente al cumplimiento de los ODS?

R. Me siento sumamente esperanzado, pero no un tipo optimista que todo lo ve bien. Todo lo contrario. Suelo tener una mirada bastante gris de la realidad. Pero si uno mira cómo estábamos antes de los ODS y cómo estamos ahora, lo cierto es que hoy por lo menos estamos discutiendo estas cosas. Frente a una política social nos preguntamos si de base va a tener sostenibilidad, nos preocupa cómo impactará el tema de género, a los pueblos originarios y el precio ambiental que tendrá. Suena a algo muy básico, pero es relativamente nuevo para la gestión política de los Estados.


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