Mike Barret: “Lo que está pasando en la Amazonia nos debería mantener despiertos toda la noche”
El director de conservación de WWF, Reino Unido, está de visita en Colombia para impulsar una solución global que proteja uno de los ecosistemas clave del mundo. Ve en los Gobiernos de Lula y Petro una ventana de oportunidad
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Mike Barret (54 años, Londres) es el director de ciencia y conservación WWF Reino Unido y coautor del informe Planeta Vivo 2022, un documento publicado el año pasado que señala que, desde 1970, a nivel mundial, hubo una reducción del 69% de las poblaciones de vertebrados. Pero el descenso fue mayor para América Latina y el Caribe, donde la cifra alcanzó el 94%, superando al resto del mundo. Un golpe para una región que suele sacar pecho por su biodiversidad. Durante su visita a Colombia, que le llevará a Bogotá y el Guaviare, el experto habló con América Futura sobre la importancia que tiene la Amazonia para que este planeta siga siendo habitable para los humanos.
Pregunta. El año pasado el informe Planeta Vivo, de WWF, reveló que la reducción de poblaciones monitoreadas en América Latina y el Caribe había sido la más drástica, llegando al 94%. ¿Qué ha pasado en la región para que lideremos ese vergonzoso puesto?
Respuesta. Yo diría que no es algo vergonzoso para la región, sino más bien para todo el mundo, porque los datos que presentamos en el informe empiezan desde 1970. Los descensos más pronunciados en las poblaciones medias de fauna vertebrada desde 1970 sí son en América Latina, pero si hubiéramos tenido datos de décadas anteriores, incluso siglos anteriores, veríamos descensos catastróficos en Norteamérica y Europa. La diferencia es que nosotros destruimos nuestra naturaleza hace siglos, mientras ahora la rápida destrucción se está produciendo en América Latina. Otra cosa que hay que tener en cuenta es que la mayor pérdida de biodiversidad que vemos en el hemisferio sur — porque no es solo América Latina — sigue siendo impulsada por el comportamiento de países de América del Norte y Europa. Lo que ha ocurrido es que, como hemos destruido nuestra propia naturaleza, ahora estamos localizando o exportando esa pérdida de biodiversidad a otras partes del mundo. Así que es un problema colectivo global.
P. Con la crisis climática, es evidente que hay una mayor responsabilidad de los países del norte que la que tienen los países del sur. ¿Sucede algo similar con la pérdida de biodiversidad?
R. Creo que hay una responsabilidad en todos los niveles: local, regional y global. Pero sí. Sabemos que la razón por la que mucha de nuestra naturaleza se está perdiendo, por ejemplo, en la Amazonia, es por el consumo global de materias primas, en particular, alimentos, productos como la soja. Esos productos están siendo exportados desde la Amazonia hacia Europa y Norte América o China. Por eso no es lógico que el resto del mundo espere que los países amazónicos resuelvan esta crisis solos, porque va a requerir que nosotros cambiemos nuestro comportamiento, así como la forma en que consumimos y producimos. Yo diría que, el primer paso para atajar la crisis mundial de la biodiversidad, es sacar las materias primas relacionadas con deforestación o que insostenibles de las cadenas de suministro mundiales.
P. El presidente Gustavo Petro ha hablado reiterativamente del canje de deuda por acción climática. ¿Cómo ve esta propuesta para solventar temas como la crisis climática y de biodiversidad?
R. Creo que, por un lado, sí es importante garantizar la disponibilidad de financiación para ayudar a los países a superar la crisis. Pero, por otro lado, creo que eso es solo parte de la solución. El dinero para la conservación es eso, dinero. El problema es que no es dinero que se haya utilizado necesariamente para atajar el problema desde la fuente. Si solo dependemos del intercambio de deuda por naturaleza o de la movilización de fondos internacionales para la conservación, no será suficiente en sí mismo, porque no se está involucrando a los países que realmente poseen la huella de destrucción de la naturaleza. No se les está exigiendo que cambien su comportamiento.
P. ¿Por qué está visitando Colombia?
Esta vez fue solo Colombia, pero ya había estado en Brasil y en Perú. Y, bueno, estoy acá porque sé que dentro de la Amazonia son distintas las motivaciones que conducen a la deforestación, pero también sé que la región, como tal, no reconoce fronteras. Necesitamos soluciones a lo largo de toda la Amazonia y, con WWF, como red mundial, estamos respaldando lo que llamamos un “empuje amazónico”, y es que, esencialmente, debemos reconocer que lo que está pasando en la Amazonia nos debería mantener despiertos toda la noche. Sabemos, por la ciencia, que hay un riesgo de acercarnos a un punto de inflexión tan pronto como finales de esta década. Eso es aterradormente cerca. También sabemos que hay un desfase político entre los compromisos y los planes de acción. La Amazonia, además de importar desde un punto de vista biológico y de las personas que viven allí, importa para todos los ciudadanos globales porque, como lo dice el Panel Intergubernamental de Cambio Climático, sin la Amazonia no habrá solución posible para cumplir con el Acuerdo de París. Es decir, para lograr limitar el aumento de la temperatura del planeta por debajo de 1.5° para finales de siglo.
P. ¿Hay algo que lo haya sorprendido en el buen sentido de Colombia?
R. No se trata tanto de una sorpresa, pero sí he notado una sensación de oportunidad. Hay una ventana política increíble en el momento: la alianza de los presidentes Lula y Petro quienes se han comprometido a enfrentar la deforestación. El hecho de que tengamos una Cumbre Amazonica a finales de este año y que existe la posibilidad de que la Conferencia de Cambio Climático de las Naciones Unidas (COP30), sea en la Amazonia, en Brasil, se siente positivo.
P. ¿Y alguna sorpresa negativa?
Bueno, de nuevo, no tanto como una sorpresa, pero sí me preocupa la Amazonia. A pesar de esa ventana de oportunidad que describí, todavía hay mucha gente en el mundo que cree que salvarla solo se puede hacer estando dentro de la Amazonia, y que es responsabilidad exclusiva de los países que la albergan. De hecho, esa es una de las razones por las que lanzaremos un estudio, para finales de este año, sobre la huella amazónica.