Tres de los seis países con mejores compromisos climáticos a 2050 son latinos
Según Action Climate Tracker, Chile, Colombia y Costa Rica están entre las únicas seis naciones en el mundo con metas claras, al menos sobre el papel
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Planear a largo plazo es algo que tanto a los humanos como a los Gobiernos les suele costar. Pero eso, precisamente, es uno de los mayores retos que trae el cambio climático. De hecho, el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), un grupo de científicos internacionales que reúne la evidencia más concreta sobre el tema, ya ha señalado que si queremos cumplir con la meta de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5°C para finales del siglo, debemos lograr cero emisiones netas para 2050. Esto quiere decir que por cada unidad de carbono que un país emita, debe tener una estrategia para capturar otra unidad de carbono, ya sea por manejo y conservación de bosques, u otro tipo de tecnologías.
Es por esto que, en los últimos años, hemos escuchado a varios países anunciar compromisos de carbono neutralidad para 2050. ¿Pero qué tan fuertes son? ¿Se trata de solo palabras o están respaldados por leyes y planes? Para responder a estas preguntas, el grupo Climate Action Tracker, que se especializa en analizar los compromisos climáticos que hacen los países, les puso la lupa a las promesas de emisiones cero de 31 países. Y para la región, en medio de la marea, las noticias no son tan malas, ya que tres de los seis países que lograron la mejor categoría, tener un compromiso “aceptable”, son de América Latina y el Caribe: se trata de Chile, Colombia y Costa Rica. Además de estos, los otros países con un compromiso transparente en cuanto a carbono neutralidad son Reino Unido, Vietnam y los aglutinados en la Unión Europea, y representan, juntos, solo el 8% de los países analizados.
“Los objetivos de emisiones netas cero que sacaron Costa Rica, Colombia y Chile están bien documentados, respaldados con estudios, tienen cohesión y son muy completos”, señala Gustavo de Vivero, analista de políticas climáticas del NewClimate Institute y quien hizo parte del análisis de los compromisos de Colombia. “Que estos países de América Latina estén plantando un buen objetivo de carbono neutro es un mensaje muy poderoso, porque a pesar de no ser grandes emisores, están saliendo a tomar el liderato”, agrega su colega Judit Hecke, quien realizó la evaluación para Chile.
Aunque aclaran que la metodología de Climate Action Tracker no tiene en cuenta la implementación para que los países efectivamente cumplan con las emisiones netas cero, explican que lo que hicieron fue tomar diez criterios para conocer si estos compromisos son suficientemente fuertes y transparentes. El primero, por ejemplo, es el año: que el compromiso esté acorde a lo que plantea el IPCC y se busque realizarlo para 2050. Luego, hay tres elementos que tienen que ver con el alcance del compromiso: si los países tienen en cuenta los diferentes tipos de emisiones y no solo el dióxido de carbono; si incluyen en sus compromisos emisiones por vuelos y carga, y si dependen de reducir emisiones en otros países para lograr esta meta.
También hay tres criterios relacionados con cómo planean lograr la meta, en la que se incluye si los países tienen alguna ley que haga el compromiso legalmente vinculante; si separan los objetivos de reducción de emisiones de los de captura y si tienen alguna herramienta para monitorear y revisar que el proceso, que debería cumplirse a 2050, se esté logrando en el camino. Finalmente, los últimos tres ítems que analizan tienen que ver con transparencia: si explican específicamente cómo quieren reducir las emisiones por cambio de uso del suelo, así como por otros métodos de eliminación y captura de carbono; si hay una planeación cohesiva y si explican si su meta es una contribución justa al objetivo global de limitar el calentamiento global.
Chile, por ejemplo, logró tener la categoría más alta en ocho de los diez criterios. “Este país tuvo un proceso participativo increíble con la gente, en donde se le consultó al público sobre cómo crear esa meta de emisiones netas cero”, afirma Hecke. Lo que fortalece mucho la transparencia del proceso. Además, explica, la meta de carbono neutralidad de Chile especifica cuántas emisiones debe reducir cada sector, más allá del ambiental y el energético, y dice claramente cómo se va auditar este proceso.
En cuanto a los dos criterios en los que a Chile no le fue bien, son aviación y carga, así como si explican si la meta es una contribución justa. Ante esto, sin embargo, Heckle comenta que es relativamente normal que los países no incluyan el ítem de aviación y carga, y que, de hecho, ese ejercicio solo lo han realizado Reino Unido y Suiza.
Al igual que Chile, Colombia obtuvo el mejor puntaje en ocho de los diez criterios, fallando también en aviación y carga, y en que, a pesar de que explican cómo quieren reducir las emisiones a través de cambio de uso del suelo, no dicen cómo lograrán reducir otras emisiones necesarias mediante tecnologías de eliminación y almacenamiento de carbono. Sobre esto, aclara de Vivero, se trata de una ambición algo ambigua y un reto en su implementación, ya que, en Colombia, la principal fuente de emisiones sigue siendo la deforestación, por lo que se necesitará un programa muy ambicioso para poder pasar del papel a la realidad. “Aunque eso no lo miramos en el análisis, el mayor desafío es la brecha de implementación”, asegura el experto.
Finalmente, Costa Rica, logró cuatro ítems con la mejor categoría, dos en un estado “medio”, y dos más en una clasificación “roja”. A pesar de que este país tiene unos compromisos climáticos muy fuertes, a diferencia de Chile y Colombia, aún no los tienen vinculados a alguna ley, por lo que no son vinculantes. Y al igual que Chile, falla totalmente en los criterios de aviación y carga, y de si dicen si su meta es una contribución justa en el contexto de cambio climático.
Pero como bien lo dicen ambos expertos, que tres países de la región empiecen a liderar este tipo de rankings, es una gran señal de la seriedad con la que se está tomando la lucha contra el cambio climático. Por lo menos, en el papel.