Perú defiende la educación intercultural bilingüe
El 18% de alumnos va a escuelas en lengua indígena. Un cambio legal que habilitó a maestros sin dominio del idioma a obtener una plaza en esos colegios generó protestas
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Más de 1.200.000 alumnos en Perú reciben clases en español y a la vez en alguna de las 48 lenguas originarias en casi 28.000 escuelas de Educación Intercultural Bilingüe (EIB). Aunque cada año esta modalidad recibe menos presupuesto, desde 2018 tiene avances como el acompañamiento pedagógico a los maestros para mejorar la enseñanza, evitar la deserción escolar y hacer efectivo el derecho de los pueblos indígenas a mantener viva su cultura. Por eso, cuando el Ministerio de Educación habilitó en septiembre a maestros que solo hablan español a ser nombrados en plazas de dichos colegios, el rechazo fue unánime y las protestas se sucedieron por más de dos meses.
Algunos profesores de EIB trabajan sin conexión a internet, en escuelas que carecen de instalaciones de desagüe y en poblados de difícil acceso y costoso. Ese es el caso de la comunidad amazónica Canaán de Cachiyacu, donde trabaja la maestra shipiba Jhoysi Monteluisa, en la región Loreto, a 19 horas de Lima —doce en autobús y el resto en embarcaciones por río —.
La EIB tiene tres modalidades de atención, entre las que se encuentra la de fortalecimiento lingüístico y cultural, la categoría a la que pertenece la escuela en la que trabaja Monteluisa, que es para escolares que solo hablan la lengua materna originaria. En ellas, todos los docentes deben conocer la lengua y la cultura indígenas, y estar capacitados en educación intercultural.
El poder de avivar la cultura a través de estos centros es enorme. Entrevistada por teléfono, la profesora cuenta que se produce un diálogo de conocimientos entre los sabios del pueblo y los niños, y el uso del calendario de los ciclos de vida en un ámbito rural. En plena temporada de reproducción de peces, la escuela 6131B — código con el que fue llamada — adapta esos días sus actividades al mes de los peces. “Se enseña a los niños las variedades, los colores, sabores y olores, y aprenden a contar”, detalla Monteluisa. ”Este mes la comunidad celebra su aniversario y participamos con los pequeños en las festividades. En las mañanas es la limpieza y luego un concurso de dibujo y pintura de diseños kené, compuestos por líneas verticales y horizontales, que forman parte de la cultura del pueblo shipibo-konibo”, explica la profesora.
Los escolares prepararan sus pinturas con tintes extraídos de la naturaleza, como el achiote o el huito. ”Con el kené también enseñamos matemáticas y comunicación. Además, en un concurso de pishin ati (confección de esteras) hacemos que los niños observen y practiquen de alguna manera”, agrega Monteluisa sobre la transmisión intergeneracional de la cultura.
Déficit de profesores
La educadora informa que en su escuela falta infraestructura. “Somos tres docentes y una auxiliar para 60 niños, y tenemos dos aulas y una oficina pequeñita de la dirección; no cuento con un salón adecuado, pero utilizamos un espacio de madera construido con los padres de familia”, indica.
Las otras dos formas de atención de la EIB, además de la de fortalecimiento lingüístico y cultural, son las escuelas de revitalización —para escolares bilingües— y las escuelas interculturales en ámbitos urbanos, donde prácticamente la cultura local ha desaparecido, explica la educadora Guissenia Rodríguez, quien trabajó entre 2014 y 2018 capacitando en recursos pedagógicos a los profesores bilingües en la selva central. En los colegios de revitalización, el 75% deben ser docentes que dominen la cultura y la lengua originarias; y en los de ámbito urbano, por lo menos el 35%. Sin embargo, esos porcentajes no se cumplen porque hay un déficit de unos 25.000 maestros formados en educación intercultural bilingüe, de acuerdo al Ministerio de Educación.
Rodríguez fue profesora de EIB de la región Junín, desde 2007, y sus alumnos eran del pueblo nomatsigenga, como ella. En uno de los colegios urbanos donde trabajó era la única bilingüe pese a que al menos el 35% de profesores debía serlo. “Me ofrecí a enseñarles a mis colegas pero no quisieron porque era más trabajo para ellos: la consecuencia fue que los alumnos perdieron la lengua materna y dejaban sus costumbres”, relata. En los primeros meses de la pandemia, el Ministerio de Educación transmitió por radio clases de ‘Aprendo en casa’ en nueve lenguas originarias: Rodríguez preparó los guiones en nomatsigenga y grabó vídeos en la misma lengua con recomendaciones de salud mental ante la primera ola de la covid-19.
También en la cuarentena elaboró por iniciativa propia un cuaderno de trabajo para los alumnos nomatsigenga de primaria, llamado ‘Luz de Luna’, con hermosas ilustraciones de fauna y flora. En esta cultura, la Luna es el ser sagrado y mágico que dejó los alimentos a la humanidad. “El cuadernillo contiene una historia relevante que los más jóvenes no conocen: la creación de los alimentos, pero también es acerca del respeto a nuestras deidades y el amor a la naturaleza”, anota. Una nueva edición artesanal de su libro incluye códigos QR con enlaces a canciones y vídeos en lengua originaria y un guion de la clase virtual.
Riesgos y desafíos
En septiembre, el Ministerio de Educación eliminó los requisitos de dominio de la lengua originaria, formación en educación intercultural y conocimiento de la cultura local en la postulación a plazas de profesores y directores de EIB. En respuesta, el Consejo Nacional de Educación, la Defensoría del Pueblo y las principales organizaciones de pueblos andinos y amazónicos pidieron anular esos cambios porque atentaban contra el derecho a la educación de los pueblos originarios. Las instituciones y los especialistas señalaron que el modelo educativo, ya debilitado con un bajo presupuesto y déficit de profesores idóneos, se deterioraría hasta llegar al monolingüismo en español. “Esa norma quiere desmerecer el trabajo de los docentes bilingües”, dijo Rodríguez días antes de que el Ministerio derogara las resoluciones debido a las protestas que realizaron maestros y organizaciones indígenas en Lima y en carreteras en la selva central.
El Ministerio anuló la rebaja de requisitos y ahora el sector educativo se mantiene alerta a que no haya otro golpe. ”Actualmente la educación intercultural bilingüe (EIB) está abandonada a su suerte y no hay una ruta clara para los próximos años. No existen programas de capacitación o actualización para docentes y directores, y no hay un solo centavo para asistencia técnica, monitoreo, evaluación de dominio de la lengua originaria. La EIB es discriminada por las propias autoridades que no la apoyan”, denunció en octubre una carta abierta firmada por representantes de los pueblos amazónicos y de los pueblos jaqaru, kawki, aymara y quechua.
El antropólogo e investigador independiente Wilson Atamain revela otro problema que afecta la idoneidad de los maestros del servicio intercultural bilingüe: la mala calidad de institutos pedagógicos interculturales que venden certificados aunque los estudiantes cursen pocas horas. “Deben tener la formación completa de cinco años y no un mes de estudios más otro de prácticas. Muchos de los que compran un certificado no conocen qué es un ordenador o una tablet. Nadie está buscando resolver el problema: ni el Estado ni las poblaciones indígenas”, sostiene el especialista. Según el documento de Política Nacional de Lenguas Originarias del Ministerio de Cultura, elaborado en 2021, en Perú hay 28 institutos pedagógicos y 14 universidades que forman profesores en Educación Intercultural Bilingüe. ”Aquí la situación está fuera de control con la minería y la tala ilegal, hay un caos que no tiene salida a corto plazo”, agrega Atamain refiriéndose a la Amazonia norte, en la frontera con Ecuador.
La adjunta de la Defensoría del Pueblo en derechos de los pueblos indígenas, Nelly Aedo, declaró a América Futura que las normas recientes que emitió el ministerio iban contra la legislación nacional e internacional. Perú es Estado-parte del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y por ello debe realizar una consulta previa a los pueblos indígenas cuando adopte medidas que los afecten y, en este caso, no hubo consulta. ”El Ministerio de Educación debe discutir este tema con todas las organizaciones en un espacio institucional y con una real voluntad de diálogo”, recomendó Aedo.
Consultada sobre este aspecto, la especialista en pueblos indígenas Andrea Domínguez respondió que los pueblos indígenas podrían acudir “a través de un amparo o un proceso contencioso administrativo” a los juzgados para defender sus derechos consignados en el Convenio 169.
La educación intercultural bilingüe existe también en Lima Metropolitana: la escuela ‘Comunidad Shipiba’ tiene seis profesores y 165 alumnos y está ubicada en el asentamiento Cantagallo, a un kilómetro y medio de Palacio de Gobierno. Durante 2022, el profesor Walter Velásquez (creador de Kipi, primer robot educativo quechua-hablante) recorrió varias regiones de Perú para presentar esta tecnología en escuelas públicas e incorporar contenidos locales sobre música, cultura, alimentación y festividades en la memoria del robot.
“He llegado a pueblos donde había máximo tres personas que hablaban una lengua indígena y me decían que con ellos iba a morir. Les he dicho que no se preocupen, que Kipi va a tener al menos por 500 años más esas palabras de esas lenguas que están en peligro”, comenta. Kipi ha incluido material pedagógico en 12 lenguas originarias de Perú, entre ellas el bora y el taushiro que están en peligro de extinción. “Con inteligencia artificial se pueden hacer muchas cosas, hay que articularse con el Ministerio de Educación para no exterminarlas”.