Juan Pablo Umaña, el bogotano que puso a Colombia en el mapa de la cirugía cardiaca del mundo

Cuando es posible sacarlo de las salas de cirugía, hospitales y clases para hablar sobre su vida, Juan Pablo Umaña Mallarino (60 años) repite varias veces la palabra serendipia, así se haya preparado toda su vida para estar en las grandes ligas de la medicina y del corazón. Este bogotano es un referente internacional en cirugía cardiovascular de alta complejidad, lideró uno de los programas de reparación de válvulas aórticas más ambiciosos de la región y es uno de los inventores del MitraClip, el primer dispositivo para reparar la válvula mitral, que desde 1997 ha salvado miles de vidas en todo el mundo.

Desde niño aprendió el sentido y el compromiso social. Su madre, Fanny Mallarino, estuvo muchos años al frente de la Fundación Niño Jesús, que cuidaba a los hijos de personas privadas de la libertad. Su padre, Ignacio Umaña, hacía parte de varias causas sociales, como la Fundación Cardioinfantil.

Estudió medicina en la Universidad del Rosario, en la que se apasionó por la cirugía. Al graduarse, en 1990 viajó a Inglaterra, donde hizo un año en trasplante de hígado, a lo que quería dedicarse, y otro como residente en cirugía general en el Queen Elizabeth Hospital. Su meta era entrenarse y especializarse para entrar a uno de los 10 mejores programas de medicina de Estados Unidos.

Al terminar sus estudios, se fue a Nueva York a presentarse en Columbia University. “Si miro para atrás la historia de mi carrera, está marcada por la serendipia”, dice sobre ese hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual y que puede ser determinante. Al hacer la postulación, la coordinadora del programa, una caleña a quien le cayó en gracia, le agendó la entrevista con uno de los codirectores, John Chabot, el más joven y de mente más abierta, y quien tendría a la postre una gran influencia en la carrera de Umaña. En la entrevista, Chabot le preguntó qué haría si no pasaba a la residencia en cirugía: “Me regreso a mi país a sembrar papas”, le dijo. El prestigioso cirujano quedó contrariado. “No, en serio”, lo interpeló. Y Umaña sentenció: “Tengo dos amores: la medicina y el campo. Si no logro el nivel que quiero en la medicina y la cirugía, estoy seguro de que sí lo haré en el campo”. Finalmente, por serendipia, suerte o destino, se abrió un cupo y entró al programa.

‘Usted tiene que ser cirujano de corazón’

Como residente y buen colombiano, trabajaba el doble que cualquiera de sus compañeros. Llegaba a las 4.30 de la mañana y salía a las ocho de la noche. Mehmet Oz, jefe de residentes y quien acostumbraba a llegar antes que sus estudiantes, empezó a ver con detenimiento a ese médico madrugador. “A la tercera vez me dijo ‘¿quién diablos es usted?’. Le conté mi historia y mi fascinación por ser cirujano de trasplante de hígado. ‘No, usted tiene que ser cirujano del corazón y lo voy a convencer”. Y así fue. Para su segundo año como residente, Umaña entró a cirugía cardiovascular, la que considera la mejor decisión de su vida.

Sus capacidades intelectuales y profesionales hicieron que lo vincularan con un proyecto de investigación del laboratorio del doctor Oz, que terminó con el diseño de un dispositivo que se pone para reparar la válvula mitral sin necesidad de detener el corazón. Algo inconcebible en ese momento. “Después de mucho trabajo con médicos y abogados, patentamos, en 1997, el Mitraclip. Bueno, en realidad es una patente de la Universidad de Columbia porque, de lo contrario, no tendría que trabajar”, bromea.

Cuando Umaña fue a presentar el proyecto al congreso de la American Heart Association, la serendipia actuó de nuevo. Hizo que los reflectores se pusieran sobre él. Bueno, uno, porque la luz se centró en sus manos y dedos, que mostraban cómo funcionaba el dispositivo, en medio de una gran oscuridad. Al final, Craig Miller, uno de los mayores expertos en cirugía cardiotorácica y quien presidía el panel, quedó impresionado y lo invitó a la Universidad de Stanford, donde Umaña terminó sus estudios en cirugía cardiaca y de trasplante.

En 2002, con importantes ofertas de trabajo en Estados Unidos, a Umaña le picó su amor de servicio y patriotismo, su familia. Prefirió regresar y aceptar una oferta de la Fundación Cardioinfantil, formar equipo con los cirujanos Reinaldo y Camilo Cabrera, y poner a Colombia en el mapa de la cirugía cardiaca en Latinoamérica y en el mundo.

Durante 20 años, prácticamente refundaron la institución. Contrataron el mejor talento en cardiología y cirugía cardiovascular del país, como los doctores Néstor Sandoval o Jaime Camacho, pero también otros médicos, enfermeras y personal administrativo, y establecieron un programa de entrenamiento. “Renovamos las salas de cirugía, reducimos las tasas de infección, innovamos, aumentamos la capacidad a 340 camas y, de la mano de la Cleveland Clinic, construimos una nueva torre y pusimos en marcha un método en el que todos trabajan en torno al paciente. Ya no solo niños, que eran el centro de la institución, sino de todas las edades, y por eso ahora se conoce como la Cardio. Hoy, junto a Brasil y Argentina, Colombia es reconocida en Latinoamérica por su alto nivel en cirugía cardiovascular, y creo que nosotros hicimos nuestro aporte”.

En 2022 se le presentó la posibilidad de regresar a Estados Unidos. Primero con Cleveland Clinic y, estando allá, la Universidad de Miami le ofreció ser profesor y jefe del departamento de cirugía cardiotorácica en la Miller School of Medicine y del sistema de salud UHealth, para que replique el entrenamiento que desarrolló en La Cardio y formar nuevos especialistas. También es jefe de cirugía de los tres hospitales que la universidad tiene en Florida, con más de 2.400 camas.

Gran parte de todo este último ciclo virtuoso, dice, se lo debe a su segunda esposa, la abogada Ángela Gutiérrez, quien lo ha apoyado y soportado en sus larguísimas jornadas de trabajo. “Ella que me mantiene vivo y motivado para seguir adelante, al igual que Felipe, hijo de mi primer matrimonio, y de Juan Sebastián (hijo de su esposa)”.

Sigue en el Consejo Directivo de la Cardioinfantil y atado a la salud de Colombia. Cree que nuestro sistema y el de Chile son de los mejores del mundo. Por eso considera que esa debe ser una de las prioridades de un nuevo gobierno: restaurar y salvar el sistema, que no era perfecto. Hoy más que nunca, Umaña cree que “el único legado verdadero” que dejan los médicos son las personas a las que entrenan a lo largo del tiempo: “Es la única manera de prolongar nuestro conocimiento en favor de los demás”.