Juan Camilo Botero, el emprendedor que está reinventando el concepto de construcción sostenible
Fundador de la empresa colombiana más innovadora de la última década, según Innpusla, con Glasst Innovation Company crea productos y materiales disruptivos para reducir el impacto ambiental de la construcción
A Juan Camilo Botero (Medellín, 37 años) el fracaso lo llevó a reinventarse y, en el camino, a revolucionar la industria de la construcción. En cuatro años, de 2018 a 2022, pasó de dirigir una empresa en quiebra a fundar la startup más innovadora de los últimos 10 años en Colombia, como reconoció Innpulsa, la agencia gubernamental de emprendimiento e innovación. “Me di cuenta de que el sector ha venido haciendo lo mismo toda la vida. No sé cuántos años lleva usando concreto, hierro y vidrio”.
Ante aquel panorama, le apostó a la disrupción desde Glasst Innovation Company, su empresa. En 2021, creó un recubrimiento biodegradable –único en el mundo– que reemplaza las películas plásticas de un solo uso utilizadas en la construcción. “Me emociona hacer las cosas de forma diferente y decir: ‘No te copié, me lo inventé’. No es para el ego, es porque me gusta ser capaz de cuestionar el statu quo de las industrias”. Y lo ha cuestionado en más de una ocasión con sus materiales sostenibles y con carbono negativo, es decir, aquellos que eliminan más CO2 de la atmósfera del que emiten.
Este año, por ejemplo, Glasst lanzó la primera pintura arquitectónica removible del mundo, Unpaint, con la que logró la transacción más grande de la versión colombiana del reality de emprendedores Shark Tank en toda su historia (4.400 millones de pesos, alrededor de un millón de dólares). Una vez aplicado y seco, este producto se convierte en una película elástica que puede despegarse de la superficie como si fuera una calcomanía, lo que lo hace ideal para inquilinos o para decorar espacios de uso temporal.
Botero no se define como un filántropo medioambiental, sino como alguien que busca hacer lo correcto valiéndose de la tecnología actual. “Lo correcto es hacer un producto que no afecte al ser humano, que no genere un consumo masivo de las cosas. Y, si lo va a generar, que produzca un impacto muy positivo al medioambiente”.
Aunque desde su creación la firma ha tenido un crecimiento sostenido, también se ha cruzado con varias piedras en el camino. “Todos los retos que puede tener un empresario, los he vivido. Desde que me hayan querido sacar como CEO, siendo yo el dueño de la compañía, hasta meter las patas con un producto que se fabricó mal”.
Pero Botero no es de los que se quedan anclados en el pasado. Hoy, sueña con convertir a Glasst en una empresa global. De momento, tiene presencia en México, Colombia, Chile, Ecuador, Perú y Costa Rica, y el pasado febrero logró entrar al mercado estadounidense. Para 2025, su meta está puesta en Brasil y Europa. “Como colombianos tenemos que creernos el cuento de que somos capaces de hacer empresas globales; de crecer y comernos el mundo. Puede que nos tome 50 años, pero no importa”.
Confiesa que, por momentos, padece el síndrome del impostor, y que muchas veces se levanta pensando en que no será capaz. Pero también está seguro de que los momentos difíciles son pasajeros. “Aprendí de alguien, que me dijo hace unos dos años: ‘Juanca, vos no tenés que hacer jonrones, vos podés ganar un partido a punta de hits’”.
A pesar de todo el reconocimiento que ha obtenido con su firma, Botero considera que todavía no la ha sacado del estadio, pero sí que ha ganado varios partidos. “Todos pensamos en la liga, pero, para poder llegar allá, debemos lograr ciertas metas”. En su caso, una de ellas es continuar construyendo sociedad desde Glasst. “Ojalá nos vaya muy bien y podamos seguir generando un impacto real, porque no soy partidario de la filosofía de regalar, sino de enseñar a pescar”.
*Apoyan Ecopetrol, Movistar, Fundación Corona, Indra, Bavaria y Colsubsidio.
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