Federico Ríos: la humanidad fotografiada con humanidad
El fotoperiodista manizaleño fue finalista del prestigioso premio Pulitzer este año por su cobertura del flujo migratorio en la selva del Darién. Dos de sus libros –'Verde’ y ‘Darién’– fueron adquiridos por el Museo de Arte Moderno de Nueva York para su colección bibliográfica
La edad de un fotógrafo está en sus rodillas. Los kilómetros que ha recorrido no solo están bajo sus pies. Un fotógrafo que persigue la realidad busca ser testigo de lo que pocos ven: a veces es belleza y asombro, muchas veces es delirio y horror. Imágenes que no llegaron a su lente se han quedado a vivir con él “porque tan importante es lo que uno decide no fotografiar como la foto que toma”. Esa frase suya advierte, más que una estética, una ética de su mirada.
Federico Ríos Escobar nació en Manizales hace 44 años y se hizo fotógrafo en el Amazonas. Era un niño cuando su padre lo llevó al sur del sur colombiano y se enamoró de la cámara y los recuerdos que viven en ella, como solo una pasión definitiva suele hacerlo. Pasión que por la que ha sido suya más de un centenar de veces la portada de The New York Times con sus imágenes.
Podría decirse que colecciona portadas y premios internacionales: en 2024, ganó el Premio Internacional de Siena y la Medalla James Foley al Coraje en el Periodismo. En 2023, recibió el premio Visa d’Or Humanitaria de la Cruz Roja Internacional y fue nombrado Fotoperiodista del Año por POY Latam. También ha recibido el Premio del Público en el Prix Pictet (2023), la Foto del Año de Unicef (2022), el Premio Hansel-Mieth (2019) y el Premio del Jurado en The Days Japan (2017). Y obtuvo el primer premio en la categoría ‘Serie de noticias’ en POY Latam, en 2017.
La senda empezó en 2014, cuando fue seleccionado para participar en el Eddie Adams Workshop, en Jeffersonville –en el estado de Nueva York–, que cada año impulsa el trabajo de 100 fotógrafos prometedores del mundo. El prestigio que acompaña a Ríos no ocupa espacio en su maleta porque no se ufana de lo logrado.
Si algo más lo convierte en referente es su interés, casi obsesivo, de formar comunidad con sus colegas: crea colectivos, hace escuelas, se vincula en proyectos plurales. La luz, lo sabe un fotógrafo, es más plena cuando ilumina un conjunto: “Me interesan las conversaciones, creo que crezco y crecemos con ellas. Este puede ser un oficio en cierto grado solitario, pero me interesa ser parte. No estar aparte”. Ha sabido impulsar talentos ajenos.
Verde, su foto libro sobre el conflicto armado colombiano, comprende diez años de trabajo en lugares a los que solo llegaban la guerra, el olvido y el miedo. Darién, su foto libro más reciente, acompaña la odisea de los migrantes que se aventuran a la selva en busca de la esperanza que han perdido en sus países de origen. Ríos ha cruzado siete veces el tapón del Darién. El resultado de este trabajo de años le ha valido ser finalista del afamado premio Pulitzer, en 2024.
Ambos libros han sido adquiridos por el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMa) para integrar su colección bibliográfica. Y, claro, por un número creciente de lectores de imágenes que son memorables, sensibles y cercanas a un Caravaggio contemporáneo. Con belleza nos habla sobre el dolor para que no lo olvidemos.
Cuesta ver dónde acaba el fotorreportero y empieza el artista en Federico Ríos, tal vez porque son uno mismo cotidianamente, así esté trabajando en su próxima exposición o en la siguiente asignación. Porque así es la vida de fotógrafo freelance como él: siempre en espera del próximo llamado. También es colaborador habitual de The Washington Post, National Geographic, Stern, GEO, Time, Der Spiegel, Deutsche Welle, Paris Match y LFI Magazine.
Alguien piensa en el glamour de los aeropuertos internacionales que transita, por supuesto, pero sus días están más vinculados a “transputamierda”, como suele llamar al periplo que empieza en avión y termina en horas de río en botes que podrían llamarse naufragio o en interminables trochas asumidas en moto, burro o a pie calzando botas de caucho que siempre regala antes de regresar a Medellín, donde están su casa y el abrazo de su familia. Medicina necesaria para soportar un oficio de alta exigencia física y mental. Y espiritual.
Generoso con su conocimiento y con lo vivido, esa es una característica suya que mencionan sus colegas y amigos. Conoce de geografía como un cartógrafo sabe de mapas. Le duelen las rodillas. Y sigue caminando.
*Apoyan Ecopetrol, Movistar, Fundación Corona, Indra, Bavaria y Colsubsidio.
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