Quién es Arnoldo Palacios, el escritor chocoano honrado en 2024
‘Las estrellas son negras’, retrato de la violencia contra la población negra de Chocó, es una de las primeras novelas afrocolombianas y sigue más vigente que nunca
La vida como escritor de Arnoldo Palacios inició a los dos años de edad, cuando fue diagnosticado con poliomielitis. Incapaz de correr o caminar, pasó el resto de su infancia sujeto a dos muletas que lo condujeron por las calles de Cértegui, su lugar de nacimiento. Pasó sus primeros años sentado frente a los ríos que rodean el pueblo: Atrato, San Juan y Baudó. Envuelto por la naturaleza que inundaba al ...
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La vida como escritor de Arnoldo Palacios inició a los dos años de edad, cuando fue diagnosticado con poliomielitis. Incapaz de correr o caminar, pasó el resto de su infancia sujeto a dos muletas que lo condujeron por las calles de Cértegui, su lugar de nacimiento. Pasó sus primeros años sentado frente a los ríos que rodean el pueblo: Atrato, San Juan y Baudó. Envuelto por la naturaleza que inundaba al departamento de Chocó en los años 20, fue nutriendo su imaginación. “Tenía mucho tiempo para sentarme y observar el mundo, la vida, la gente, los niños, los animales; escuchar la naturaleza. Creo que ahí empezó mi vida de escritor, porque eso me sirvió cuando más tarde aprendí a leer y escribir y esa energía se la dediqué a la literatura”, contaba el escritor colombiano en una entrevista para el Centro Virtual Isaacs en 2014. A 100 años de su natalicio, el Gobierno de Gustavo Petro rinde un homenaje póstumo al escritor afrocolombiano al declarar al 2024 como el año de Arnoldo Palacios.
La infancia de Arnoldo Palacios en Cértegui y sus primeros libros
En Cértegui, Palacios vivió su primer encuentro con la literatura a través del libro Lecturas escogidas, un recopilatorio con diversos autores hispanoamericanos que circulaba entre los jóvenes del municipio. También leyó el periódico colombiano ABC, el único que llegaba a Cértegui. “Mi padre leía mucho, periódicos y revistas”, narró Palacios en una entrevista de 2015 para la revista Bocas. En sus primeros años de escuela leyó el Compendio de la Historia de Colombia de José Manuel Restrepo, Catecismo de la doctrina cristiana de Gaspar Astete, y el Manual de urbanidad y buenas maneras, de Manuel Carreño.
En mitad de la década de 1930, el Gobierno de Alfonso López Pumarejo inició su Campaña de Cultura Aldeana para poblar de bibliotecas públicas las poblaciones abandonadas. En su discurso de toma de posesión, el presidente liberal dijo que tenía el propósito “de hacer de Colombia una inmensa escuela (...) porque instruir al pueblo es prepararlo para que realice todos sus actos con un deliberado espíritu y una consciencia nacionalista”.
A Chocó llegó la biblioteca aldeana y Arnoldo tuvo entonces un acercamiento más profundo con la literatura. “Recuerdo que me gustaban mucho los clásicos griegos. Homero, Sófocles, Eurípides, Demóstenes. Esa literatura es humanismo. Siempre me ha gustado leer lo que habla de la gente. Me ha gustado leer las biografías de los grandes hombres, pero escritas por los grandes escritores”.
Los inicios como escritor de Arnoldo Palacios
Arnoldo Palacios emigró becado a Quibdó para estudiar Derecho y, más tarde, llegó a Bogotá para continuar con la licenciatura en el Externado Nacional Camilo Torres, durante la rectoría de José Restrepo Millán. “Me interesaba mucho estar en Bogotá. Se veía grande. Decían que había muchas personalidades: ministros, obispos, catedrales, calles grandísimas y luces”.
Comenzó a escribir para el semanario Sábado a partir de 1944. En la publicación, dirigida por Plinio Mendoza Neira y afín al Partido Liberal Colombiano, mantuvo sus colaboraciones hasta 1949. Regresó a su pueblo natal y empezó a escribir cuentos. Más tarde, decidió plasmar el racismo que se vivía en Colombia. Tomó la historia del dirigente negro Manuel Saturio Valencia, fusilado en Quibdó en 1907, y la adaptó en una obra de teatro. Horas antes del estreno, según cuenta Juan Carlos Millán Guzmán, la obra se suspendió para evitar “reacciones violentas de los blancos” en el municipio.
El Bogotazo y Las estrellas son negras
En abril de 1948, Arnoldo Palacios terminó de escribir su primera novela, Las estrellas son negras y envió el borrador original para su publicación a Bogotá; sin embargo, los manuscritos desaparecieron en los incendios del Bogotazo. Sangrientos disturbios arrasaron el centro de la capital colombiana el 9 de abril de 1948, tras el asesinato del dirigente liberal Jorge Eliécer Gaitán. Finalmente, la novela testimonio de Palacios se publicó en 1949 bajo el sello de la Editorial Iqueima, de Clemente Airó. Las estrellas son negras se convirtió en el libro fundador de la literatura afrocolombiana, de acuerdo con Gustavo Vasco, editor y amigo de Arnoldo Palacios. También se convirtió en un hito dentro de la literatura moderna en Colombia al retratar la espiral de violencia que azota a la población negra de Chocó.
Hambre, Ira, Nieve y Luz interior son los cuatro capítulos que componen el libro que narra la vida de Irra, un adolescente negro que crece en medio de la pobreza y el racismo. En el libro se habla de “ríos, plátanos, negros y creencias del Chocó”, dijo Palacios en una entrevista publicada por La Palabra, revista de la Universidad del Valle. “Quería que mis personajes se expresaran como la gente del Chocó. Tenían que hablar ese castellano que aclimatamos en el habla popular. Por eso dicen truje de traje, traje. Es decir, un castellano que en realidad es antiguo, pero antes se solía decir que era mal hablado. No era mal hablado, sino que en la época en que llegaron aquí los esclavos y los amos así se hablaba. Y como los esclavos no leían y los amos tampoco hablaban de ninguna otra manera, pues se decía truje. Nosotros hablamos como negros, pero con el castellano que aprendimos de los españoles”.
La novela muestra la degradación de vida que sufre la población negra y se enmarca en el realismo social como un “clásico afroamericano”, según Óscar Collazos, escritor y doctor Honoris Causa en Literatura de la Universidad del Valle. “La obra de Palacios va más allá del realismo socialista, cultivada con más infortunios que aciertos de algunos escritores de propósitos políticos. Es muy posible que si la experiencia individual y social de Palacios no hubiera dejado huellas tan profundas, la sensibilidad social del escritor se hubiera orientado hacia el lugar común de entonces: dar cuenta de la violencia política que se vivía en los campos de Colombia”, escribe Collazos en Las estrellas son negras: un clásico afroamericano.
La Sorbona y La selva y la lluvia
La publicación de Las estrellas son negras le valió a Arnoldo Palacios una invitación para estudiar Lenguas y Literatura en la Universidad de la Sorbona, en París. Antes de despedirse de tierras colombianas, se reunió por primera y única vez con Gabriel García Márquez en el puerto de Cartagena de Indias. Una vez instalado en Francia, tuvo un primer contacto con los movimientos anticolonialistas de África que protestaban en la ciudad parisina. En Europa también le esperó un periplo que lo llevaría a viajar a Varsovia, Polonia —donde participó como representante de Colombia en el Congreso Mundial de Intelectuales en Defensa de la Paz— y, finalmente, a la Unión Soviética, donde vivió durante 10 años.
Desde Moscú, Arnoldo Palacios publicó en 1958 su segunda novela, La selva y la lluvia, que retrata la Colombia liberal de los años 40 y los acontecimientos del Bogotazo. El libro se publicó una década después de Las estrellas son negras, bajo el sello de Editorial Progreso. Volvió a Francia y comenzó a trabajar en su tercer libro que se publicó en 2009: Buscando mi madredediós, una autobiografía.
Más adelante regresó a Bogotá. Su reconocimiento llegó después de su muerte en 2015. Hasta entonces, siempre rechazó que sus novelas se catalogaran en el género de literatura afrocolombiana. Decía que lo esencial en su obra era “el hombre, sus problemas, sus sueños, su vida íntima, su fuerza, su esperanza, sus luchas, porque creo que el escritor debe estar comprometido con todo lo que atañe a cuanto lo rodea”.
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