Petro provoca el rechazo de la comunidad judía al comparar a Gaza con el campo de concentración de Auschwitz
El presidente de Colombia pasa por encima de la Cancillería en sus mensajes sobre la guerra entre Israel y Hamás
El nombre es lo de menos. Antes Twitter o ahora X, la diplomacia colombiana ha tropezado, por enésima ocasión, con los mensajes que publica el presidente Gustavo Petro en su red social predilecta. En el más reciente episodio, el mandatario comparó este lunes la situación en la Franja de Gaza con el campo de co...
El nombre es lo de menos. Antes Twitter o ahora X, la diplomacia colombiana ha tropezado, por enésima ocasión, con los mensajes que publica el presidente Gustavo Petro en su red social predilecta. En el más reciente episodio, el mandatario comparó este lunes la situación en la Franja de Gaza con el campo de concentración de Auschwitz en la Segunda Guerra Mundial, un trino más en el rosario de polémicas declaraciones sobre el ataque lanzado por Hamás sobre Israel que ha provocado una guerra de consecuencias imprevisibles que ya suma más de un millar de muertos. “Ya estuve en el campo de concentración de Auschwitz y ahora lo veo calcado en Gaza”, escribió Petro como parte de su intercambio con el embajador de Israel en Bogotá, Gali Dagan.
El Congreso Judío Mundial no tardó en contestarle en la misma red social. “Lo que usted está diciendo es un insulto a los seis millones de víctimas del Holocausto y al pueblo judío. Sus comentarios aquí y los demás en su perfil ignoran por completo los cientos de muertos y secuestrados durante el ataque asesino de Hamás contra civiles israelíes. Esta publicación es una vergüenza para usted y su país. Un líder mundial debería hacerlo mejor”, le espetó la organización. Ya la Confederación de Comunidades Judías de Colombia había rechazado la “obstinación” del mandatario “en negarse a condenar abiertamente y sin subterfugios la agresión de la que fue objeto el Estado de Israel”.
El presidente de Colombia ha sido blanco de un aluvión de críticas por resistirse a expresar una condena explícita a la matanza y secuestro de centenares de civiles por parte de Hamás en sus copiosos mensajes a lo largo del fin de semana. “En mi discurso en Naciones Unidas mostré cómo el poder mundial trataba de una manera la ocupación rusa sobre Ucrania y de otra, muy diferente, la ocupación israelí de Palestina”, señaló en una de sus primeras publicaciones, una comparación que ha hecho de manera recurrente. “Ningún demócrata en el mundo puede aceptar que Gaza sea convertida en un campo de concentración”, ha insistido en esa serie de mensajes. Ha asegurado que desde joven ha estudiado el conflicto palestino-israelí y conoce “la inmensa injusticia que ha sufrido el pueblo palestino desde 1948″, así como “la inmensa injusticia que sufrió el pueblo judío por los nazis en Europa desde 1933″.
La polémica ha estado atizada por los erráticos comunicados del Ministerio de Relaciones Exteriores. En un primer momento, la Cancillería colombiana publicó un mensaje en el que incluía una “condena con vehemencia al terrorismo en contra de civiles que han ocurrido en la mañana de hoy [sábado] en Israel”, pero horas después lo reemplazó por otro más genérico en el que rechazó “las afectaciones a civiles”, sin menciones al terrorismo o a Israel. En ese ambiente caldeado, decenas de colombianos se reunieron este mismo lunes en frente a la embajada de Israel en Bogotá en rechazo a las esvásticas con simbología nazi que desconocidos pintaron la víspera en la sede diplomática.
Desde finales de los años sesenta, Colombia ha mantenido relaciones con Israel –ambos países, por ejemplo, son aliados militares y comerciales– pero también ha respaldado resoluciones de la ONU en apoyo al pueblo palestino. El Gobierno de Ernesto Samper (1994-1998) abrió la puerta para la llegada de la misión palestina a Colombia, y el de Juan Manuel Santos (2010-2018) reconoció oficialmente a Palestina como Estado justo antes de entregarle el poder a Iván Duque. Colombia era el único país sudamericano que aún no lo había hecho. Mientras que Duque (2018-2022) tomó partido a favor de Israel – incluso llegó a manifestar su intención de seguir los pasos de los Estados Unidos de Donald Trump y reconocer a Jerusalén como la capital de Israel, aunque no llegó a materializarlo–, la postura de Petro a favor de la causa palestina es conocida.
Desde hace años, el ahora presidente de Colombia ha condenado públicamente ataques de Israel al pueblo palestino, y también ha pedido el reconocimiento de los dos Estados. Cuando fue alcalde de Bogotá, en 2015, incluso firmó un acuerdo que convertía a la capital colombiana y a Ramala, capital administrativa de Palestina, en ciudades hermanas. Pero de ahí a fijar posiciones diplomáticas a golpe de trinos hay un trecho. Incluso para un mandatario que suele engancharse en las redes sociales.
“Petro ha sido muy elocuente a la hora de condenar todas las prácticas violatorias de derechos humanos de Israel, y ni una palabra sobre Hamás”, observa la internacionalista Sandra Borda, profesora e investigadora de la Universidad de Los Andes. “Al presidente le sobra el canciller [Álvaro Leyva] y la Cancillería”, le critica. “Está en toda la libertad de tener una opinión personal, pero es que él no es un tuitero ni un analista, es un presidente”, señala la autora de ¿Por qué somos tan parroquiales? Una breve historia internacional de Colombia. “Todo el mundo sabe que Petro no está hablando ni trabajando con la Cancillería. Está en un ejercicio de desinstitucionalización de la política exterior que nos va a salir carísimo en materia de credibilidad internacional”, apunta.
Para el analista Sergio Guzmán, “hay una Cancillería que se supone tiene que tramitar la política exterior, y a Petro le tiene sin cuidado tanto eso como la posición histórica de Colombia hacia el conflicto entre Israel y Palestina”. Con sus mensajes, opina el director de la consultora Colombia Risk Analysis, el mandatario se “extralimita”, pues “sobrepone sus opiniones personales a las posiciones del Estado colombiano” y “cambia una posición diplomática que pretende hacer un balance geoestratégico por una postura activista y militante”.
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