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Discusiones políticas
Columna
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En Colombia no se puede…

Hablar de casi nada. Ya no hay opiniones, sino bandos. Y esos bandos muchas veces son incapaces de aceptar matices

Colombia
Una bandera colombiana durante una manifestación en Cali, en febrero de este año.Ernesto Guzmán (EFE)

No se puede hablar a favor de la marihuana sin ser señalado como comunista o petrista.

No se puede afirmar que el país va mal en seguridad porque le etiquetan de uribista fascita.

No se puede decir que la salud en Colombia es buena porque es satánico opositor.

No se puede decir que el sistema de salud es malo porque eso lo convierte en comunista destructor.

No se puede mencionar con horror a los falsos positivos porque resulta convertido en mamerto.

No se puede hablar bien del sector empresarial porque es un capitalista explotador.

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No se puede señalar que hay que mejorar las condiciones de los trabajadores más humildes a menos que quiera llevar el ‘inri’ de destructor de la economía.

No se puede creer que hay que acabar con el narcotráfico a como dé lugar porque se vuelve un asesino de derecha.

No se puede soñar con que el narcotráfico se regule, para acabar la guerra, porque hace metamorfosis en drogo marihuanero.

No se puede indagar sobre las acciones del Gobierno porque se vuelve un ‘golpeblandista’.

No se puede aplaudir un acierto del Gobierno sin verse convertido en un contratista.

No se puede defender a la prensa y a los periodistas porque eso lo hacen los vendidos a la agenda uribista.

No se puede apoyar a la Reforma Agraria sin que lo terminen condenando como guerrillero.

No se puede hacer una defensa de la propiedad privada sin ser calificado de paramilitar.

“No se puede pagar la gasolina a precio internacional porque somos país productor”, dicen los unos.

“No se puede subsidiar la gasolina porque así fue como el anterior gobierno terminó por ahogar la economía”, responden los otros.

En Colombia están matando la sensatez y el respeto. Ya no hay opiniones, sino bandos. Y esos bandos muchas veces son incapaces de aceptar matices. O meto gol o me meten gol, pero hay que eliminar al otro. Los líderes son mesías dementes que prefieren lanzar sus huestes al campo de batalla antes que aceptar que a veces es sano empatar. Eso es democracia.

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