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El calor no da tregua y mata al menos 28 personas en una semana

Más de 63 millones, sobre todo en California, Nevada y Arizona, siguen en alerta por la ola de calor que azota a Estados Unidos. Simples medidas personales pueden reducir el riesgo de muerte sustancialmente

ola de calor en estados unidos
Niños se refrescan en una fuente en Washington, el 3 de julio.JIM LO SCALZO (EFE)
Ana Vidal Egea

Esta semana el calor es abrasivo en la mayor parte de Estados Unidos, especialmente en la costa oeste, donde las temperaturas se han mantenido por encima de los 100 °F (38 °C) desde el pasado fin de semana. Más de 63 millones de personas, sobre todo en California, Nevada y Arizona, siguen este jueves bajo alerta por la ola de calor que azota el país y que persistirá el resto de la semana hasta por lo menos el domingo. Al menos 28 personas han fallecido debido al calor extremo, una cifra que seguramente aumentará a medida que las autoridades confirmen más casos. Uno de ellos fue Kevin Gerhardt, de 58 años, quien murió de un fallo multiorgánico debido a un golpe de calor el pasado domingo en Sacramento, California. El hombre falleció solo dentro de su casa rodante, sin aire acondicionado y sin ningún sitio al que ir para protegerse del calor. Su madre, en entrevistas con medios locales, dijo que la de su hijo fue “una muerte sin sentido”.

Además, en el sureste de Texas más de un millón de personas continúan sin electricidad tras el paso del huracán Beryl a la vez que afrontan un calor sofocante y altos niveles de humedad. Al menos 500.000 de ellos seguirán sin luz hasta la próxima semana, anunció este jueves un funcionario de CenterPoint Energy, la mayor empresa eléctrica de Houston, la ciudad texana más afectada por el ciclón. Algunos residentes afectados por el apagón masivo han optado por dormir en sus vehículos cuando cae la noche, siendo este el único lugar donde pueden escapar de las altas temperaturas que acechan al Estado: el índice de calor ha estado en el rango de 100-106 °F durante dos días consecutivos. Aunque estas temperaturas no son inusuales para esta zona a estas alturas del verano, el Servicio Nacional Meteorológico advirtió de que, debido a los cortes de electricidad generalizados, estas condiciones podrían ser “especialmente peligrosas” y suponer una amenaza para las personas sin acceso a aire acondicionado.

Ante esta realidad, ¿cómo se puede proteger del calor extremo? El organismo de cada persona es un mundo y no se puede controlar cómo el cuerpo va a reaccionar al ser expuesto a determinadas circunstancias. Sí que se puede, sin embargo, tomar precauciones que minimicen al máximo los posibles efectos de una ola de calor. Además de cuidarse de los golpes de calor, que pueden ser mortales, estas son algunas de las medidas fundamentales que hay que tener en cuenta.

Hidratarse constantemente

Es conveniente beber agua (preferentemente con electrolitos) o bebidas isotónicas de forma continua, incluso cuando no se tiene sed, para poder ir aclimatando al cuerpo y nutriéndolo de todos los componentes que va perdiendo. Igualmente importante es evitar o reducir en la medida que sea posible aquellas bebidas o alimentos que generen más sed, como por ejemplo el café, el alcohol, los frutos secos, las patatas fritas y los alimentos azucarados.

Limitar o evitar estar al aire libre

Hay que evitar en la medida en que sea posible estar al aire libre, especialmente durante las horas donde se alcanzan las temperaturas más altas. Los interiores son el lugar más seguro. Si, en caso de necesidad u obligación, uno ha de estar al aire libre, debe buscar siempre la sombra, protegerse con un sombrero o gorra, beber agua y echarse cubitos de hielo o mojarse las muñecas, el cuello y la cabeza cada tanto. También puede ayudar el ponerse una toalla de agua fría en el cuello.

Limitar o evitar las actividades y el ejercicio

El ejercicio genera estrés cardiovascular, que es particularmente pernicioso para aquellas personas que tengan problemas de salud preexistentes o estrechamente asociados al corazón, lo que se atenúa con las altas temperaturas. Incluso estando completamente sano, hay que considerar también que, en un contexto donde las temperaturas alcanzan niveles históricos de intensidad, hay probabilidades de sufrir un golpe de calor, deshidratación o problemas respiratorios debido a la sequedad del aire.

Mantener fresco el lugar donde se está

Hay opciones alternativas de mantener fresco el lugar donde uno se encuentra, si no se puede recurrir al aire acondicionado. Por ejemplo, los ventiladores. Los hay de pie, de torre, de mesa, de techo, de todos los precios y tamaños, incluso se fabrican mini ventiladores de uso individual que van pegados a una gorra o visera. Pero tan importante como generar aire frío es impedir que entre el calor cerrando puertas y ventanas. Se recomienda la instalación de persianas que puedan bajarse o en su defecto, cortinas opacas, cuanto más aislantes, mejor.

Hacerse con un toldo es una excelente solución si se dispone de jardín o patio, porque no solo proporcionan sombra, sino que reducen hasta 50 °F (10 °C) la temperatura del interior de la vivienda. Y no se debe olvidar una de las formas más fáciles, baratas y tradicionales de refrescarse uno mismo: hacerse viento con un abanico (o con cualquier otra cosa que pueda reemplazarlo, como un trozo de cartón). Es una de las herramientas más populares para combatir el calor. Una técnica milenaria que se remonta a la China de hace más de 3.000 años y que sigue siendo una solución temporal muy digna como medida de urgencia, a falta de dispositivos más sofisticados.

Comer de forma ligera y vestir ropa clara

Por último, pero no menos importante, se recomienda llevar una dieta frugal durante los días de mayor calor. Platos ligeros de fácil digestión, como las ensaladas, así como el aumento de la ingesta de frutas y verduras, lo que contribuye a minimizar la carga térmica del cuerpo. Vestir ropa clara tiene el mismo objetivo, ya que reduce la cantidad de calor que se absorbe.

Sobre la firma

Ana Vidal Egea
Periodista, escritora y doctora en literatura comparada. Colabora con EL PAÍS desde 2017. Ganadora del Premio Nacional Carmen de Burgos de divulgación feminista y finalista del premio Adonais de poesía. Tiene publicados tres poemarios. Dirige el podcast 'Hablemos de la muerte'. Su último libro es 'Cómo acompañar a morir' (La esfera de los libros).

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