Netflix trata de pescar el siguiente ‘Juego del calamar’ en aguas surcoreanas
La plataforma invierte y promociona en el extranjero el contenido del país con una treintena de títulos en 2023. “Para resultar auténtico y triunfar globalmente, antes hay que ser relevante en casa”, dice Don Kang, vicepresidente de la compañía en Corea del Sur
“Hay que hacer historias que, ante todo, sean localmente relevantes, si intentas crear algo imaginando lo que quiere el público de otros países, es raro que aciertes y difícil que seas auténtico, fiel a tu genuina creatividad”, dice Don Kang, vicepresidente de contenidos de Netflix en Corea del Sur. “Nuestro foco es siempre local; si las historias viajan, y lo hacen, demuestra que compartimos algo universal”.
“Local first”, lo local primero, insiste paradójicamente el ejecutivo ante una treintena de periodistas que Netflix ha invitado a sus oficinas de Seúl desde todos los rincon...
“Hay que hacer historias que, ante todo, sean localmente relevantes, si intentas crear algo imaginando lo que quiere el público de otros países, es raro que aciertes y difícil que seas auténtico, fiel a tu genuina creatividad”, dice Don Kang, vicepresidente de contenidos de Netflix en Corea del Sur. “Nuestro foco es siempre local; si las historias viajan, y lo hacen, demuestra que compartimos algo universal”.
“Local first”, lo local primero, insiste paradójicamente el ejecutivo ante una treintena de periodistas que Netflix ha invitado a sus oficinas de Seúl desde todos los rincones del mundo. Está The New York Times y Corriere della Sera. Hollywood Reporter y El Tiempo de Colombia. Periodistas e influencers de la región (Filipinas, Singapur, Japón, Tailandia, Indonesia...) y de más allá: de una corresponsal de France Presse a una youtuber del Tampico (México). La abundancia de medios latinoamericanos presentes tiene su razón de ser. “Más del 60% de los suscriptores globales de Netflix vieron algún título coreano el año pasado”, dice Kang, “un 85% en el caso de los latinoamericanos”. Unos y otros se hacen selfis con la cabeza gigante de Younghee que preside la oficina, la niña robot que controlaba quién era aniquilado en la sangrienta versión del un, dos, tres al escondite inglés de El juego del calamar.
La alargada sombra de la serie más vista de Netflix sobrevuela el evento: durante dos días, el ecléctico grupo visitará sets y entrevistará a los responsables de 3 de los 34 títulos coreanos que la plataforma emitirá en 2023. Es su mayor oferta hasta el momento de contenido coreano, alimentada por una inversión de cerca de 750 millones de euros entre 2016 y 2021.
¿Se siente la presión para repetir el fenómeno? “¿Qué presión? ¡Si ha sido un paseo en barco!”, bromea Kang, que admite que el apremio para lograr el siguiente Juego del calamar existe, “pero en un entorno favorable para recibirlo” dado que “la industria coreana nunca ha tenido tanta inercia”. Ni siquiera es una presión nueva, explica el ejecutivo, que antes trabajó para el gigante mediático CJ Enternainment: “Incluso antes de Netflix el contenido coreano tenía muchísimo tirón en la región Asia-Pacífico y era un nicho estable fuera, El Juego del calamar abrió el horizonte, sin duda, pero estamos acostumbrados. Hace años que la gente se preocupa por cuándo va a decaer la hallyu [la ola coreana]. ‘¿Oh, seremos capaces de replicar nuestro último éxito otra vez?’, se preguntan”.
Kang no teme: “Hay talento de sobra”. El término hallyu se refiere a la conquista cultural de un país de apenas 51 millones de habitantes, y fue descrito por primera vez a finales de los noventa por la prensa china. En 2012 arrasó occidente con la canción Gangman Style de PSY y, desde entonces, no para de exportar fenómenos musicales como BTS o Black Pink y audiovisuales como Parásitos. En Netflix, el año pasado, series tan dispares como Estamos muertos o Woo, una abogada extraordinaria se colocaron entre lo más visto en más de 90 países.
Entre la variedad de k-dramas (como se conocen las series del país) que se estrenarán este año, Netflix subraya ante la prensa extranjera la distópica El caballero negro, —ambientada en un futuro próximo en el que hay que llevar respiradores dada la asfixiante polución y basada en un exitoso webtoon (el popular formato para móvil de los cómics coreanos)— y El monstruo de la vieja Seúl, un giro del prolífico género de monstruos que tiene lugar en los turbulentos y glamurosos años cuarenta, durante los estertores de la dominación japonesa del país. “Queremos equilibrar el tono de las producciones para cubrir todo el espectro emocional, ya que en el pasado hemos ofrecido muchas series de horror y ciencia ficción y uno no siempre tiene el día para ver cuerpos desmembrados”, dice Kang, mencionando también la romántica ¡Doona!, en la que un universitario convive con una antigua estrella del k-pop, interpretada por la actriz e idol musical Bae Suzy.
En la pista de salida también hay esperadas segundas temporadas como las de Sweet Home o La gloria. No forma parte de la presentación, pero es imposible que la prensa invitada a ver qué serie podría repetir el éxito de El Juego del calamar no pregunte por la segunda temporada de esta. Kang adelanta que el director Hwang Dong-hyuk ya ha escrito el guion y se encuentra “en preproducción”, pero no ofrece fechas: “Tiene que salir bien, así que puede llevar algún tiempo”. “La segunda temporada ha de ser auténtica, no queremos copiar y pegar la misma historia solo porque triunfase comercialmente alrededor del mundo”, añade sobre una serie que, de hecho, tuvo éxito en Corea, pero se convirtió en un fenómeno tras salir fuera de sus fronteras.
Más allá de las series
“Asia es el mercado que más crece y que más deprisa lo hace, en gran parte impulsado por el contenido coreano”, explica Amy Kunrojpanya, vicepresidenta de relaciones públicas de la región. También es un mercado joven para Netflix, que lleva 25 años funcionando en Estados Unidos, 15 en Latinoamérica, 12 en Europa y solo unos 5 en Japón, Corea o India.
El empuje surcoreano ha llevado a invertir en productos más allá del k-drama. Ejemplo de ello es la película Boksoon debe morir, de la que se ofrece un trepidante adelanto durante el evento corporativo para los medios internacionales antes de su estreno la semana que viene en el Festival de Berlín (fuera de competición, Netflix la emitirá a partir del 31 de marzo). Protagonizada por la superestrella local Jeon Do-yeon (premiada en Cannes en 2007 por su interpretación en Secret Sunshine), narra la compleja conciliación de una asesina a sueldo y madre de una adolescente. “Lo mejor de trabajar con Netflix ha sido la libertad creativa que me han dado y también el hecho de estar aquí sentado con vosotros, miembros de la prensa internacional”, dice su director, Byun Sung-hyun, a los presentes. “Pensar que la película se emitirá en 190 países alrededor del mundo y llegará a tanta gente es lo mejor”.
“Incluso los programas de no ficción, que siempre se habían resistido a viajar en la televisión lineal, lo están haciendo en Netflix”, presume el vicepresidente Kang mencionando estrenos “cada vez más locos”, como los realities de supervivencia Habilidad física: 100 o El plan del diablo, cuyos tráileres recuerdan de forma inquietante a un Juego del calamar en la vida real, es decir, sin muertos. “Algunos códigos de la no ficción son más difíciles de entender en el extranjero, pero yo siempre supe que la demanda estaba ahí y el problema era que no existía la plataforma adecuada”, dice Kang. “Así que no estoy sorprendido por su éxito”, afirma con flema coreana. “Simplemente, estoy contento”.
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